El azúcar cubano: sin remedio

Elías Amor Bravo economista

Hace unos treinta años, un ingeniero cubano que había trabajado en el sector azucarero antes de las medidas que adoptó Fidel Castro para su extinción a comienzos de este siglo, me decía durante su exilio en España que si no se hubiera producido en Cuba la transformación del comunismo en el sector del azúcar, la Isla bien podría estar produciendo más de 15 millones de toneladas en estos años. Unido a las mejoras de eficiencia y el torrente inversor y de capital extranjero que habría atraído el sector, la antigua potencia azucarera mundial no habría cedido los espacios que, por decisión de los comunistas, no tuvo más remedio que perder en las últimas seis décadas. 

En los años 50 del siglo pasado, el sector, privado y profesional, ya tenía informes estratégicos que apuntaban a cosechas de esa magnitud en nuestro tiempo. Si eso se aplicara al precio actual del azúcar en los mercados mundiales, Cuba estaría ingresando más de 100.000 millones de dólares en exportaciones lo que ofrece una idea del tipo de nación que podría ser.

Pero, hay que despertar de ese sueño y volver a la realidad, y aquí una vez más, nos encontramos con el fracaso de las medidas adoptadas personalmente por Castro cuando a comienzos de este siglo decidió abandonar el sector porque, según él decía, no se cubría el coste de producir una tonelada de azúcar. Lógico. Olvidarse durante medio siglo de un sector, no invertir en modernización tecnológica, ni en mercados, ni en competitividad o eficiencia laboral, tiene esos problemas. Lo cierto es que Castro nunca toleró el azúcar cubano desde su estrepitoso fracaso con la zafra de los 10 millones, y siempre tuvo en mente acabar con  la primera industria nacional, sin embargo, asesorado por los soviéticos, mantuvo la caña para obtener financiación en los mercados internacionales, una deuda impagable como otras tantas y así se cerró esta triste historia en la que Cuba perdió el que había sido su principal sector económico desde tiempos coloniales.

Y ahora, en 2023 tan solo nos queda ver qué dicen en una mesa redonda de Randy Alonso “sobre los preparativos de la próxima zafra azucarera en el país, la situación actual del sector y las perspectivas para su recuperación”. El encargado de hacerlo fue Julio García, director del Grupo Empresarial Azcuba que dijo que “este es un sector estratégico debido a su aporte a la matriz energética. La transformación tiene un posible impacto de hasta un 14% con la biomasa de la caña de azúcar y otros residuos de cosecha como la paja de la caña y los residuos forestales que se procesan en las calderas de los centrales”. Curioso. En los años 50 del siglo pasado ya existían proyectos de etanol en el sector azucarero cubano, y de aprovechamiento del bagazo con fines industriales y de alimentación animal. Han tenido 64 años para llegar hasta aquí, y eso es llegar tarde, porque ya otros lo están haciendo.

García explicó que el sistema empresarial del azúcar consta de 56 empresas agroindustriales azucareras, una cañera en el municipio Santa Cruz del Sur y 16 de apoyo. Estas prestan servicios en dependencia de la ficha de costo aprobada para la caña y la azúcar, las producciones fundamentales que tienen precios centralizados por el Ministerio de Finanzas y Precios.

Después dijo que este sistema de apoyo cuenta con 12 destilerías, 11 refinerías, 114 plantas de derivados y 10 fábricas de ron volviendo a señalar que “los derivados pueden aportar las fuentes de financiamiento que necesita el sector”. Muchos derivados habría que vender para lograr este objetivo financiero.

Añadió finalmente que operan en 20 proyectos de empresas filiales, y existen 747 cooperativas. En total, 56 empresas en 50 municipios del país. Algunos de ellos reciben hasta el 58% de los ingresos del municipio del central azucarero. Y de nuevo, volvió a salir el tema del fortalecimiento de la gestión del municipio y los sistemas alimentarios locales, con la autogestión territorial, lo que deja sin estas oportunidades a los entes locales que no tienen estas empresas. Desigualdades territoriales a la vista.

Explicó que se cuenta con 1.400.000 hectáreas de tierras. De ellas, alrededor del 60% se dedican al consumo de la caña y reconoció que hay un por ciento de esas tierras (sin citar cuánto) que están vacías por las dificultades con la preparación de los suelos. También dijo que el sector produce electricidad y materia prima para más de 50 medicamentos, así como bioproductos para la siembra de la caña y productos varios.

