Del dólar al CUC, pasando por la idea de un "euro" cubano

Elías Amor Bravo, economista

En 2003, el régimen castrista decidió suprimir la circulación de dólares en la Isla. Una decisión que se había visto obligado a adoptar en 1993, durante el denominado "período especial" cuando la confianza de los cubanos en su moneda nacional se vino abajo como consecuencia de la escasez de productos, la expansión de liquidez para financiar los déficits y la necesidad de captar divisas a cualquier precio.

La circulación del dólar entre 1993 y 2004 vino a traer a muchos cubanos recuerdos de un pasado, no tan lejano, en el que la represión castrista actuaba con suma contundencia contra aquellos ciudadanos que eran sorprendidos con tenencias de divisa del enemigo del norte. Muchos cubanos sufrieron dolorosas condenas de prisión por algo que, el derrumbe del muro de Berlín y el campo socialista, obligaba al régimen a retirar. Esa ha sido la primera gran derrota histórica del castrismo, una evidencia de su debilidad y de la dependencia exagerada de un conglomerado de países que habían estado otorgando subvenciones artificiales bajo un claro contenido ideológico.

Como consecuencia de ello, ni el peso tenía relevancia alguna en los mercados internacionales, ni la estructura productiva del régimen castrista generaba divisas suficientes ya que los principales productos o carecían demanda en los mercados internacionales o no eran del agrado de los consumidores. Los retos planteados exigían soluciones revisionistas que nadie quería tomar. La circulación del dólar tuvo carácter de derrota política e ideológica para el castrismo que no se ha valorado suficientemente. Es cierto que la estrategia del llamado "período especial" fue el sálvese quién pueda, y lejos de reconocer errores históricos, las autoridades de lanzaron con entusiasmo a una nueva política para la que, ni estaban preparados, ni sabían como gestionar, ni tenían instrumentos disponibles. Falso. Detrás de aquella pantalla existía un sentimiento de fracaso, de remordimiento y odio, que como siempre termina culpando a Estados Unidos de todos los males, embargo incluido. Los hechos mostraron qué lejos estaba ese argumentario de la realidad.  El desastre era previsible.

La inundación de dólares en la economía castrista fue un fenómeno característico de los años que transcurren entre 1994 y 2003. Pero en este mismo período del tiempo, el régimen había ganado tiempo, monetizando déficits y acarreando graves problemas estructurales a la economía por la vía de la inflación. En cuanto se atisbaron nuevas fuentes de financiación externas, se dio un golpe a la recentralización económica, se anularon muchas de las políticas liberalizadoras del llamado "período especial", y se puso fin a la circulación del dólar, con la creación del CUC, un invento que venía a finiquitar un debate entre los economistas sobre si era mejor la "euroización" de la economía que la dolarización, en un momento en que las consignas ideológicas, la llamada "batalla de las ideas", volvían a ganar terreno en el discurso político.

El CUC llegó en ese momento preciso del tiempo en el que, conseguidas nuevas bases de financiación externa en el petróleo venezolano, se hacía necesario tomar decisiones de calado a la vista de lo que había sido la experiencia reciente. La economía castrista dividida y segmentada en función del acceso a la moneda convertible descubrió que no se podía continuar funcionando del mismo modo y abría espacios a la iniciativa privada, sin reconocer un sistema de derechos de propiedad o del mercado como instrumento de asignación.

El CUC es un instrumento de contención que ha funcionado, con todos sus defectos, para el interés del régimen en captar divisas y mantener el control de la economía. Llevar adelante su supresión y eliminar la dualidad monetaria, no parecería difícil desde esta perspectiva, pero hay mucho en juego. La propia existencia del CUC ha ampliado las deficiencias estructurales y productivas de la economía y ha generado un sector de "rent seekers" en el área del CUC, que van a condicionar notablemente las decisiones a adoptar en los próximos años. A ello nos dedicaremos en un siguiente trabajo.

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