La libertad de elección de los cubanos: una asignatura pendiente
Elías Amor Bravo, economista
Un ejemplo del absurdo en que se
encuentra la economía castrista lo tenemos en Granma, hoy 21 de
abril. Que el diario único de un régimen dedique la portada a
informar de la “venta en condiciones preferenciales de 80 000
cocinas de inducción y sus menajes para los núcleos familiares
atendidos por la asistencia social en todo el país y la posibilidad
de comprar también la cocina eléctrica de resistencia mediante
crédito bancario”, no deja de ser asombroso.
Al parecer, esta “operación
económica” es el resultado de una de las disposiciones incluidas
en los llamados Lineamientos, en la que se establece “estudiar la
venta liberada de combustible doméstico y de otras tecnologías
avanzadas de cocción, como opción adicional y a precios no
subsidiados”. Al parecer ya lo han estudiado, y se han lanzado.
Detrás de esta actuación lo que se
esconde es un notable atraso de los equipamientos domésticos
cubanos, difícil de encontrar en otros países del mundo. Los
cubanos siguen utilizando, de forma muy destacada, los aparatos y
enseres que quedaron en funcionamiento en el país tras el triunfo de
la llamada “revolución” y de la misma forma que los
“almendrones” siguen recorriendo las calles de las ciudades
gracias al ingenio de los cubanos, las cocinas, tostadoras, neveras,
batidoras, y otros enseres, presentan un nivel de obsolescencia y de
atraso, que no facilita ni las condiciones de vida, ni está a la
altura de las necesidades.
Un pequeño paréntesis. Eso si. Los
cubanos con remesas del exterior o que reciben a familiares, han
podido acceder en las tiendas en divisas a los electrodomésticos y
enseres que la mayoría de la población no tiene. Y de ese modo, con
bombo y platillo se anuncia en Granma esta macrooperación, inédita
en otros países del mundo.
Algo que es tan simple en Ecuador,
República Dominicana o Costa Rica, como acudir a la tienda o
supermercado de la esquina y comprar a contado o a crédito,
cualquier electrodoméstico, en la economía economía castrista
requiere la participación activa, como dice Granma, de nada más y
nada menos que de dos directores de ministerios, de Planificación,
Evaluación y Control de Petróleo y Gas del Ministerio de Energía y
Minas (Minem) Dania Argudín Quesada, y de Petróleo y Gas, también
del Minem, Raúl Pérez de Prado.
Imagino la pérdida de tiempo, esfuerzo
e inteligencia de estos funcionarios, en operaciones que la gran
distribución logística y una adecuada red de detallistas
especializados, resuelven de manera eficiente, rápida y competitiva,
en cualquier país del mundo. Es asombroso que en la economía
castrista se regule hasta qué tipo de electrodomésticos se pueden
vender, con autorización, “cocinas de inducción y su conjunto de
menajes, que incluye una cacerola con tapa, una sartén, un jarro y
una cafetera”, acompañados de su correspondiente precio y
subsidio.
Es evidente que, desde 1959, por
desgracia, los cubanos no han tenido libertad de elección. Ya lo
hizo Fidel Castro en numerosas ocasiones como con las ollas
arroceras. Ni siquiera en asuntos tan simples como el equipamiento
doméstico los cubanos han sido libres para elegir. Que otros decidan
por ti, en una economía, es normalmente un pozo de falta de
eficiencia y de obediencia ideológica, que termina creando las condiciones
anteriormente descritas en los hogares cubanos. El régimen nunca ha
querido que los cubanos tengan libertad de elección, y 56 años
después, se sigue resistiendo, poniendo todo tipo de dificultades
para que el juego libre de la oferta y la demanda no llegue a
producirse en la economía nacional, sin posibilidad alguna de
superar estas medidas planificadoras e intervencionistas que acaban
siempre dando pésimos resultados.
Esa obsesión por el control de lo que
pueden tener o no los cubanos, de impedir su libertad de elección,
es uno de los rasgos perversos del régimen, que se tendrá que dejar
atrás cuanto antes, so pena de no poder aprovechar esos vientos de
cambio que vienen del Norte. ¿O es que alguien cree de verdad que el
embargo está fuera? A lo mejor hasta son capaces de organizar una
“mesa redonda” en la televisión única para explicar en qué
consiste esta macro operación intervencionista. Perdidos están. Sin
duda.
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