La pregunta que se haría cualquier espectador del programa, y que Randy Alonso como siempre, ni siquiera se le ocurrió formular, sería, ¿y por qué con tantos medios del sector en manos del monopolio estatal de Azcuba, la cosecha se mueve a niveles mínimos históricos y no levanta cabeza?

El directivo de Azuba repasó en los últimos cinco años, la historia del monopolio y citó como hitos, el control integral estatal, por la Contraloría General de la República, la implementación de las 93 medidas para salvar el sector Azucarero y la creación de las empresas agroindustriales azucareras y como si fuera una tabla de salvación para el sector, el encuentro con el primer secretario del Partido Comunista de Cuba y presidente de la República, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, el día 25 de junio de 2022. Debió ser importante este encuentro porque el directivo de Azcuba lo citó como algo fundamental en la historia de la empresa.

En esencia, con todos estos controles estatales y políticos que condicionan, limitan y distorsionan la eficacia de la gestión empresarial, se diseñó un modelo de negocio que en un primer momento tenía una deuda con los campesinos de 2.000 millones de pesos que, para ser atendida, exigió nada más y nada menos que un impuesto especial con la condición de que no afectara el precio del comercio minorista de los productos. Pero como siempre hay que pagar el impuesto que sea, con esos condicionantes, ya se sabe quien acabó pagando la fiesta. No hay que ser un economista muy versado que la cuenta de explotación del monopolio se hizo cargo de ello.

Y es que claro, en la mesa redonda nadie dijo nada al respecto, pero todo aquello que altere las decisiones empresariales acaba creando más problemas que soluciones, y por ello, el directivo de Azcuba acabó reconocimiento que entre los factores que han afectado a la producción cañera aparecen algunos que parece mentira que existan después de tantos años de azúcar en la Isla. Citó por ejemplo, problemas de capacidad organizativa y de gestión que bajo las mismas condiciones, unas empresas y cooperativas mantienen niveles producción aceptables y otros decrecen; también, problemas de falta de organización para enfrentar el delito y las ilegalidades; de quema excesiva de caña y de costos y problemas de calidad del azúcar. Y claro como no puede faltar nunca, la referencia al recrudecimiento del bloqueo económico – financiero del Gobierno de los Estados Unidos, la falta de combustibles y energía por períodos prolongados en etapas óptimas, de marzo – agosto, recibiendo menos del 50 % de lo demandado, la falta de financiación, de fertilización, herbicidas, o la situación climatológica.

De modo que esos problemas, aparentemente sin solución o de compleja gestión, son los que explican, según el presidente del Grupo Empresarial Azcuba “las bajas producciones y los desabastecimientos, asociados a la escasez de azúcar, un producto cuyo valor en el mercado informal superó los 150 CUP”. Señaló que lo último ha ocurrido por culpa de ilegalidades en las empresas, exigiendo el trabajo con los órganos de justicias laborales y la activación de sistemas de videos de protección. Control y represión, mas o menos lo mismo de siempre.

En suma, la disminución del rendimiento agrícola de la caña con respecto a años anteriores, que hace presagiar una nueva mala cosecha, afectó incluso a la canasta familiar normada, situación reflejada en una libra menos de azúcar en septiembre, octubre y noviembre, que fue restablecida en el último mes del año. El azúcar que se dejó de suministrar representó unas 15.000 toneladas, que fueron destinadas a la producción de yogurt y otros alimentos de consumo social, por la imposibilidad de importar.

El directivo reconoció que ese mal desempeño productivo provocó que se dejase de entregar a la industria 30.000 toneladas de azúcar y lo que es peor, ya que no se aseguraron las exportaciones previstas, afectando, dijo “compromisos muy serios” a la vez que se dejaba de aportar energía al Sistema Eléctrico Nacional, apagones, lo cual “tuvo un impacto económico negativo y trajo consigo la insatisfacción del pueblo”.

De nada sirve asumir responsabilidades, si no se aportan soluciones y lo que es peor, se informa de lo que se está haciendo lo que tendrá escaso o nulo impacto en el sector. Reconocer que los centrales tienen cerca de 100 y algunos hasta 200 años de explotación, y que se están analizando los errores que se han cometido, siendo selectivos con los recursos y las autoridades locales ya están involucradas en el desarrollo de la próxima zafra azucarera, es más de lo mismo, gestionar la miseria y acabar encerrando el sector del azúcar en un círculo vicioso como el provocado por Fidel Castro tras las reformas de comienzos de este siglo. Han pasado dos décadas, pero el daño es muy superior al que cualquiera pudo prever. La herencia destructiva de Fidel Castro no admite cuestionamiento en este caso.

