¿Qué hacer con las remesas?
Elías Amor Bravo, economista
Acaba de ser publicado un buen trabajo
de The Havana Consulting Group en el que se analiza el envío de
remesas a Cuba, observando que el mismo ha experimentado un
crecimiento sin precedentes llegando a convertirse en el flujo de
remesas más importante de Latinoamérica, alcanzado un total de
3,354 millones de dólares en 2015.
Estamos ante un fenómeno sorprendente,
inusual que pone de manifiesto de qué modo las autoridades del
régimen castrista intentan adaptarse, en este caso, a los
movimientos de capital, algo que políticamente desprecian, para
ganar tiempo. Como trataré de mostrar en este post, el régimen
carece de estrategia para conseguir que las remesas se conviertan en
un factor de crecimiento sostenible para la economía, y ello es así,
porque solo les interesan para afrontar situaciones de escasa
liquidez y mantener estructuras productivas obsoletas e ineficientes,
controladas por el estado.
Como ha señalado Emilio Morales,
presidente de The Havana Consulting Group, y coincido en su
valoración, el avance de las remesas hacia Cuba se corresponde con
la flexibilización de las "restricciones y limitaciones"
al envío de dinero por los cubanos que viven en el exterior a sus
familias. Atrás quedan los tiempos en que un cubano podía ser
enviado a prisión por tener divisas encima. Los tiempos cambian, y
el régimen castrista se mantiene, ahora más beneficiado por el
deshielo de relaciones con EEUU, donde residen 2 millones de cubanos.
La cuestión es qué hace el régimen
castrista con este flujo de dinero, y lo que es más importante aún,
¿qué podría hacer para mejorar las condiciones de vida de los
cubanos?
La primera pregunta tiene respuesta en
el informe. Las remesas actualmente sirven al régimen para
"apuntalar la escasez de divisas" de que adolece la
economía de la isla. La amenaza de la pérdida de petróleo
subvencionado procedente de Venezuela podría suponer un nuevo
“período especial” de consecuencias nefastas para la economía,
de ahí que las remesas son apreciadas y valoradas. Conviene tener en
cuenta que Cuba ha pasado a registrar el mayor crecimiento de remesas
en Latinoamérica, si bien continúa por detrás de otros países
como México, 23,645 millones de dólares en remesas en 2014,
Colombia 4,093 millones, República Dominicana 4,571 millones,
Guatemala 5,544 millones, Honduras 3,353 millones y El Salvador 4,217
millones. Los autores del informe señalan que de continuar esta
tendencia de crecimiento, Cuba podría superar en materia de remesas,
en los próximos cinco años a países como Colombia, El Salvador y
República Dominicana.
Además, el informe destaca que en
2015,"un total de 538.433 cubanos y cubano-estadounidenses viajaron a
la isla o lo hicieron a Estados Unidos, para luego regresar, lo que
significa un crecimiento del 328% en el número de
cubano-estadounidenses con destino a la isla respecto del año 2007".
Cifras de esta magnitud aportan un componente adicional a la entrada
de dinero en Cuba, de modo que los límites existentes a las remesas,
han quedado parcialmente diluidos. El uso de medios de pago
vinculados a las remesas, como las tarjetas de débito y crédito,
podría aumentar incluso más, si el sistema financiero en Cuba lo
facilitase.
La segunda pregunta es más difícil de
responder. Una parte importante de las remesas tiene, como ya he
señalado en otros artículos en el blog, un componente asistencial y
se traslada de forma directa a consumo, permitiendo a las familias
cubanas acceder a bienes y servicios que con sus sueldos o pensiones
en CUP no podrían obtener. En ese sentido, las remesas suponen un
estímulo del consumo privado, de manera muy destacada, lo que está
en el origen de las tensiones alcistas de los precios de la economía que el régimen no consigue atenuar.
Una parte menor de las remesas se
destina al apoyo de las escasas iniciativas que el régimen autoriza
para el establecimiento de pequeños negocios en el sector privado,
sometidos a un alto nivel de control económico y de presión fiscal,
que impide su crecimiento. Otro aspecto no menos importante se
refiera a la inexistencia de un marco jurídico para los derechos de
propiedad, lo que impide, por ejemplo, capitalizar las remesas activos de propiedad, por ejemplo, inmuebles, suelo, etc.
De ese modo, la cifra de las remesas,
que, según el informe de The Havana Consulting Group, supera a sectores estratégicos de la economía cubana como la
exportación de níquel, azúcar, tabaco, medicamentos y los ingresos
derivados del turismo, se canaliza principalmente en forma de consumo privado, lo
que revierte, directamente a las arcas del estado, al centrarse una
parte muy destacada de las transacciones en los establecimientos de
propiedad estatal.
No obstante, existe una política alternativa con las remesas que llegan a Cuba que el régimen no quiere. Las remesas deberían ser destinadas a la recuperación del
patrimonio inmueble de la nación y con ello, propiciar el nacimiento y desarrollo
de un mercado de vivienda privada que permitiera a los cubanos mejorar sus
condiciones de vida y garantizar el acceso a viviendas dignas en
cantidad y calidad. Por otra parte, esa política favorecería el
nacimiento de un sector constructor privado, vinculado al desarrollo
inmobiliario, con la participación de franquicias y subcontratistas
del sur de Florida, que contribuirían a estrechar los lazos entre
cubanos.
Si se despejaran las dudas existentes sobre los derechos de
propiedad, esta vía sería muy importante para la generación de
empleo y riqueza en Cuba, transformando en profundidad ese sistema
obsoleto y decadente que el régimen se empeña en orientar hacia
2030 o no se sabe bien cuándo. El valor añadido del sector constructor en Cuba es prácticamente el mismo que el importe de las remesas procedentes del exteiror. Un dato más a tener en cuenta. Una de las muchas cosas que
se podrían hacer con las remesas, para no perder más tiempo.
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