Irán y Cuba: las piezas del rompecabezas no encajan
Elías Amor Bravo, economista
Que Fidel Castro abandone temporalmente
su retiro “dorado” para recibir y atender al presidente iraní,
Hassan Rohani durante su visita este lunes a La Habana, y que además,
Granma publique una fotografía del encuentro entre los dos
dirigentes políticos, es un asunto que no ha debido pasar
desapercibido para los medios internacionales, por su notable
importancia.
En primer lugar, tiene una lectura
diplomática y política. Fidel Castro, alejado del poder, recibió y
atendió con todos los honores al representante de un país
caracterizado por desacuerdos con Washington. En ese sentido, esta
misma dedicación no la tuvo a la delegación japonesa que llegó a
La Habana a renegociar deudas. De ese modo, con todo propósito,
Fidel Castro lanza un mensaje contundente a su hermano, que ha sido,
hasta la fecha, el artífice de los cambios en las relaciones con
Estados Unidos, casi siempre una de cal y otra de arena.
Fidel Castro sabe que Irán y Cuba han
mantenido, históricamente, posiciones coincidentes en las
organizaciones internacionales y la condena de Teherán al embargo de
Estados Unidos contra Cuba, ha tenido en el régimen castrista la
compensación favorable a que Irán pueda desarrollar su programa
nuclear. Los dos países se han mostrado, públicamente, dispuestos a defender
“la paz y la no injerencia en los asuntos internos de los otros
países, su soberanía nacional, la consulta y la coordinación sobre
los problemas del mundo en desarrollo y del mundo entero son
importantes”, pero la realidad ha sido ciertamente muy diferente.
Los dos han practicado un juego peligroso más propio de los tiempos
de la guerra fría que de época actual de cambio y apertura.
Un juego en el que Fidel Castro siempre
se ha movido con gran soltura y al que no quiere renunciar, pese a lo
avanzado de su edad. De hecho, la mayor parte de sus “reflexiones”
publicadas en la prensa del régimen castrista, han ido dirigidas a
anticipar una especie de holocausto que no acaba de producirse. Tal
vez porque el mundo real es bien distinto del que él ha construido
en su mente durante tantos años. Por ello, en un momento como el
actual, no renuncia a perder terreno, y sin pensárselo dos veces,
deja a su hermano un conflicto con el vecino del norte, que no
tendría por qué producirse.
No me cabe la menor duda que Fidel
Castro ha disfrutado con las declaraciones de Rohani, nada más
aterrizar en La Habana, cuando dijo que llegaba a un "país
amigo y revolucionario" como Irán. Esa comparación entre los
dos países, posiblemente del agrado de Fidel, cause no pocos
trastornos a Raúl, pero así es como están las cosas en este último
tramo de la dictadura castrista. Los analistas y observadores cada
día disfrutan más con este tipo de broncas y lances en clave de
consumo interno, entre los dos hermanos.
En segundo lugar, esta visita, yendo
más allá de los aspectos de imagen y propaganda, tiene un trasfondo
de especial interés, porque va aparejada a la firma de una serie de
acuerdos de cooperación, sobre todo en materia energética, que
permitiría a corto plazo al régimen castrista capear la falta de
petróleo de Venezuela. Si ello fuera así, no cabe duda que la
colaboración entre los dos países podría suponer un balance
favorable para La Habana, pero la realidad es que Irán está muy lejos.
Las bases parece que están claras, y
siguen el mismo modelo practicado en Venezuela, de donde procedía el
mandatario iraní, tras girar visita a ese país. En La Habana, se ha
firmado un memorando de entendimiento para la cooperación en el
campo de la salud, investigación, educación, medicamento y
tecnología médica entre el Ministerio de Salud y Educación Médica
de la República Islámica de Irán y el Ministerio de Salud Pública
de la República de Cuba. Ni más ni menos que otra vez, lo mismo, petróleo a cambio de
médicos. Solo que ahora habrá que enviarlos a Irán.
La verdad es que algunos médicos
cubanos pueden estar preocupados por ello. Irán está realmente lejos y su cultura, en general, tiene poco que ver con la forma de ser de los cubanos. Sin embargo, deben
esperar. Ya en 2012 visitó la Isla, otro mandatario iraní, Mahmud
Ahmadinejad, durante una gira por Latinoamérica. Los resultados de
aquella visita, también anunciados a bombo y platillo en forma de
convenios y acuerdos de muy distinta naturaleza, siguen sin llegar.
¿Por qué ahora habría de ser diferente?
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