Pasos hacia el desastre de la bancarización

Elías Amor Bravo economista

La bancarización en Cuba se está convirtiendo en un sainete de esos que aburren por falta de calidad del libreto y el elenco que participa. Transcurrido casi medio año desde la aprobación de la Resolución 111 del Banco Central de Cuba, la conclusión a la que se puede llegar es que el proceso va como va, sin orden ni concierto, y los intentos de los dirigentes por revestirlo de cierto orden, caen en saco roto. Es como una segunda edición del desastre de la tarea ordenamiento, pero esta vez tropezando con la misma piedra. Incomprensible. Vean si no, lo que se dijo en un programa de Mesa redonda por Joaquín Alonso presidente del Banco, y sus subordinados Julio Pérez director general de Sistemas de Pago del Banco; y el vicepresidente, Alberto Quiñones.

Vaya por delante que es necesario destacar que cualquier espectador que hubiera seguido esta edición del programa estelar de Randy Alonso, lo más probable es que al final tuviera más dudas e inquietudes que al principio. Todos los participantes orillaron el proceso y ninguno se atrevió a reconocer lo evidente a todas luces: un nuevo fracaso del régimen comunista está a las puertas.

Y el primero en contribuir a la confusión fue Joaquín Alonso cuando dijo que en Cuba se habla de "bancarizar las operaciones, en vez de acceder al servicio bancario, porque todos los actores de la economía ya cuentan con pleno acceso a los servicios bancarios", lo que según afirmó de forma sorprendente “nos diferencia de otras naciones”. Claro, decir eso y decir nada es lo mismo, porque Randy no hizo la pregunta que debía haber hecho en este momento, ¿entonces por qué los cubanos siguen usando el efectivo en sus transacciones habituales?

Vaya por delante que ninguno de los participantes dijo nada de eso. Se dedicaron a citar las fuertes inversiones en equipamiento tecnológico y en terminales de puntos de venta, que luego no se aprovechan, destacando que “con los recursos disponibles, los compañeros de Etecsa, Enzona y el sistema bancario nos hemos vinculado y tenemos posibilidades de seguir avanzando en la bancarización de las transacciones”. Pero de nuevo, ¿por qué los cubanos usan el efectivo y huyen de los bancos? Es lo mismo que el turismo, ¿para qué construir habitaciones de hoteles si luego se quedan vacías?

El presidente del Banco dijo entonces una de las cosas que más llamaron la atención, que una de las necesidades para desarrollar la bancarización, se encuentra en el alto costo del efectivo. Si, han oído bien: el presidente del Banco dijo que “usar los billetes significa importar papel, tintas, mantener el equipamiento; luego hay que transportarlos, distribuirlos, contarlos; y con alrededor de 10 vueltas en la economía se deterioran, entonces hay que destruir los billetes y volverlos a producir. Es un costo permanente en todas las operaciones bancarias, y lleva detrás gran fuerza de trabajo, equipamiento y consumo energético”.

Increíble pero cierto. Cuba tiene problemas para producir los billetes de su sistema monetario. ¿Han oído alguna vez a un solo país del mundo que diga tener este problema? Pues no. No existe. Solo Cuba. Ahora relájense que el sainete apenas había empezado.

Después, el presidente del Banco dijo que “entre los factores que conducen al encarecimiento de las transacciones está el crecimiento y aparición de nuevos actores económicos, cada vez hay más entidades por atender y más circulación monetaria. Al mismo tiempo, más actores económicos implican mayor número de personas para ir al banco a depositar y extraer efectivo, lo cual encarece también las operaciones bancarias”. En ausencia de culpa al embargo/bloqueo, ahora son los nuevos actores económicos.

Otra barbaridad, porque en realidad el causante del aumento de la circulación monetaria no es un pequeño y apenas marginal sector privado que lucha contra el poder estatal para abrir espacios, sino un déficit del sector estatal descontrolado que se tiene que financiar con bonos soberanos que eliminan la liquidez de los bancos y la ponen al servicio de un estado que solo despilfarra en gastos. Claro, esto nadie lo dijo, pero es la realidad.

Pero el presidente del Banco siguió y dijo que “a lo anterior se suma que existe una distorsión en los ingresos salariales de las personas que trabajan en el sector estatal, con relación a los trabajadores del sector no estatal. El banco no es de las entidades que más paga en salarios y utilidades, por lo que hemos tenido una descapitalización importante en nuestra fuerza de trabajo, y las líneas de cajeros tienen afectación”. Es decir, según este argumento, la gente deja los empleos en los bancos estatales porque son un trabajo aburrido, sin expectativas de mejora y mal pagado. O sea, lo contrario de lo que ocurre con la banca en el resto de los países del mundo.

Y no contento con el ridículo que ya había hecho a estas alturas del programa, el presidente del Banco dio otro salto en el vacío para decir que “se unen entonces dos aspectos contradictorios: incrementamos las líneas de cajas con más cubículos, y cada día se nos van más cajeros. A pesar de la potenciación que hemos hecho desde lo salarial, estableciendo indicadores de pago por resultados, tenemos completadas las líneas de cajas solo al 84%”. Lamentable. Y claro, donde hay más concentración de actividad económica y población es donde más se resiente ese 84%. Nada, a verlas venir y decirlas. Ni una solución práctica.

