El ministro de economía que nunca dijo la verdad

Elias Amor Bravo economista

Los hechos son contumaces. Hay evidencias más que suficientes de que Gil sabía, desde diciembre de 2020 y luego ya, a partir del primer trimestre de 2021, que la tarea ordenamiento no podría salir bien, y que acabaría siendo un desastre para la débil economía cubana. Hay numerosos testimonios de empresarios e inversores españoles en Cuba que lo confirman.

En privado, el dirigente comunista no veía con buenos ojos el “paquete” económico del ordenamiento, pero asumiendo que no tenía nada que hacer ni contra la voluntad del partido, ni contra Murillo que aun entonces pensaba en que podría tener éxito, ni contra nadie del régimen comunista cubano, calló y se limitó a verlas venir. Una actitud nada recomendable para alguien que se supone que está al frente de una economía en grave crisis y encerrada en un círculo vicioso del que es incapaz de salir.  

Por eso, ahora tres años después en los que la economía cubana ha perdido masa crítica, PIB real, inversiones, poder adquisitivo y atractivo internacional, es muy fácil salir en televisión, con Randy Alonso y entonar un discurso que pretende cambiar el paso, no teniéndolas todas consigo y con una evidente injerencia de Marrero, su primer ministro, en las competencias del ministerio de economía. ¿Días contados para el ministro? Ya se verá.

Sin duda, fue una larga mesa redonda, en la que Gil fue acompañado de Regueiro Ale, otro que vale más por lo que calla que por lo que dice, y ambos acometieron la desgraciada tarea de informar al pueblo sobre los fundamentos de las decisiones del régimen para corregir las distorsiones principales de la economía cubana y reimpulsarla en 2024.

Se trata de dos actuaciones en principios consecutivas. Primero, corregir las distorsiones. Segundo, dar un impulso a la economía, lo del reimpulso es otra mentira.

Interesa partir de las distorsiones que ve Gil en la economía. Y aquí, una vez más, se menciona la situación de economía de guerra, provocada por, y cito textualmente “las presiones del bloqueo recrudecido, que dificulta todas las gestiones que tenemos que hacer para el desempeño económico del país”.

Mal comienzo, porque hace perder la perspectiva real de las distorsiones consumiendo energía en algo que no es tal. El embargo/bloque recrudecido no impide a Cuba desarrollar su modelo económico, relacionarse económicamente con 192 países del mundo, obtener inversiones, turistas y lo más destacado, remesas, en un 90% procedentes de quien actúa como embargador de la economía cubana. Por lo tanto, mal análisis de las distorsiones si se pretende a partir de los recursos económicos disponibles encontrar la salida al túnel.

Segunda idea equivocada. El mantra, repetido hasta la saciedad, de que “hay que sobreponerse, hay que encontrar las alternativas diseñando medidas acordes con nuestro modelo económico y social, inclusivas en nuestro socialismo, y que nos permitan, con objetividad, con realismo, salir adelante”. Mal, muy mal. El modelo fracasó en todo el mundo, que le pregunten a Vietnam o China, y en Cuba ha llegado a los 65 años una magnífica edad para la jubilación. Si el gobierno elige el modelo comunista para enfrentar las complejidades, reimpulsar la economía y corregir las distorsiones que están presentes en el país, dentro de uno o dos años la situación podrá ser, incluso peor. Los ministros Gil y Regueiro lo saben, pero callan.

Tampoco funciona el argumento de que la economía mundial está funcionando mal y eso impacta a Cuba. Una simple mirada a los resorts del Caribe en República Dominicana o Costa Rica desmonta este argumento. Los hoteles están al 100% en esta temporada alta de invierno. En Cuba, no. Algo no va bien, cuando alemanes, franceses o suizos eligen otros destinos.

