Una primera valoración del Informe de CEPAL sobre la economía castrista
Elías Amor Bravo, economista
El Informe de CEPAL
“Balance preliminar de las economías de América Latina y el
Caribe” recién publicado, ha ofrecido datos relativos al
comportamiento de la economía castrista en 2017. Una buena noticia,
si se tiene en cuenta el silencio en la Oficina Nacional de
Estadística de Cuba en las cuentas nacionales, que habiendo
transcurrido todo 2017 continúa sin aportar evidencias o datos
relativos al ejercicio de 2016. Ese parón informativo oficial, solo
compensado con los datos parciales y poco conexos que se ofrecen en
las sesiones de la Asamblea nacional, ha impedido realizar un
análisis de coyuntura de la economía castrista, y en concreto, del
impacto de las actuales reformas raulistas.
CEPAL se arriesga a
hacerlo y lo cierto es que los resultados han sorprendido. El
organismo internacional afirma que “después de una contracción de
la economía cubana del 0,9% en 2016, en 2017 se proyecta una ligera
recuperación del 0,5%”, que la sitúa en el puesto 27º del
ranking de países de América Latina y el Caribe por cifra de
crecimiento. En el curso de un solo año, la economía castrista que
había entrado en una grave recesión, reconocida incluso por los
dirigentes del régimen, ha superado el descenso en caída libre y ha
conseguido remontar. Dicho de otro modo, en el curso de este último
año, en algún momento la economía castrista ha debido estar
creciendo por encima del 2% anual.
¿Podemos confiar en
este dato y el análisis que subyace al mismo? ¿Ha existido algún
indicador parcial que lleve a suponer que el crecimiento de la
economía ha alcanzado en 2017, en algún momento, esas cifras?
Resulta difícil hacerlo. CEPAL considera en su Informe que el origen
de ese mayor dinamismo de la economía castrista se encuentra en el
resultado combinado del “comportamiento positivo del flujo de
turistas hacia el país y el impulso fiscal”.
Podemos suponer que
los datos relativos a turismo han supuesto una mejoría en la
economía. Eso no es lo que dice el régimen. El informe “Turismo
nacional” que acaba de ser publicado en la ONEI con datos
comparativos del ejercicio 2016 y el 2015, no ofrecen datos
positivos. Todo lo contrario. Descendieron el número de viajeros y
turistas, las pernoctaciones, los ingresos totales, y lo único que
aumentó de forma moderada fue el ingreso medio por turista, un 0,7%.
Cierto es que se trata de datos relativos al ejercicio 2016, y que en
2017 la situación ha podido ser mejor, pero desde luego, el punto de
partida en absoluto se puede calificar como positivo. Hemos de
esperar los datos de 2017 para confirmar ese impacto positivo del
turismo que CEPAL traslada sobre la economía.
En su Informe, CEPAL
confirma el dinamismo del flujo de turistas en 2017, de modo que a
principios de noviembre se superó la cifra récord de 4 millones
observada en 2016, estimando que el cierre de año alcance una cifra
superior a los 4,7 millones de visitantes. En todo caso, se trata de
cifras provisionales que tienen que ser sometidas a una valoración
final que llegará previsiblemente en 2018.
En cuanto al
denominado “impulso fiscal”, no parece muy razonable apostar por
este tipo de políticas justo cuando la economía se encuentra
altamente endeudada y carece de fuentes externas de liquidez, que el
informe de CEPAL justifica por “la difícil situación económica
por la que atraviesa la República Bolivariana de Venezuela (uno de
los principales socios comerciales de Cuba)”, reconociendo así la
dependencia externa que tiene Cuba del petróleo chavista y las
repercusiones, sin duda negativas, que se producen de un recorte de
esos envíos. Otros factores que tampoco han debido beneficiar a la
economía en 2017 son “los efectos climatológicos extremos sobre
la actividad agropecuaria”, y una vez más, CEPAL insiste en “el
endurecimiento parcial del bloqueo estadounidense”.
Con unas entradas de
petróleo cada vez menores, cifras de turismo que no fueron
favorables en el ejercicio en 2016, incidencia de la climatología
adversa y expansión del déficit fiscal, que con menos ingresos como
consecuencia de la adversa situación económica, llegó a alcanzar
el 6,8% del PIB, los fundamentos de la economía castrista para el
ejercicio 2017 no eran los más favorables para suponer que en algún
momento del mismo se alcanzaran crecimientos que permitieran superar
el fuerte impacto de la recesión en 2016.
