Las preocupaciones de los mayores en Cuba: problema actual o futuro

¿Quién lo iba a decir? La “revolución” victoriosa que eligió a los niños como el objetivo principal de su estrategia de transformación social, primero convirtiéndolos en pioneros para ser iguales que el Che, luego integrándolos en las juventudes comunistas para adoctrinarlos en obedientes sirvientes de una ideología trasnochada, ahora se encuentra con el reto de atender a la población de mayor edad, al haber registrado uno de los niveles de envejecimiento y disminución de la población más elevados del planeta, y la necesidad de diseñar e implementar medidas para afrontar ese escenario en un entorno de escasez y ausencia de recursos financieros para ello.

Es como si el marxismo leninismo de Fidel y Raúl Castro les pasara factura en este último tramo de sus vidas en el que su proyecto político envejece tan rápido como la sociedad en la que viven, como si el futuro preparase para los cubanos un nuevo escenario en el que el paso del tiempo, naturalmente, se encargará de poner las cosas en su sitio adecuado.

Los datos son elocuentes. La CEPAL ya se ha venido haciendo eco de ello desde hace tiempo, pero las autoridades del régimen ahora tratan de afrontar que en los últimos 25 años el envejecimiento en la isla aumentó en 6,5 puntos porcentuales y, todavía más, ya que en 2010 la población de la tercera edad ha superado a la comprendida entre 0 y 14 años al alcanzar el 17,8% del total de los 11,2 millones de habitantes.

La Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) se ha encargado de analizar las cifras demográficas, y un estudio reciente con referencia a las cifras de CEPAL, prevé que hacia el año 2025 la población de la Isla habrá disminuido en más de 203.000 personas, que su edad media aumentará unos seis años, de 38 a 44 años y que la cifra de adultos mayores crecerá hasta situarse en 3,3 millones en 2030.

El estudio, denominado Encuesta Nacional de Envejecimiento Poblacional, ha sido realizado entre diciembre de 2010 y marzo de 2011 combinando diversos indicadores como salud, redes de apoyo y seguridad económica y para el director de la ONE es "una herramienta imprescindible para la toma de decisiones políticas”.

En general, el estudio destaca que Cuba presenta un "crecimiento poblacional muy bajo (nulo)", con índices de fecundidad por debajo del nivel de reemplazo, baja mortalidad infantil, elevada esperanza de vida (78 años) y un saldo negativo de la migración externa. Problemas que se trasladan de forma directa sobre la situación de la población de edad más avanzada que aparece como el sector más débil de la sociedad.

Los resultados de la encuesta no ofrecen duda sobre la gravedad de la situación en que se encuentran los mayores en Cuba. La mitad de los adultos mayores cubanos "siente temor o incertidumbre" respecto a su situación económica o de salud en el futuro, cuestionando así la solvencia del sistema ideado por los hermanos Castro para atender las necesidades de la población.

Mucho peor es la valoración del nivel de vida, de acuerdo con los ingresos que reciben, el 60% de los entrevistados declaró tener "privaciones y carencias" mientras que 4 de cada 10 personas respondió que "puede vivir entre bien y un poco apretado". No cabe duda que la cuestión de las pensiones que perciben los jubilados cubanos, en pesos, y con escaso poder adquisitivo alejadas de los bienes y servicios que se pueden obtener en el área de las divisas convertibles, supone un grave empobrecimiento para este sector de la población. La mayoría se queja de su entorno por la falta de iluminación, higiene y el estado de las calles, en tanto ven la televisión y la radio como sus principales fuentes de diversión.

Preguntados sobre "lo que más desean y no pueden permitirse por razones económicas", un 42,5% mencionó que “adquirir o arreglar una vivienda”, y un 16,2% dijo que disfrutar de unas vacaciones, viajes o excursiones. Desde luego, derechos básicos y fundamentales en cualquier sociedad.

No deja de ser significativo, que un régimen político que ha hecho de la igualdad el objetivo de sus políticas, observe que un porcentaje muy elevado de los mayores que mencionaron dificultades económicas eligió una opción que especifica que con sus ingresos viven "mal" y "casi no alcanza para vivir".

Sorprende el bajo porcentaje de población mayor que recibe ingresos del exterior, solamente un 15% aunque detrás de este dato pueda existir un cierto ocultamiento por temor a algún tipo de represalias. El caso es que la opción mayoritaria, el 71,2% declaró que sus ingresos proceden básicamente de la jubilación o pensión, dato que se ve agravado por el hecho de que un 54% de los cubanos mayores de 60 años son jubilados o pensionistas que no trabajan ni buscan ocupación, de acuerdo con las leyes laborales existentes en el país. Este es un segmento de población experimentado, cualificado, cuyo potencial no está siendo debidamente aprovechado en beneficio de la economía del país.

En cuanto a la estructura de gastos, los ancianos declaran que obtienen gastos médicos y facturas de servicios (electricidad, gas, agua) a precios gratuitos o subvencionados por el estado, pero tan solo un 44% afirma que puede cubrir sus gastos de alimentación por la vía estatal, viéndose obligados a recurrir a otros mecanismos de provisión, sin duda más costosos.

Tal vez lo peor es que el régimen no posee una política integral para afrontar este problema que se cierne sobre una sociedad cada vez más envejecida y estancada a nivel demográfico. Tampoco parece importarle demasiado, ya que la única decisión reconocida hasta la fecha fue la aprobación en 2008 de una nueva ley de Seguridad Social que aumentó la edad mínima de jubilación en cinco años (mujeres 60 y hombres 65) y modificó el sistema de cálculo de pensiones a partir de los salarios más altos percibidos. Ni una sola protesta sindical, ante una grave agresión a los intereses de los trabajadores.

Y poco más, porque en los “lineamientos” se incluye alguna referencia genérica a la "actualización" del socialismo con medidas que pretenden seguir transformando las pensiones y los salarios generales a partir de un pretendido aumento de la productividad, sin saber muy bien de dónde puede proceder.

Indudablemente, esa referencia raulista a la eliminación gradual de "gratuidades indebidas y subsidios excesivos", la reducción de las plantillas estatales y la apertura del sector privado para concentrar los recursos del Estado y dedicarlos a quienes más lo necesiten gravitan como una pesada losa sobre las expectativas de la población mayor, que está observando como el modelo en el que una vez creyeron, se viene abajo por los designios de la historia.

Así son las cosas. ¿Quién lo iba a decir? La generación que creyó en el proyecto de Fidel se encuentra inmersa en una grave crisis, sin que el régimen sea capaz de ofrecerle soluciones adecuadas.

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