El enrumbe o derrumbe final de la economía cubana en 2024

Elías Amor Bravo economista

La prensa estatal comunista ha resumido las jornadas del segundo período de sesiones de la asamblea nacional que entretienen estos días a los diputados, y lo hace con dos grandes titulares.

El primero, intrascendente: declarar el año 2024 como el “año 66 de la revolución”. A nadie le importa ese recuento absurdo que no lleva a nada serio. 

El segundo, más alarmante dice y cito textualmente, “enrumbar la economía desde la corrección de distorsiones: premisa para 2024”.

Si. Alarmante. Por varias razones.

Primero, porque en Economía, no existe un término como “enrumbar”. Comprendan la intranquilidad. ¿Acaso quieren que la economía cubana baile al ritmo de rumba? No estaría mal, al menos en esto hay potencialidades y recursos por explorar. Desde luego. Pero en serio, dejando de lado estas cuestiones terminológicas, es grave ponerse a “enrumbar” algo, porque eso significa, o bien que antes no ha existido ese rumbo, lo que suele ser realmente peligroso en una economía comunista de planificación central, o lo que es peor, la trayectoria seguida ha sido un desastre: el modelo y su aplicación no sirven.

O las dos cosas al mismo tiempo. Porque aquellos que hablaban maravillas de la tarea ordenamiento, de los lineamientos del partido, de las 63 medidas de la agricultura o las 94 medidas de la caña, del documento del plan de desarrollo 2030, y de no se sabe cuántas normas y regulaciones más, ahora reconocen que todo ese papeleo majadero de inspiración marxista leninista no ha servido de nada. De ahí, la necesidad de enrumbar la economía.

Más bien todo lo contrario. Los diputados reconocen que las profundas distorsiones y desviaciones estructurales que lastran el desempeño económico del país se tienen que corregir. Este es un buen primer paso. Reconocer el fracaso y asumir responsabilidades por parte del poder político comunista es condición necesaria, pero no suficiente para enrumbar la economía. Y mucho menos, querer hacerlo en 2024, porque por muy grave que sea la situación, habrá que esperar más de un año para salir del agujero, y ya está bien de engañar a la gente.

Conviene recordar cómo se ha llegado a aquí, y es que, haciendo un poco de historia, en 2021, cuando la economía cubana empezaba a dar los primeros síntomas de que la parálisis provocada por la pandemia del covid-18 iba quedando atrás, al régimen de Raúl Castro y Díaz Canel se le ocurrió que había que implantar un paquete de medidas que, según ellos, habían estado pensando y reflexionando por la organización comunista durante largo tiempo y que era absolutamente necesario para “enrumbar” y ordenar la economía. Desoyendo los consejos profesionales de los economistas, se lanzaron a un túnel oscuro en que nunca se vio la luz al final y que acabó provocando “desapariciones” políticas de los primeros espadas.

Y finalmente se ha visto lo ocurrido. Lo que se han encontrado los diputados a finales de 2023. Por resumir los datos, una inflación de las más elevadas de América Latina, pérdida de poder adquisitivo, apagones, falta de alimentos, de vivienda, servicios públicos de peor calidad, descenso de la producción de todos los sectores, empobrecimiento general.

Lo único que ha funcionado en estos años ha sido el gasto público y el déficit presupuestario, pero lo han hecho de forma descontrolada, a golpe de emisión de bonos soberanos financiados con el sistema bancario, y alcanzando casi el 20% del PIB, un porcentaje que no se puede asumir por ninguna economía. 

A ello se une la falta crónica de divisas, porque las fuentes externas de financiación han estado paralizadas, lo que ha llevado a no cumplir con los compromisos de pago de la deuda externa y las consecuencias de la imposibilidad para Cuba de acceso a los mercados financieros internacionales. 

Sin duda alguna, Diaz Canel se debe sorprender todos los días de haber llegado a este escenario y sobrevivir, una premisa que ahora se pasa a 2024, en ese incierto escenario de la planificación central de la economía comunista cubana.

Los diputados han apostado por este “enrumbe” de la economía, a ver quién dice lo contrario, y aquí viene otra cuestión no menos grave. Porque este proceso se pretende acometer dentro de las coordenadas del mismo modelo económico imperante en el país desde la constitución de 2019, un modelo que solo existe actualmente en Cuba y que ha mostrado su absoluto fracaso para enderezar o promover la prosperidad y calidad de vida de las naciones. Confiar en algo que no funciona es un grave error, porque a finales del año que viene nos encontraremos en una situación similar, o peor a la actual, y entonces volverá a ser tarde para cambiar las cosas.

La conclusión es que nadie, absolutamente nadie, debe esperar nada de la efectividad de las medidas que se implementarán para lograr la recuperación de la economía, porque seguirán basadas en el modelo económico comunista. De modo que la necesaria generación de riqueza, empleo y actividad productiva, no llegará con el “enrumbe” comunista de la economía, practicando ajustes en la distribución de los recursos, sin focalizar el objetivo en la producción, en la actividad privada, los derechos de propiedad y el mercado como instrumento de asignación de recursos..

Marrero expuso los diez bloques que contendrán las medidas y actuaciones que, desde el régimen, se piensan implementar para que la economía mejore. Llamó la atención que no fuera el ministro Gil quien se encargase de este papel, pero este solo se ocupó de dar cuenta del escenario de estanflación de la economía, con una caída del PIB en el entorno del 2% y de una inflación superior al 30%. Un escenario complejo para el que la aplicación de medidas dentro del modelo comunista no puede dar soluciones prácticas. El empeño en esa vía solo producir más daño y destrucción.


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