De hecho, la gestión
económica se ha visto complicada por el aumento espectacular
registrado por el déficit presupuestario, que se ha situado cerca de
los 11.500 millones de pesos (el 12% del PIB presupuestado), en total
5.000 millones de pesos más que el abultado déficit de 2016. El
Informe de CEPAL destaca los vaivenes en la gestión presupuestaria,
con “la reducción del impuesto por la utilización de la fuerza de
trabajo al 5% del salario devengado, así como los incrementos del
29,2% en el gasto en actividades no presupuestadas y del 42,9% en
gastos y transferencias de capital con respecto a lo ejecutado en
2016”. Los datos disponibles apuntan a que el incremento del
déficit preupuestario en 2017, se ha visto agravado por “la
atención urgente a la reconstrucción de hogares e infraestructura
por daños provocados por el huracán Irma”.
A1 régimen no se le
ocurrió otra cosa, ante el descontrol del déficit presupuestario,
que aumentar la presión fiscal. CEPAL lo destaca en su informe y
señala al respecto, “al cierre del primer semestre de 2017, los
ingresos públicos se incrementaron ligeramente por encima de lo
presupuestado, impulsados por el desempeño de la recaudación de
impuestos sobre utilidades e ingresos personales”. Una vez más, el
incipiente sector privado y de trabajadores por cuenta propia salva
al régimen de sus desequilibrios fiscales y parece que esta será la
tónica venidera, ante la negativa a introducir cambios en la
estructura de los derechos de propiedad al conjunto de la economía.
El necesario control
de los gastos para afrontar la dinámica expansiva del déficit
presupuestario se tradujo, como viene siendo habitual en la política
económica castrista, en una paralización de las inversiones en
infraestructuras, en rubros como la vivienda y edificios, el
mantenimiento constructivo y los insumos intermedios.
CEPAL observa en su
informe que esta gestión presupuestaria, consistente en más presión
fiscal y menos inversión en infraestructura, “tuvo como resultado
que el déficit fiscal acumulado en el primer semestre rondara los
4.500 millones de pesos y fuera financiado mediante la colocación de
bonos soberanos en el sistema bancario nacional” una política que
viene siendo habitual ante la falta de inversores institucionales
internacionales. Como consecuencia de ello, “durante el mismo
periodo se reportó el pago de deuda pública por 2.306 millones de
dólares”.
Los instrumentos de
la política monetaria, como el control del tipo de cambio, el manejo
de las tasas de interés y el encaje legal permanecieron sin cambios,
acentuando el carácter pasivo y dependiente del gobierno de la
actuación por el banco central, en el contexto de una economía
planificada centralmente donde las decisiones del ejecutivo limitan
la autonomía de las instituciones monetarias para el control
económico. A resultas de esa inacción del banco central, en 2016,
el
agregado monetario
M2 aumentó de forma espectacular un 13,1% en términos nominales,
impulsado por la expansión del 15,9% del efectivo en circulación,
que según CEPAL viene explicado, al menos parcialmente, por “la
evolución del capital de trabajo de los trabajadores del sector no
estatal”. El descontrol monetario apunta a problemas estructurales
a medio plazo. CEPAL constata que “aún cuando la inflación de
precios al consumidor se mantuvo baja durante el primer semestre del
año ante mejores condiciones de oferta, sin embargo, dicha tendencia
podría haberse revertido en el segundo semestre debido al impacto
del huracán Irma sobre el abasto de alimentos”.
CEPAL pasa revista
en el informe a algunos de los movimientos del régimen, casi todos
ellos producidos a finales del año, y que tienen una incidencia
limitada en el comportamiento de la economía. Desde la entrada en
vigor en noviembre de 2017 de las medidas de Estados Unidos que
imponían restricciones adicionales a la inversión, los intercambios
comerciales y los viajes de sus ciudadanos a Cuba, a la firma, en
esas mismas fechas, de un acuerdo para la exportación de carbón
vegetal a los Estados Unidos, o la inauguración de una distribuidora
de una empresa de equipo industrial estadounidense en la Zona
Especial de Desarrollo Mariel, hasta la entrada en vigor también en
noviembre, del acuerdo de diálogo político y cooperación con la
Unión Europea.
De igual modo, un
mes antes se firmó un convenio marco con China con líneas de
crédito
para inversión en
el sector de la energía. CEPAL también se refirió a la
presentación en noviembre de la actualización de la cartera de
oportunidades e inversión extranjera, en la que se incorporan 156
proyectos centrados en los sectores de turismo, agroindustrial,
alimentario, energético y de construcción. De acuerdo con cifras
del Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, durante
2017 se han anunciado proyectos de inversión extranjera directa
(IED) que suman 2.000 millones de dólares, concentrados en
infraestructura turística y de energía. Y en efecto, se trata de
anuncios, cuya concreción podrá dilatarse en el tiempo y que por
tanto, no tiene concreción alguna en el actual ejercicio.