Desde aquí podemos anticipar que las principales estrategias para avanzar en el sector, expuestas por el directivo de Azcuba en mesa redonda, no sirven de nada. La aprobación de ese nuevo modelo de negocios, gracias a la reunión con Díaz Canel, permite obtener el 84% de las divisas para comprar insumos para la caña, como herbicidas y fertilizantes, pero eso es insuficiente para volver a situar al azúcar cubano en la tendencia de crecimiento a largo plazo.

La idea relativa a aprovechar en el mercado interno las potencialidades de la economía para introducir a las empresas mixtas y exportadoras en la cadena de valor, con el aporte de la  la inversión extranjera, o deja de ser una aspiración de dudosa concreción, teniendo el cuenta el régimen de derechos de propiedad de la tierra en la Isla comunista. Nadie invertirá en algo que nunca será suyo. Ni los países del Brics productores azucareros tradicionales, se van a interesar en la inversión en el azúcar cubano, y lo único que cabe esperar es alguna donación o regalía a beneficio de inventario.  

Es lo mismo que la modernización de plantas eléctricas en los centrales y el tema de los biocombustibles dentro del “nuevo modelo de negocios” algo difícil de concretar, lo mismo que la autorización a Azcuba para que acometa otras producciones, como aguardiente y vino, sobre todo en centrales que no producen azúcar porque no están aptos para ello. En esto, igualmente, llegaron tarde.

¿Y  qué decir de la producción de alimentos, que por mucha prioridad que sea para el sector, lo que no se entiende bien, dedicar los centrales con mayores fortalezas a producir alimentos, fabricar, azúcar, hacer alcohol, ron, producir energía eléctrica, levadura, tiene mucho que ver con ese viejo refrán del que mucho abarca y poco aprieta.

En cuanto a los retos para potenciar el sector, el directivo citó la necesidad de diversificar el trabajo de las cooperativas para garantizar la producción de los alimentos necesarios para la zafra, como por ejemplo, siete toneladas de arroz para llevar adelante la zafra azucarera. Otro pilar es la construcción de viviendas, que “permite un bienestar diferente para el trabajador azucarero”. También citó apoyar el empleo joven en el sector, con el curso para jóvenes reservas de cooperativas, que ha tenido solo 1.260 egresados en sus 22 ediciones. Una simple gota en el océano para las necesidades del sector. Y en cuanto a la ciencia y la innovación, el directivo destacó “el valor de las empresas azucareras que implementas un ciclo cerrado de producción”, en concreto, “diez polos productivos distribuidos en las provincias de Cienfuegos, Villa Clara, Sancti Spíritus, Mayabeque, Matanzas, Las Tunas, Holguín, Granma y Guantánamo”.

Y dicho todo lo anterior, el directivo concluyó que la próxima zafra, que será algo superior a la precedente, comenzará con 23 centrales moliendo en diciembre y otros dos que se sumarán en enero de los 56  existentes y dijo que “con este plan, se espera asegurar el azúcar necesario para la economía, así los alcoholes y aguardientes necesarios para el país”. Ya se verá.

Además, se pretende lograr la recuperación de la producción cañera y las exportaciones, contener el éxodo de fuerza laboral, la formación, capacitación y preparación de la fuerza de trabajo, con especial atención a los jóvenes, así como el fortalecimiento de los valores del sector, su historia, la cultura y la identidad. En fin, una vez más el que mucho abarca…

Tan solo una frase mereció ser destacada de tan largo programa, “una recuperación económica del país pasa por el aporte del sector azucarero”. En eso estamos de acuerdo, háganlo y háganlo bien.

Comentarios

  1. Buenos días hermano. Nací en una colonia azucarera en el campo. Mis abuelos maternos, todos canarios, adquirieron una colonia en el antiguo central San José. Conozco la industria azucarera por trabajar en ella y por herencia. Primero acabaron con los colonos, después con los suelos y la disciplina del corte y tiro con el invento desastroso de los centros de acopio. Después le fueron a las variedades tradicionales probadas y después por último lo que todos sabemos. Ya es un poco tarde y las personas de experiencia y conocimientos o se fueron del país están muriendo por vejez o la falta de una verdadera propiedad en la tierra impide que muchos de nosotros puedamos hacer algo por recuperar la tradición. La finca de mis abuelos, cayó en manos de una CPA por obra y gracia de mí papá y tíos yel resto es historia. Le admiro mucho. Cuídese

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  2. Me encantan sus análisis económicos, Elias. He aprendido mucha economía gracias a usted. Bendiciones

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