La venta regulada y controlada de productos liberados: ¿alguien entiende algo?


Elías Amor Bravo, economista
Esta nota analiza las decisiones del gobierno comunista con relación a la venta controlada y regulada de nuevos productos por la libreta en Cuba como consecuencia del CIVID19.
Como ha dicho el ministro de economía en el programa televisivo, Mesa Redonda, “algunos productos liberados, y por lo tanto no subsidiados, empezarán a venderse mediante el sistema de la libreta de abastecimiento y la red de bodegas, pero ahora con un sistema controlado”. No es difícil prever que, como consecuencia de estas decisiones, en unas semanas, tal vez días, los productos escasearán o desaparecerán de las tiendas, y entonces será tarde para reaccionar. Un producto que se produce y comercializa libremente, debe seguir así, porque ya ha encontrado su equilibrio oferta y demanda. Ponerle el bozal del control y la intervención es un grave error.
De hecho, ante una compleja situación productiva como la que provoca el virus, lo que se tiene que hacer es justo lo contrario, liberalizar, ampliar espacios, despejar todo tipo de trabas para que los productores privados puedan alcanzar las mayores escalas posibles para atender a la población. Facilitar que determinados productos aun subsidiados aumenten su escala de producción para que sean más baratos y puedan dirigirse a atender las necesidades del mercado. 
Dejar que sean los consumidores los que determinen qué y cuánto producir, y no los burócratas de la planificación estatal. Como no se atienden a estas recomendaciones sencillas, lo que vamos a observar en la economía cubana en los próximos días es una secuencia de carestía y falta de productos básicos que ha pillado por sorpresa al régimen comunista, y para las que no tiene respuestas viables.
De momento, las autoridades de la economía y el comercio no saben qué hacer. Bien está que desaparezcan los subsidios que recaen sobre determinados productos (muchos de ellos innecesarios), pero en cambio se mantienen los controles, de modo que la situación empeorará. No habrá que esperar mucho. Es una regla sencilla de funcionamiento de una economía que tiene en el mercado un instrumento esencial para asignar los recursos, mucho más eficiente y competente que las decisiones políticas de control, racionamiento o intervenciones. Cuando el estado complementa al mercado, es posible obtener mejores resultados, pero nunca lo debe reemplazar.
Mal empezamos. Mientras que la población cubana va siendo confinada a sus domicilios, para evitar los contactos y frenar el avance inexorable de la pandemia, la venta controlada y regulada de productos, como medida intervencionista, no servirá para mejorar la asignación de los escasos recursos que existen en la economía. Forma parte de esa mentalidad “cuartelera” de los dirigentes comunistas de Cuba según la cual, reconocido que no hay bastante para todos y que hay que racionar, se establece un control que, hacia detrás significa que el productor pierde estímulos para producir más, que es justo lo que se necesita en momentos como los que se van a vivir.
Además, los cubanos detestan la distribución normada de productos. Esa situación de permanente escasez, que deja las bodegas vacías, y que cuando aparecen los camiones aparecen colas, tumultos, carreras, empujones que no sirven para atender las necesidades de la población, se verá agravada durante el COVID19, porque se romperá el objetivo de confinamiento y separación. En suma, los cubanos no pueden ejercer la libre elección, como en cualquier otro país del mundo, y lo que es peor, su gobierno no ayuda a resolver la situación.
En pocos días los cálculos burocráticos del per cápita por política de distribución que se establecen en la libreta de racionamiento, van a quedar en papel mojado, porque la población incrementará en la medida de lo posible sus compras, sin que se pueda determinar por adelantado lo que se va a conseguir en cada caso, cuando se necesite algo para comer. La ansiedad que esto puede suponer para la población cubana es indescriptible y es completa responsabilidad del régimen.
Hay que prepararse para tiempos muy difíciles, que las autoridades no han querido aprovechar para dar libertad a los productores para que incrementen los niveles de output y sus ganancias. En el lado de la oferta, los productos liberados que se van a vender por la libreta serán los que van a pagar las consecuencias del control e intervención. Es el caso del pollo de 20 pesos, que incrementa la canasta normada en una libra para la venta controlada, o determinadas viandas y hortalizas que se suministran actualmente en mercados estatales y bodegas, lo que perjudicará el trabajo de carretilleros cuya eficiencia en la prestación de servicios es claramente superior a la organización comunista de comercio.
No deja de ser sorprendente que, la misma ministra que lleva diciendo desde diciembre que en abril volverá el jabón y los productos de limpieza a las bodegas, ahora declara en Mesa Redonda que, este mismo mes, abril, pretende asegurar la canasta básica familiar normada que en este momento se dirige a 3,8 millones de núcleos familiares que representan 11,1 millones de ciudadanos en 12.767 bodegas. Por desgracia, no lo conseguirán. Las protestas sociales están servidas.
La ministra dijo también que “los productos que no forman parte de la canasta básica serán distribuidos de manera organizada en las 3.482 unidades de la red de Cimex y Tiendas Caribe, al tiempo que pidió a la población el combate popular para evitar el acaparamiento y la reventa”. Es muy probable que estas tiendas especializadas se encuentren pronto con problemas de abastecimientos.
El caso es que la ministra acabó reconociendo que, en el caso de los productos de aseo, que preocupan y mucho a la población porque llevan meses desaparecidos de la distribución, aunque las materias primas están en las fábricas, la demanda no se podrá atender debidamente porque la producción toma tiempo. Una justificación que poca gente va a entender, y que va a aumentar el malestar.
Productos como jabón de lavar, de baño, la crema dental y lejía, crema dental, cloro, detergente líquido, se encuentran condicionados por la capacidad de producción de la industria, sin que las OSDEs correspondientes tomen cartas en el asunto y lo resuelvan. Y luego vendrán los criterios de distribución territorial y los Consejos de Defensa, que trasladan al nivel político decisiones de consumo que deberían estar basadas en la atención a las necesidades de los clientes. Estos procesos también se, deben someter a escrutinio y constatar que en determinadas zonas las bodegas están mejor dotadas que en otras, sin criterio económico objetivo alguno.
En cuanto a la producción de nasobucos, otro producto necesario en las condiciones actuales, la ministra simplemente informó que 171 atelieres asumen esta función en toda la Isla y en cuanto a las dietas médicas, se prorrogan 180 días las que vencían en marzo y abril.
Con estas medidas en materia comercial pretende Cuba afrontar la pandemia. Malas perspectivas. Muy malas.


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