Más sobre las asambleas del partido: ahora en Camagüey

En esa especie de “road movie” que se han convertido las asambleas del Partido único que dirige el régimen castrista para explicar las ineficiencias de la economía, y tratar de convencer a un público, relativamente aburrido y bastante escéptico, de las bondades de los “Lineamientos”, ahora le ha tocado el turno a Camagüey, después de las presentaciones en Granma y Las Tunas, a las que hemos hecho referencia en otros dos trabajos anteriores.

El amable lector me va a permitir que cite, de forma expresa, las cuestiones que se han planteado por Julio César García Rodríguez, primer secretario del Partido en Camagüey, con el objetivo, según el portavoz oficial del régimen, Granma, de “encauzar la participación de los delegados a la Asamblea Provincial”. Las preguntas, por sencillas de responder para cualquiera con unos conocimientos básicos de cómo debe funcionar una economía, son las siguientes: “¿Por qué no utilizamos de forma óptima los recursos y las capacidades instaladas? ¿Por qué nos excedemos en gastos de materiales y pagos de salarios sin respaldo productivo? ¿Por qué no respetamos el presupuesto y cumplimos con los ingresos planificados?

Se trata de preguntas que vuelven de nuevo a situar el ambiente de estas reuniones del Partido único en un escenario en el que todo, absolutamente todo, se cuestiona, de acuerdo con el manual del “buen revolucionario” que ha sido aprobado en el último cónclave del partido comunista. Y en general, el punto de partida, la consideración en base a la que se quiere dar respuesta a las preguntas anteriores es errónea. En efecto, dicen los comunistas, y cito textualmente, "para actualizar nuestro modelo socialista e implementar nuevas medidas, se necesitan recursos materiales y financieros, pero sobre todo orden, disciplina, exigencia y ejemplaridad en el actuar de los cuadros, así como un mayor respeto hacia el trabajo, el incremento de la productividad y el ahorro de recursos."

Vamos a ver, ¿por dónde podemos empezar? Que conste que la respuesta debe ser muy clara y sencilla, porque tengo entendido que José Ramón Machado Ventura también se ha unido a esta “road movie” del partido único, y mucho me temo que tengamos que ser más pedagógicos por ello.

Lo primero es que, para utilizar de forma óptima los recursos y capacidades instaladas, no hace falta cambio de mentalidad alguna, ni enfoque integral del asunto, ni perderse en cifras ni generalizaciones. Lo que no se debe hacer tampoco es enfrascarse en una absurda pérdida de tiempo con más planificaciones, previsiones, análisis de medidas y desviaciones. Este modelo, la planificación burocrática estatal, no sirve. Es ineficiente, y para que los recursos de utilicen de forma óptima, se debe realizar una elección basada en la búsqueda de la maximización sometida a restricciones en la que precios y renta, configuren el espacio sobre el que definir esa elección. Esa es la esencia de la microeconomía práctica que, para los comunistas cubanos, es una actividad proscrita y penalizable, por cuanto, la obtención de rentabilidad y beneficios, se contempla como un delito.

Para que funcione ese mecanismo mágico, como en el resto de países del mundo, es necesario no sólo cambiar la mentalidad, sino el sistema: y pasar a un modelo de economía de mercado libre, eliminando para siempre la planificación como mecanismo de asignación de recursos. Pero antes, para evitar injusticias, hay que constituir un nuevo sistema de derechos de propiedad, transparente y estable, que otorgue a los cubanos la capacidad para decidir libremente su destino, sin que ningún burócrata de partido puede arrogarse una eventual superioridad moral sobre sus decisiones. Así de sencillo es el punto de partida, y no hay que complicarse más. Liberalizando la economía, dejando que los emprendedores tomen decisiones óptimas basadas en el funcionamiento eficiente de los precios, y teniendo como objetivo el beneficio y la rentabilidad, la economía cubana saldrá adelante.

Y superará los problemas de la antaño próspera ganadería camagüeyana, incapaz de atender las necesidades de consumo de leche y carne de la población, como reconocen los comunistas. Si el problema es mejorar el alimento al ganado, dispongan la libertad de creación de empresas de piensos, y verán cómo todo puede funcionar mejor, incluso con sequía, que el clima no es el problema. Si el problema es la falta de dedicación al ganado, la respuesta es la misma, qué incentivos se tienen para ello, si al final la propiedad no revierte sobre quién trabaja y se esfuerza por mejorar cada día. Si las dificultades están en las cooperativas, que se las dejen funcionar con total libertad y se eliminen los múltiples mecanismos burocráticos que los comunistas se reservan para ejercer un control sobre las mismas. Si el problema es de tecnología y de calidad, otro tanto, permitan la creación de empresas especializadas en estos servicios y que la potente I+D que se despilfarra sin sentido hacia proyectos solidarios internacionales, se oriente a estas actividades, y verán como todo mejora.

Estoy convencido de que la ganadería de Camagüey, con un sector de empresas privadas, operando en condiciones de mercado libre, y orientadas por los precios de la demanda, volvería a ser un sector potente, capaz de alimentar a la población y atender sus necesidades. Y si el máximo dirigente del Partido es consciente de los problemas, lo mejor que puede hacer es ordenar a sus integrantes la retirada y dejar que los emprendedores asuman el liderazgo de la economía.

Estas “road movie” del Partido comunista más que tratar de dar solución a los problemas, pasan revista a los ámbitos en los que la organización está presente, y ahí es donde se descubre la verdadera razón de la ineficiencia y la improductividad de la economía castrista. Pero, vamos a ver, ¿dónde y cuándo se ha visto a un Partido comunista interesarse por la producción mercantil de una economía, por los pagos de electrodomésticos, la ejecución presupuestaria, la forma de gestionarse las empresas, o la recaudación impositiva?

Esa interdependencia partido, economía, administración que estamos observando en las asambleas celebradas en Granma, Las Tunas y ahora Camagüey, es el origen de buena parte, por no decir todos, los problemas que afronta el régimen y, o se adoptan decisiones para promover un auténtico reparto de poder, y que cada uno actúe en su respectivo ámbito, o mucho nos tememos que las cosas pueden ir a peor. La mezcla y confusión de intereses económicos, políticos y sociales que se está produciendo en el régimen castrista hace inviable cualquier reforma dirigida a superar las graves ineficiencias de la economía, a la vez que blindan al poder político a cualquier cambio hacia la democracia, la libertad y los derechos humanos.

Tal vez la mejor forma de ver esa mezcla es citar expresamente las palabras de la delegada Ana Hernández Mur, posiblemente lo mejor de todo cuánto llevo escuchado en los últimos días "el Partido, a su vez, tiene que exigirle responsabilidades a la administración. Tenemos que dejar de ser las muletas de la administración, de estar resolviéndole los problemas, de estar poniendo de acuerdo a dos administrativos para que cumplan lo que es su obligación".

¿Es posible imaginar mayor grado de tensión en un sistema político, económico y social que el reflejado en esta frase? No lo creo. Otorgar a los militantes de un partido el protagonismo de las transformaciones que tienen que realizarse en Cuba, es un asunto complicado. Los que tienen que tomar decisiones económicas para producir, contratar trabajadores, vender, atender clientes, acumular beneficios y crecer, no pueden pensar en términos ideológicos, sino económicos. Es difícil que la ideología pueda dar respuesta a estas necesidades. El problema de Cuba es mucho más grave de lo que imaginamos.

Tomado de:(www.miscelaneasdecuba.net).-

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