¿Agilizar los trámites de la inversión extranjera en Cuba? No es suficiente
Elías Amor Bravo, economista
La prensa comunista cubana dedica hoy
extensos reportajes a las nuevas normas jurídicas publicadas en la
Gaceta Oficial Extraordinaria número 38, un decreto y tres
resoluciones, que tienen como objetivo acelerar los procesos de
negociación y presentación de los proyectos de inversión
extranjera. Preocupados por el parón inversor, que continúa sin
alcanzar las cifras previstas en la Ley 118 y en los llamados
Lineamientos, los dirigentes comunistas se lanzan a introducir una
serie de reformas en los textos legales y administrativos para
intentar que el capital extranjero llegue a la isla.
Se equivocan. No es éste el problema
principal que frena la inversión multinacional en la Isla. Por
supuesto que la burocracia es un aspecto a tener en cuenta, pero no
es el más importante. Ni siquiera el único. Eliminar un estudio de
factibilidad y flexibilizar los pasos en la confección de un
expediente de inversión puede ser útil, pero no es el origen de la
escasa atención del capital extranjero por la economía comunista
cubana. Tampoco va a servir de mucho el galimatías de que “los
negociadores tengan que presentar desde el inicio los aportes del
capital social de las partes, o que se reformen las bases
metodológicas de la negociación hacia indicadores sectoriales, los
requisitos del estudio de impacto ambiental y el informe final que se
presente a los comités evaluadores”.
Lo venimos diciendo en este blog
desde hace tiempo. Para que la inversión internacional llegue a
Cuba, donde existen posibilidades reales de hacer buenos negocios,
hay que girar en 180º el modelo diseñado por el régimen y, desde
luego, alinear la política de captación con la de otros países de
la zona que compiten con Cuba por atraer el inversor foráneo, con
propuestas atractivas e inteligentes. Es el caso reciente de Puerto
Rico, cuyo gobernador Roselló quiere atraer a la isla a
profesionales que teletrabajan a nivel mundial, ofreciendo un espacio tranquilo y de
alta calidad de vida para que realicen su actividad desde la isla.
Una idea magnífica porque el futuro del comercio mundial está en
los servicios, la creatividad y el diseño, y apostar por estos
profesionales es acertado. En Cuba, los dirigentes comunistas siguen pensando en las Zonas de desarrollo Especial de mediados de los años 80 del siglo pasado.
En Cuba, la burocracia comunista,
empeñada en respetar los documentos, los lineamientos y las
directrices del partido único al que sirve, no se da cuenta de
estos cambios en la economía mundial ni tampoco se prepara, con
acierto, para afrontar los retos de la cuarta revolución industrial
en curso. Si realmente desean que la inversión extranjera sea una
fuente importante para el desarrollo del país, algo tendrán que
hacer, porque la línea que han llevado en los últimos años no ha
dado buenos resultados, ni está bien centrada, ni cumple con los
objetivos.
Entonces, ¿qué se tiene que hacer?
La respuesta a esta pregunta es sencilla. Todo lo contrario. Por
ejemplo, la cartera de oportunidades ha mostrado, desde su creación,
que no interesa a los inversores extranjeros, que desean colocar su
dinero allí donde más les interesa, y no dónde una burocracia
organizada de partido único les imponga el destino. La cartera está
muerta.
Hay que revisar en profundidad todos
los aspectos relativos a las relaciones laborales. Los empresarios
extranjeros se quejan de la falta de empleo cualificado en la isla.
Los "logros" de la educación han ido por un camino distinto a las
competencias que hacen a los trabajadores productivos para las
empresas. De nada sirve derogar alguna resolución publicada hace 4
años que servía de poco para regular el marco laboral, si la nueva
no ayuda a mejorar las condiciones de contratación, recompensa,
promoción y cualificación de los trabajadores. Los empresarios
extranjeros, cuando abrazan un proyecto y lo ponen en marcha, tienden
a preocuparse menos por las indemnizaciones a los empleados, ya que su
objetivo es sacar adelante el proyecto, nunca cerrarlo. Salvo que le
obliguen las autoridades. Otra cuestión a tener en cuenta.
Es muy bonito proclamar que
“la inversión
extranjera en Cuba desea
lograr un
desarrollo sostenible, acceder a nuevos mercados, e
insertar productos y servicios cubanos en cadenas internacionales de
valor y generar otros efectos positivos hacia su industria
doméstica”. Como
enunciado está bien, pero la pregunta es ¿se corresponde el mismo
con la especialización de la economía y las tendencias de futuro en
el comercio mundial? Pensar como se hace en los “lineamientos”
comunistas en crear sectores estratégicos en la economía cubana es
algo que con la inversión extranjera costará difícil de lograr.¿Es acaso un campo de golf o un embarcadero de cruceros una actividad estratégica?
Los problemas de fondo relacionados
con la inversión extranjera, los que realmente frenan su desarrollo,
se encuentran en, primer lugar, en el bajo crecimiento de la
economía, una media del 1,7% entre 2011 y 2016, que es menos de la
mitad de la registrada en América Latina, por encima del 4%. El
capital extranjero busca economías dinámicas y en crecimiento.
En segundo lugar, la baja capacidad
adquisitiva de la población con salarios nominales de los más bajos
del mundo y mercados de consumo desabastecidos por culpa de políticas
de precios topados y racionamientos, tampoco es aliciente para un
empresario extranjero al que obligan a fabricar para el mercado
interno.
En tercero, la dualidad monetaria que
se mantiene en el tiempo, es otro freno a las inversiones
extranjeras, porque exige unos esfuerzos de contabilidad y de
captación de recursos que acaba dificultando el proceso de
repatriación de beneficios a las casas centrales.
En cuarto lugar, se destaca como
importante, la ausencia de un mercado interno financiero, donde el
sistema bancario opera como una correa de trasmisión del poder
estatal, y no existe ahorro ni crédito, y los tipos de interés no
se regulan por las fuerzas del mercado, limita la participación del
capital extranjero que no encuentra contrapartes dispuestas a poner
su financiación en los proyectos.
Además, y no por ello menos
importante, las limitaciones que tienen los empresarios extranjeros
para desarrollar sus iniciativas con los cubanos, como por ejemplo,
los arrendatarios de tierras o los trabajadores por cuenta propia. Estas prohibiciones legales frenan notablemente las acciones del capital extranjero que además,
impiden a los sectores más productivos de la economía crecer y
aumentar su dimensión.
Si a todo ello se añade la facultad
expropiatoria y confiscatoria del estado que rige en la constitución, o el declarado modelo de estado socialista, en el que la propiedad estatal predomina
sobre la privada, y la planificación central de la economía, de
inspiración estalinista, es el modelo económico, nada que decir
respecto de los temores y dudas que todo ello puede provocar en el inversor
extranjero que no desea perder su dinero ni que nadie le diga lo que
tiene que hacer.
Sinceramente, creo que Déborah
Rivas Saavedra, directora general de Inversión Extranjera, del
Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (Mincex)
debe reflexionar sobre todas estas cosas. Le vale.
Es absurdo que le den promoción a la inversion extranjera , cuando son los nacionales los que deben invertir en su tierra, enrriquecerse y empoderarse y luego estos mismo se asociaran a cualquier capital extranjero para ampliar y diversificar el mercado interno.
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