Gil perdido en su laberinto

Elías Amor Bravo economista

El todavía ministro de economía, Gil, presentó ante el cónclave de los comunistas cubanos, una valoración del desempeño de la economía durante 2023, en el que, no tuvo más remedio que reconocer que “no se alcanzan los niveles previstos para este año”. Pues claro que no. Ni tampoco se alcanzaron en 2022, ni en 2021 año de infausta aplicación de la tarea ordenamiento, cuyos efectos todavía se perciben de forma nítida. Lo ocurrido en la economía cubana desde la pandemia del covid-19 es una caída libre, una combinación letal de decisiones erróneas, medidas deficientes y lo que es peor, un fracaso absoluto del modelo económico de la constitución comunista de 2019.

El ministro Gil lo ha reconocido de forma clara y rotunda, “no se alcanzan los niveles previstos para este año”. Ni los niveles, ni los relativos, ni nada de nada. No hay un solo indicador de la economía productiva que refleje mejoría de la actividad económica. En particular, los componentes del gasto, como consumo, inversión o sector externo están paralizados como motores. El único que mantiene su dinamismo ha sido el déficit público, que ha aumentado por decisión del ministro de finanzas y precio, hasta el 22% del PIB. En el caso del déficit estatal, el nivel si que se ha alcanzado y rebasado, a pesar de la necesaria contención para afrontar los graves desequilibrios de la economía. 

Todos los países del mundo que han reducido su gastos y déficit han superado la crisis de la pandemia de 2020, pero los dirigentes del régimen cubano han elegido una vía alternativa que está dando estos resultados. Es decir, 2023 ha sido otro año perdido para los cubanos, que siguen estando más pobres que en 2019 y se ven encerrados en un círculo vicioso del que nadie es capaz de salir.

Gil se atrevió a referir a la mejoría de la inflación, como única referencia de su gestión. Debería tener algo de vergüenza, porque si la inflación se ha moderado de forma limitada, es como consecuencia de la grave crisis que paraliza la producción y el consumo. Así no puede haber inflación, debería estar eliminada, pero en Cuba aducir avances en el enfrentamiento a la inflación, cuando la tasa interanual supera el 30% de las más elevadas de América Latina (con la excepción de Argentina) y lo que es peor, con el IPC del componente de alimentos creciendo a más de un 55% en tasa interanual, es un absoluto despropósito. 

Nadie puede ni debe bajar la guardia en la lucha contra la inflación. Situar el resultado del ejercicio en el 30% significa que en el curso de los últimos tres años, el valor de 1 peso cubano se ha reducido prácticamente a 2 centavos en poder de compra. Un desgaste que hace inviable cualquier diseño de política económica dentro de las coordenadas ideológicas comunistas. La salida del círculo vicioso exige medidas distintas a las aplicadas y un giro de 180º en el modelo económico.

Un ministro con una ejecución como la presentada por Gil, en cualquier país democrático ya tendría la puerta abierta para dejar el cargo, pero en el régimen comunista cubano, por anormal que pueda parecer, este ministro de economía que ha generado el peor escenario que se recuerda desde los tiempos del período especial, pudo salvar su expediente, presentando algo que en el cónclave de su partido es esencial. 

Me refiero al eterno cumplimiento de los llamados lineamientos y planes partidistas, otro despropósito que ha venido a condicionar de forma negativa la marcha de la economía. Pero he aquí que Gil exultante, dijo a los comunistas que en la evaluación del cumplimiento de los "lineamientos de la política económica y social del partido y la revolución" y el "plan nacional de desarrollo económico y social hasta 2030", que se procesaron, asómbrese amable lector, más de 68.000 sugerencias, de las que nacieron 1.374 propuestas tipo. Todo un récord de pérdida de tiempo. Ustedes verán.

¿Cuáles fueron esas propuestas? El ministro citó que, entre las más recurrentes, están las relacionadas con la situación de las pensiones de los jubilados, sin duda cada vez más pobres por la incidencia de la inflación en su poder adquisitivo; o la necesidad de atención diferenciada a los sectores de la salud y la educación los llamados "logros de la revolución" igualmente afectados por la crisis; también hubo propuestas sobre el funcionamiento de las mipymes; la burocracia en los trámites de la vivienda: los precios elevados; la implementación de la Ley de Soberanía Alimentaria en los municipios la eterna falta de comida que no se arregla; el sistema de comercialización de los productos agroalimentarios cuestionando una vez más el fallido modelo estatal de acopio, y la situación del transporte público, cuyos precios empiezan a aumentar con intensidad. Ninguna hizo referencia, claro está, al cambio de modelo. Esas están proscritas.

Y claro, atendiendo a esas propuestas, el ministro se felicitó porque en los lineamientos para el periodo 2021-2026, se propone modificar 36, adicionar 15 y eliminar tres. Y hasta aquí. No se espere nadie cambio alguno en la política económica. Las cosas, van a seguir igual, o quizás peor.

Mientras tanto, los comunistas en su cónclave, siguieron hablando de lo mismo de siempre: la inversión del trasvase Este-Oeste, del municipio de Mayarí, en Holguín, y su incidencia para la obtención de alimentos; la producción azucarera, en la que aún las medidas y acciones aprobadas para salvar esa industria no logran su cometido; el aseguramiento político a los actores económicos; la empresa estatal socialista, que aún tiene mucho que hacer para situarse en el lugar que le corresponde; la generación de empleos; el fortalecimiento del sistema del Poder Popular con las nuevas ideas de descentralización. Nada concreto. Nada que pueda servir para despejar un escenario crítico, en que se acumulan las incertidumbres en una economía zombi que carece de orientación práctica. Muchos lineamientos, planes y propuestas, pero nada concreto que ayude a funcionar con eficiencia.

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