Rusia hace acto de presencia en la asamblea nacional de Cuba

Elías Amor Bravo economista

No parece muy normal que, justo en la fecha de la constitución de la nueva asamblea nacional, anden de visita oficial por La Habana tres dirigentes de otros países, me refiero al ministro de exteriores de Singapur, Vivian Balakrishnan, el presidente de la Asamblea Nacional de Vietnam, Vuong Dinh Hue, y el más destacado de todos, el ministro de asuntos exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov. Este último procedente de un recorrido por Brasil y Venezuela, dedica, según la prensa estatal, su visita oficial de dos días a Cuba al impulso a la cooperación política, económica, educativa y cultural. Lavrov fue recibido por Raúl Castro, Díaz Canel y Rodríguez, en una demostración de la importancia que Cuba otorga a las relaciones con Rusia, incluso en momentos complicados como el actual.

En plena constitución de la asamblea nacional, con la elección de Díaz Canel, primer ministro y restantes miembros del aparato del estado comunista, que todos estos dirigentes extranjeros lleguen de visita oficial no deja de ser un incordio, y es probable que más de uno se pregunte por qué se ha elegido este momento tan especial para ello. Rodríguez Parrilla va a estar ocupado, y a lo mejor, es el que ha buscado esta llegada masiva de viajeros para que su jefe de filas, una vez elegido por esa asamblea, lo vuelva a nombrar ministro de exteriores. ¿Quién sabe? Los caminos de la política castrista son inescrutables.

El caso es que descontando que la visita de los dirigentes de Vietnam y de Singapur pasará sin pena ni gloria, aunque Granma dedicó un opúsculo al “cálido abrazo de Vietnam”, no cabe duda que el interés se centra en Serguéi Lavrov y su agenda “secreta”, que será, sin duda alguna, lo más relevante de todo este despliegue. Después de visitar Brasil y Venezuela con objetivos similares, y plantear la visita a Nicaragua una vez que finalice en La Habana, los rusos desvelan sus cartas, entrando en relación directa con los países que están al frente de movimientos populistas de izquierda alentados por las doctrinas políticas del foro de Sao Paulo. ¿Quién lo iba a decir? Brasil, Venezuela, Cuba y Nicaragua dando el apoyo a los crímenes de guerra de Putin en Ucrania. Lo que es el dinero.

Moscú es uno de los primeros socios comerciales de la isla y las relaciones entre los dos países han mejorado desde la guerra de Ucrania, en lo que se ha interpretado como el pago de Putin al apoyo otorgado a nivel internacional. Al fin y al cabo, Rusia produce petróleo y algún barco podría estar en camino para aliviar la escasez de gasolina de la Isla. Y por ese petróleo, en realidad, Cuba está manchando su imagen internacional en Naciones Unidas, poniéndose del lado de quién organiza una guerra criminal en Ucrania y, por ello, acabará pagando un alto precio.

Algunos analistas dudan de la rentabilidad política de ese apoyo cubano a Rusia por las consecuencias, sin duda graves, que llegarán una vez termine el conflicto bélico y se restaure el marco de la geopolítica internacional. En todo caso, Rusia y Cuba siempre alardean que sus relaciones están basadas en “históricos lazos de amistad y un diálogo político encaminado al impulso de la cooperación en todas las esferas”, pero lo cierto es que la propuesta rusa de transformación económica de Cuba cayó en saco roto y nada se ha conocido de la misma desde la publicación en Sputnik.

En La Habana consideran que las relaciones con Rusia son fundamentales, no solo para suplir los escasos envíos de petróleo de Venezuela, sino para mantener con vida ese engendro conocido como “plan de desarrollo económico-social de Cuba hasta 2030” del que poco se sabe en cuanto a su implementación, pero que establece la colaboración con empresas en los sectores de la energía y la industria. Todavía no se conoce iniciativa alguna en este ámbito.

También en La Habana otorgan una importancia destacada a una denominada “comisión intergubernamental cubano-rusa para la colaboración económico-comercial y científico-técnica” porque la califican como “mecanismo esencial en el seguimiento y concreción de proyectos conjuntos y la materialización de la voluntad de ampliar la presencia de inversionistas en la isla”. Esta comisión debe trabajar poco, o hacerlo en la más absoluta oscuridad. En los últimos tres meses, no se ha publicado en la prensa estatal una sola información que indique alguna reunión de trabajo o jornada de esta comisión. Está desaparecida.

En definitiva, los mismos asuntos de siempre que forman parte, una y otra vez, de la aburrida agenda de relaciones entre los dos países, como por ejemplo el agradecimiento de La Habana al voto de Moscú a favor de la resolución presentada cada año ante la Organización de Naciones Unidas pidiendo el cese del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos. Debería agradecer también a otros 190 países, ¿o tal vez no? Y, por último, el comunicado de la prensa oficial dijo que se reconocen las contribuciones de Rusia en los últimos tiempos, como el envío de insumos desde agosto de 2021, para luchar contra la pandemia Covid-19, y la donación el pasado mes de febrero de 25 mil toneladas de harina de trigo. Realmente, el verdadero protagonista de estas visitas internacionales ha sido Rodríguez Parrilla, que se ha reservado minutos de gloria en pleno proceso de cambios en la cúpula ministerial. Se aseguró su plaza.

El ministro de exteriores castrista dijo que “Cuba condena las sanciones unilaterales y se opone a la política de aislamiento contra la Federación de Rusia, incluso en organismos internacionales. Rechazamos enérgicamente la expansión de la OTAN que continúa hasta las fronteras rusas, causa principal del actual conflicto en Europa”, una posición que puede tener sus costes políticos a nivel internacional, y a continuación siguiendo el guion de los chinos en este mismo asunto, dijo “que Cuba aboga por una solución diplomática, constructiva y realista de la actual crisis por medios pacíficos, que garanticen la seguridad y la soberanía a todos, así como la paz y la estabilidad regional e internacional”. Y luego pretenden que se crea en la soberanía nacional de Cuba y que se disponga reconocimiento internacional a su causa, a la vez que el mundo acepte esta posición de difícil encuadre de Cuba.

Lavrov aprovechó la plataforma cubana para esbozar un discurso de complejo encaje según el cual “ las tensiones se multiplican en el mundo y existe un intento de Occidente de mantener su poder hegemónico, socavando la soberanía de otros países" y también denunció los recientes acontecimientos que muestran un "recrudecimiento de las sanciones de Estados Unidos”. Una posición que resulta complicada de entender para los millonarios rusos que sufren en sus carnes las consecuencias de esta huida delante de Putin y sus aliados.

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