Y claro, como no se tienen respuestas para las cuestiones principales, lo que interesa en hablar de lo secundario, lo repetitivo, lo que no tiene solución alguna: la canasta familiar normada. Aquí el ministro dijo que la población está en contra de que se mantienen los subsidios a todas las personas por igual; ya que, no todos tienen la misma capacidad adquisitiva. Mentira. La población lo que quiere es que se acabe la canasta y poder elegir con libertad. Y muchas empresas, también, porque podrían vender los productos sin la dependencia de los subsidios, mediante las reglas de oferta y demanda. El ministro en cambio dice que va a revisar la canasta, manteniendo productos a precios subsidiados aunque esto no sea una distribución muy equitativa. Sobre todo, si se tiene en cuenta que el país debe realizar importaciones por más de 1.600 millones de dólares, para dotar la canasta normada, como consecuencia del aumento de los precios en el mercado internacional.

La canasta podría ser suprimida en cualquier momento y dejar que los ciudadanos fueran libres para elegir. Así funcionaba Cuba antes de 1962, fecha de la entrada en vigor de la libreta que ha sido un instrumento de control social y económico de diseño comunista que ha incrementado la pobreza y la miseria en Cuba hasta niveles no observables en otros países. Los avances hacia la libertad económica son fundamentales para relanzar la economía. Gil lo sabe. Como sabe que el partido comunista, empeñado en ser el centralizador de las decisiones de elección de bienes de los cubanos, es el origen de la canasta normada. Cualquier alternativa de precios subsidiados es negativa.

Y de nuevo miente, cuando dijo que “para nada esto significa que se va a quitar la canasta”. No tardará en languidecer y desaparecer. Eso viene ya.

El combustible es la segunda distorsión, pero Gil no dijo por qué no hay petróleo en Cuba. Básicamente, dos razones. Primero desde el segundo semestre de 2019 Venezuela redujo de forma sistemática sus envíos de petróleo a la Isla por motivos internos. Menos petróleo subsidiado obligó al régimen a recurrir a los mercados internacionales de petróleo, pero allí no obtuvo financiación por no estar al corriente de las deudas. En época de Fidel Castro eso era posible, pero en los tiempos de Díaz Canel o pagas o no te dan nada. Y combinando estos dos factores y llegando muchos menos turistas a la Isla, la capacidad para comprar petróleo bajó de forma notable. Y ahora Gil miente cuando dice que a la población le preocupa mantener los precios de los combustibles, subsidiados, probablemente los más bajos del mundo en comparación con los precios de otros países. Pues otro tanto, Gil. Si la canasta perjudica económica y socialmente, los subsidios al petróleo actúan como un factor que distorsiona las decisiones energéticas de todos los agentes.

Este no es un asunto a revisar, sino a enderezar. Y además, cuanto antes. Sin combustible la economía no puede funcionar, y el país tampoco y se da el hecho de que la dependencia del petróleo convierte a Cuba en un país con apenas cero energías renovables. Un desastre. Culpar a la ausencia de un mecanismo interno de convertibilidad de las divisas en moneda nacional de la falta de combustible, no solo es mentira. Es un despropósito.

Tercera distorsión: la electricidad. El mismo problema que el combustible. Precios subsidiados que impiden a las empresas obtener rentabilidad de modo que la calidad del servicio deja mucho que desear y la falta de inversiones provoca las caídas de la red. El ahorro no es posible porque como consecuencia de los bajos precios, los niveles de consumo son de los más bajos de mundo. Otro ámbito a resolver con reformas en la oferta y demanda. Y como en otros bienes y servicios, Gil descubre ahora que quienes más consumen también generan determinada afectación para quienes menos consumen, pues cuando hay que poner el apagón es para todo el mundo. El apagón no discrimina quién es el mayor y el menor consumidor. La solución de fijar tarifas distintas en función del nivel de consumo, puede incluso ser peor.

No lo dijo como tal, pero Gil incorporó a las mipymes a la relación de distorsiones que se tienen que corregir volviendo a citar unas supuestas opiniones de la población que se tienen que mantener al margen, porque aportan poco al debate técnico. En concreto la supuesta obligatoriedad de quien quiere comprar determinado producto, tiene que acudir a las mipymes. De nuevo, hay que mirar a Gil en busca de responsabilidades. ¿Por qué el cubano no encuentra lo que quiere en la oferta estatal? ¿Por qué el racionamiento, la escasez, la miseria? Si la mipyme le soluciona la necesidad, aunque a un precio superior, quizás es porque esta es la regla del mercado libre. Haciendo que las mipymes cumplan una función complementaria, no una función principal, lo único que se va a conseguir es que falte más mercancía y la gente llegue a pasar hambre.

