En el día de los derechos humanos
por Elías Amor
Hoy se celebra el Día mundial de los derechos humanos.
Un día importante para un país como Cuba que
permanece ajeno a este tipo de eventos, y que se lanza a campañas de propaganda en defensa de un grupo de terroristas condenados por tribunales independientes de una justicia independiente que ha probado los
delitos y en base a una ley dicta sentencia. Terroristas que han realizado
actividades de esa índole contra medios ciudadanos pacíficos, atentando contra
intereses económicos, personales y sociales, por la defensa
de una ideología que, difícilmente puede encontrar encaje en un mundo como el
que vivimos.
Porque hoy que se celebra en todo el planeta uno de
los logros más importantes de la Humanidad, el respeto a los derechos humanos contenidos en la Carta de las Naciones que tras la segunda guerra mundial se
otorgaron la mayoría de países occidentales, desde Cuba nos llegan noticias muy
tristes y desalentadoras.
En efecto, y
según relata el diario oficial Granma, al menos cinco cubanos murieron al volcar la
rústica embarcación con la que pretendían viajar a EEUU de forma ilegal y otros 18 fueron detenidos el jueves por empleados del sector petrolero y tropas
de guarda fronteras.
La huída de Cuba por sus ciudadanos es uno de los
ejemplos históricos de lo que significa el régimen implantado por los hermanos
Castro desde comienzos de los años 60. Cada vez que un cubano se lanza a las
aguas del estrecho de la Florida, lo hace porque su vida en la Isla vale muy
poco, porque está cansado de obedecer consignas inspiradas en una absurda
ideología y porque cree que su vida vale mucho más en el exterior, reuniéndose
con los que antes que él habían abandonado la Isla en busca de un futuro mejor.
La muerte de estos cinco cubanos, relatada por varios
supervivientes del incidente, no es más que uno de los múltiples casos de
fallecimiento (miles estiman algunos analistas) de cubanos al intentar escapar
de la Isla. Durante más de tres generaciones, los cubanos tratan de escapar del
control comunista huyendo en todo tipo de artefactos y artilugios, algunos de
ellos ciertamente ingeniosos, como el camión balsa, haciéndolo de noche, a
través de puntos geográficos que se mantienen escondidos, en la costa norte de
las provincias occidentales donde la distancia a Florida es menor.
Esta vez, la rudimentaria balsa en la que viajaban unas veinte personas, volcó debido a la fuerza del oleaje y cuatro miembros del grupo fallecieron a consecuencia del accidente, mientras que se encontró en la zona el cadáver de otra persona que había saltado al mar antes de llegar a la orilla.
Esta vez, la rudimentaria balsa en la que viajaban unas veinte personas, volcó debido a la fuerza del oleaje y cuatro miembros del grupo fallecieron a consecuencia del accidente, mientras que se encontró en la zona el cadáver de otra persona que había saltado al mar antes de llegar a la orilla.
El infortunio de estos cubanos que huían del país, les
llevó a naufragar en la zona de Palmarejo, en la provincia occidental de
Mayabeque, colindante con La Habana. Históricamente, estas experiencias de
fracaso en los que pretenden huir terminan en situaciones mucho más graves aún,
con el aislamiento o la prisión de los detenidos, lo que se hace más
insostenible aún, provocando en estas personas un mayor deseo de escapar del país, lo que hacen
en cuanto pueden.
La participación del ejército y de la seguridad del
estado en la búsqueda aérea de posibles sobrevivientes y de los cuerpos de los
fallecidos en este lamentable suceso en el mar y por el litoral de la costa
norte de la isla, viene a poner de manifiesto que las autoridades trasladan a
los que se plantean huir que siguen ahí, que van a hacer todo lo posible por
evitarlo, y que las consecuencias son las ya conocidas. Una vez más, todo el
aparato político, militar y de la seguridad del estado se concentra en impedir
que los cubanos puedan ejercer un derecho humano básico, que es la libertad.
Al final, las autoridades del régimen, como casi
siempre, acusan a Estados Unidos de estas huídas ilegales por la existencia de
una ley vigente desde 1966 que establece que los cubanos que logran poner un
pie en territorio estadounidense pueden solicitar su residencia permanente. Esta
normativa de "pie seco/pie mojado" ha sido considerada por el
Gobierno de La Habana como la causa del continuo flujo de balseros cubanos en
las aguas del Estrecho de la Florida.
Se equivocan, y lo saben. Antes de 1959 no saltaban los
cubanos en balsas a las aguas turbulentas para escapar del país. Más bien todo
lo contrario. Eran muchos los ciudadanos de España, Italia o de otros países
que deseaban establecerse en Cuba con visados para desarrollar sus vidas en una
tierra de grandes posibilidades de futuro. Los datos no engañan. En 1957, más
de medio millón de italianos y españoles habían solicitado visa de residencia
en Cuba.
Ahora, más de medio siglo después, y durante tres
generaciones, los cubanos huyen del régimen comunista en lo que pueden. Las
balsas son un homenaje a ese derecho humano pisoteado por el castrismo que es
la libertad. Ese preciado don que sólo podemos valorar en su justa medida cuando
lo perdemos. La conquista de la libertad en una balsa de reducidas dimensiones
a través de un mar enfurecido, es el ejemplo de lo que significa la defensa de
los derechos humanos en Cuba. Es cierto que muchos pensarán que esa lucha por
abrir espacios a la libertad se debería realizar dentro de la Isla. Y tal vez
lleven razón, pero el mismo régimen que
obliga a los cubanos a huir en lo que pueden, elimina cualquier vestigio de oposición
organizada, criminaliza a los que piensan de otro modo y los convierte en
parias sociales. La utilización del miedo como instrumento de poder es
cotidiana en el régimen castrista. Un miedo al que se sobrepone el cubano con
la balsa de la libertad.
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