El comercio exterior
tampoco ofrece motivos de satisfacción. El punto de partida en 2016
era ciertamente negativo, tras la caída de casi un 30% en las
exportaciones de mercancías en afectadas por los menores volúmenes
de producción y un escenario adverso de precios. Para afrontar esta
situación y evitar una expansión del déficit de la balanza de
mercancías, el régimen redujo las importaciones en buena medida
también como consecuencia de las dificultades en el acceso a crédito
comercial asociado a los saldos pendientes de pago en cartas de
crédito. A resultas de ello, el efecto combinado de menos
exportaciones e importaciones a la baja supuso un descenso de 400
millones de dólares en el déficit comercial, con un impacto
claramente negativo en la economía, dada la estrecha dependencia que
tiene la economía cubana del exterior.
De igual modo, CEPAL
destaca que durante el primer semestre de 2017 ya se observó una
ligera recuperación de las exportaciones de bienes, impulsadas por
la dinámica de precios internacionales. No obstante, ese mejor
comportamiento de la exportación en 2017 ha podido verse afectado de
forma negativa por los daños vinculados al huracán Irma durante el
segundo semestre de 2017.
En lo que respecta a
la exportación de servicios, CEPAL destacó igualmente la influencia
de las exportaciones de servicios de salud, privilegiando el
otorgamiento de dichos servicios a los visitantes que llegan a la
isla a través del turismo de salud.
A partir de este
análisis que combina el efecto de los desequilibrios estructurales
interno y externo de la economía castrista, ¿podemos realmente
concluir que la recesión se ha superado en 2017? Algunos datos de
2016 no ofrecían motivos de optimismo, caídas muy importantes en
los sectores de manufactura (-3%), construcción (-4,6%) y salud
pública (-5,3%) que no fueron compensadas por la expansión en
transporte, almacenamiento y comunicaciones (5%) y hoteles y
restaurantes (5,l%). A partir de estas cifras tan bajas, que se
producían tan solo un año antes, suponer que en el primer semestre
de 2017 se retomó la senda de crecimiento, con una expansión
interanual del 1,1%, parece ciertamente bastante improbable.
Confiar el
crecimiento de la economía a la dinámica más favorable del turismo
no parece razonable, si se piensa que el peso de esta actividad sigue
siendo relativamente reducido en términos de PIB y de ocupación
alrededor del 6% (en España alcanza un 15% de media).
CEPAL atribuye parte
del mayor dinamismo de la economía en 2017 al positivo desempeño
del transporte, y esto no parece corresponderse con las quejas que
continuamente se publican en los medios oficiales con relación a los
pésimos servicios de la compañía estatal.
También señala en
el Informe que se ha producido una aceleración de la actividad
agropecuaria, que no se refleja en los indicadores del año en curso
(entre enero y junio se han producido descensos en la producción de
los tubérculos y raíces, de un 12% que no se han compensado con los
aumentos muy moderados en hortalizas y frutas, un 1,9%).
CEPAL considera
igualmente que se ha producido una cierta recuperación del sector de
la construcción, pero no existen evidencias que confirmen que ello
ha sido así. La realidad es que en 2016 el número de viviendas
construidas volvió a descender, y no existen datos que confirmen que
esta tendencia ha podido cambiar en 2017.
Este diagnóstico se
ve, además, complicado por los efectos que tiene sobre la actividad
económica el impacto del huracán Irina, principalmente sobre el
sector agropecuario, pero también en el turismo obligando a realizar
inversiones a toda prisa que no se encontraban previstas.
CEPAL señala que el
único dato que se puede exhibir como favorable, la evolución de la
tasa de desempleo, que se redujo de un 2,4% en 2015 a un 2,0% en
2016, se explica como consecuencia de “la tendencia negativa
observada en la tasa de participación desde 2011, en la que inciden
tanto la dinámica demográfica de la población como los patrones de
migración internacional”. Un buen resultado que coincide con un
pésimo escenario para la economía cubana que puede comprometer sus
posibilidades de desarrollo sostenible. Incluso, como señala CEPAL,
el buen dato relativo al aumento de trabajadores por cuenta propia,
que fue del 10,8% puede verse comprometido, tras el anuncio del
gobierno “de suspender temporalmente la entrega de permisos para
diversas actividades”. La información relativa a salarios, en base
a datos oficiales, no permite afirmar que el poder adquisitivo de los
cubanos haya mejorado en 2017.
Por todo ello, si
difícil es creer en una recuperación del 0,5% para la economía
castrista en 2017, más complicado es asumir que en 2018, como
destaca la CEPAL “se proyecta una ligera aceleración de la tasa de
crecimiento para alcanzar un 1% sobre la base de un continuado
dinamismo de la actividad turística, una regularización en el
abasto de productos energéticos, una modesta mejoría de los precios
internacionales de los principales productos de exportación y un
mayor gasto asociado al esfuerzo de reconstrucción de los daños
ocasionados por el huracán Irma”. Estos motores de cola no están
funcionando bien, algunos incluso están parados y no ofrecen
expectativas de arrancar. El relevo de Raúl Castro en el poder se
producirá en un escenario gravemente comprometido para la economía.
El resultado, ya se verá.
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