Luego llegó el turno a la distorsión de las tarifas de transporte del sector estatal, igualmente topadas y por tanto no cubren los costos de las empresas estatales de ahí sus pérdidas. Si este es el escenario, la oferta de servicios caerá y se transportará menos mercancías y personas como ha ocurrido este año. De nuevo la libertad económica es la solución, pero el ministro no lo reconoce.

Gil señaló que en los últimos cuatro años “se ha adoptado un grupo de medidas como la incorporación del sector no estatal de la economía, se eliminó la restricción de la escala salarial en las empresas estatales y se quitaron las restricciones para repartir utilidades en el sector empresarial estatal”, pero reconoció su escaso éxito. Incluso cuestionó las normas jurídicas para los actores económicos no estatales que, en su opinión, se realizaron sin tener una experiencia previa de su funcionamiento en la economía, tomando como referencia a los trabajadores por cuenta propia, que nada tienen que ver con las mipymes. Otro error de cálculo, y van.

Un momento especial del programa fue cuando Gil explicó que, ante versiones de que las medidas tienen un carácter neoliberal, “todas las decisiones parten de un amplio proceso de consulta y análisis dentro de las instituciones gubernamentales, con la participación de académicos, la militancia del Partido, y con los análisis realizados sobre la opinión del pueblo”. Pues que lástima, porque Vietnam, por ejemplo, gracias a medidas neoliberales bien diseñadas, superó en un lustro las hambrunas y se convirtió en un primer exportador mundial de arroz. Y ¿qué decir de China?

Los comunistas cubanos son los únicos políticos a nivel internacional que sigue cuestionando de forma obsesiva el neoliberalismo, una doctrina que ha dado resultados mucho mejores que los aplicados por el modelo comunista. Si en vez de criticar sin pensar, reflexionasen sobre lo que representa el neoliberalismo en 2023, otro gallo cantaría.

La agenda de Gil incide en los aspectos que han sido un fracaso, como aumentar el papel del Estado como ente regulador en la economía o intervenir en el mercado cambiario frenando la privatización. Justo el camino contrario, que otorga a la empresa estatal socialista un papel que no puede desempeñar por su dependencia de los subsidios. ¿Por qué miente un y otra vez? El mercado es el mecanismo principal para la asignación de recursos en cualquier economía y eso es doctrina neoliberal. Ojalá que este fuera el camino a seguir.

Otra mentira de Gil fue señalar que con estas medidas se protegen las conquistas sociales de la revolución. Es justo lo contrario. No es posible sostener un gasto público de la dimensión del que existe en Cuba si no se genera más riqueza, empleo y producción y la vía elegida ha confirmado durante décadas que no lo consigue. Apostar por la distribución centralizada de recursos, y el papel del Estado es ir contra las tendencias de la economía mundial.

El neoliberalismo, allí donde triunfa ni lleva al Estado a desentenderse de los impuestos, sino que liberara los mercados, desregula, actúa con eficacia. Las medidas socialistas, inclusivas, de protección al pueblo y a vulnerables necesitan una base económica sólida. Sin crecimiento, no es posible repartir.

De modo que Gil está convencido de que las medidas podrán corregir distorsiones en tiempo y aunque las transformaciones tienen riesgos, se tienen que asumir para estar en mejores condiciones más favorables para el reimpulso de la economía, que es la otra cara de  la moneda.

Se pretende actuar contra el déficit, estimado en un 18% y que se considera elevado y que se debe corregir con impuestos, con los precios y con medidas encaminadas en esa dirección.

Cuestión importante. Elevar impuestos, va contra el crecimiento. Si el propósito principal es acelerar el proceso de recuperación económica del país, aumentar impuestos es contrario a ese objetivo. En cuanto a los precios, la inflación se ha moderado pero sigue elevada en alimentos, recreación o transportes. La conclusión es que el ministro calla y no dice toda la verdad asumiendo un programa de medidas que no van a dar los resultados porque están mal encaminadas.

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