Tan solo el eterno mensaje reiterativo de que “seguiremos enfrentando esa problemática desde el Banco Central y, sobre todo, desde el Banco Metropolitano. Continuaremos identificando qué hacer para completar las cajas y para que las personas tengan que ir cada vez menos al banco a buscar el efectivo. Una de las líneas de acción en ese sentido es la bancarización, que ocurre paulatinamente desde hace algunos años”. Increíble.

Después quiso explicar por qué fue necesario acelerar la bancarización a partir de agosto pasado. Dijo entonces que “desde antes de 2020 venían creciendo las transacciones y la utilización de medios de pago electrónico. En el período pandémico también se incrementaron las operaciones desde el domicilio, y se potenció el comercio electrónico. En 2022 todavía había un crecimiento de las transacciones bancarizadas, pero ya en 2023, después de la pandemia, se produjo una relajación en todos esos mecanismos y retrocedimos, de un 78% en la matriz de pago de estas operaciones, a un 75%”. 

Y concluyó señalando que “desde agosto hasta la fecha, tras la aprobación de la Resolución 111, esas operaciones crecen a un ritmo mensual de 0.6%; y esperamos cerrar el año con un crecimiento de casi el 30% en las operaciones por canales electrónicos de pago”. ¿Dónde está la economía de planificación central que es incapaz de prever un comportamiento tan simple como este?

Sin embargo, el presidente reconoció en este punto que “se mantiene la tendencia a la retención del efectivo en manos de la población, sobre todo, de un grupo de actores económicos no estatales" y al respecto añadió que "sigue creciendo el efectivo que se queda fuera del banco, y es un fenómeno dañino para la economía, porque incide en el crecimiento de los precios”. O sea, por un lado, aumentan las operaciones electrónicas, pero de otro, se mantienen las transacciones en efectivo. ¿Dónde quedamos o dónde estamos?¿Cómo es posible que ocurra todo esto en una economía que apenas crece un 1.8% y está prácticamente estancada?

Pues en realidad, no lo saben, porque el presidente del Banco dijo entonces que “faltan por crear determinados escenarios en la economía para que los nuevos actores se desarrollen plenamente, sin necesidad de retener efectivo; fenómeno relacionado con la reducción de ofertas, y el propio incremento de actores”, ¿Ustedes han entendido algo? Yo no. ¿Qué escenarios hay que crear en la economía para el desarrollo de los actores sin efectivo? Que lo explique.

Y claro, llegados a este punto, y con tono amenazante, dijo que “la retención de efectivo no siempre es por necesidades lícitas. Por ejemplo, se realiza para acceder a divisas, pues el Estado no puede ofertar mercado de divisas, debido a que la economía del país tiene déficit en ese sentido”. La cuestión es por qué el estado no acomete la reforma del mercado de divisas y mantiene el absurdo statu quo.

Además, acusó al uso de efectivo como un factor que no permite al sistema bancario incrementar el fondo de préstamos necesario para apalancar y financiar la economía de los sectores privado y estatal. Es decir, el presidente del Banco busca más liquidez para el déficit estatal, y pidió claridad en las transacciones. Tal vez debería empezar por las suyas.

Pidió entonces a la gente que depositen dinero en las cuentas y aseguró que “el secreto bancario es uno de los principios inalienables del sistema” cuando los cubanos de varias generaciones saben que eso no es así. Como si a la población le sobrara dinero para depositar en los bancos, y además viera algún interés en los pagos electrónicos en los comercios. Más de un espectador debió apagar el programa en este punto.

Después, Julio Pérez director general de Sistemas de Pago del Banco dijo que uno de los compromisos es conciliar el trabajo realizado en los últimos meses con todas las entidades económicas, para que vean en el banco a su principal aliado. Y Alberto Quiñones vicepresidente del Banco dijo que dentro de las premisas del proceso de bancarización está la gradualidad basada en la creación de condiciones, y el avance acelerado en aquellos lugares donde esas condiciones estuvieran creadas.

En relación con los Terminales de Punto de Venta (POS), dijo que están trabajando e incentivando su uso principalmente en las tiendas de TRD y Cimex. En este sentido señaló el trabajo de Fincimex y REDSA en el sostenimiento de la red de POS y cajeros automáticos en el país. Mucho énfasis en los medios, pero nunca en los resultados: es el modelo.

Finalmente se habló del servicio de Caja Extra, de la creación de tarjetas bancarias vinculadas a las nóminas salariales, de las cuentas bancarias fiscales a los actores privados, a los que acusó de una retención del efectivo para una supuesta práctica de diferenciación de precios en dependencia del canal de pago, lo que calificó de una ilegalidad que la población no puede aceptar.

Y al respecto, se insistió que los actores económicos tienen que tener disponible el Código QR del comercio, “y no el personal, y por lo tanto no recibe el porciento de bonificación por el uso de las pasarelas de pago”. Y por lo mismo, señaló que “tampoco se le puede exigir a la población que el pago sea en divisas, excepto los que así se estableció como las tiendas en MLC”. De hecho, se confirmó que el 2 de enero, “el comercio que no tenga creadas las condiciones para que la población pague por las pasarelas, no podrá brindar servicios”. Mal asunto.


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