Más impuestos a los trabajadores en Cuba: un grave error de política económica
Elías Amor Bravo, economista
En este trabajo quiero demostrar que la
decisión del régimen castrista, anunciada hace unos días,
consistente en que a partir del próximo mes de octubre comenzará la
aplicación del Impuesto sobre Ingresos Personales IsIP, y la
Contribución Especial a la Seguridad Social, CESS a los trabajadores
del sistema empresarial estatal cubano, es inadecuada para mejorar el
funcionamiento de la economía, no conseguirá sus objetivos y lo que
es peor, puede acabar produciendo efectos muy negativos sobre las
principales variables.
Las características de estos tributos y su justificación se han presentado recientemente en varios artículos publicados en Granma, y por ello, no le voy a dedicar más.
Para ello, voy a utilizar datos
relativos a la distribución sectorial del PIB entre salarios,
beneficios empresariales e impuestos netos de subvenciones, lo que se denomina la distribución de la renta. Estas
tres variables indican, grosso modo, como se reparte la producción
generada en una economía por sus tres elementos fundamentales: los
trabajadores, las empresas y el sector estatal. Los economistas
asumen que la parte de la renta nacional que se dirige a los trabajadores en forma de
pagos salariales tiene un impacto directo sobre el nivel de consumo
familiar y en menor medida el ahorro. Por tanto, incide de manera
directa en el poder adquisitivo de la población, medido en términos
de nivel de vida y bienestar general, lo que hace progresar a una sociedad. La parte que se canaliza a las
empresas como beneficios, se traslada principalmente a los dividendos
de los propietarios de las mismas y su destino final, en general,
suele ser la inversión cuyo objetivo es aumentar, de forma continua,
las dimensiones del tejido productivo de la economía. Por último,
la parte que se canaliza al sector estatal es un indicador que combina la
recaudación impositiva con los gastos realizados en las distintas políticas
públicas. Su dimensión relativa determina el peso de la actividad
estatal en la economía y se denomina en general impuestos netos de subvenciones.
En términos macroeconómicos, la
distribución del PIB en salarios, beneficios e impuestos netos de
subvenciones, la distribución de la renta, varía poco, en general, entre las economías más
desarrolladas. De ese modo, los salarios de los trabajadores tienden
a representar alrededor del 47% del PIB, casi la mitad de la
producción obtenida en las economía durante un ejercicio, como
consecuencia del número de trabajadores y del importe
promedio de los salarios nominales percibidos. La participación de
los beneficios empresariales tiende a situarse, en un porcentaje
ligeramente inferior, en torno a un 43% del PIB en promedio,
mostrando así la importancia de la actividad inversora en la dinámica del
crecimiento económico a medio plazo. Finalmente, la participación
de la actividad estatal, medida por el indicador de impuestos netos
de subvenciones, se suele situar en torno a un 9-10% del PIB en las
economías avanzadas, un porcentaje que actúa como mecanismo de
compensación para la ejecución de las políticas públicas que se
reserva el estado.
Cuando se analizan los datos similares
relativos a la economía cubana, donde se sabe que las estadísticas
presentan numerosos problemas de homologación con el resto del
mundo, se obtiene una distribución ciertamente distinta. Así, por
ejemplo, y con datos de 2014 que son los últimos publicados en la
ONEI, los salarios de los trabajadores en la distribución de la renta nacional, apenas alcanzan el 32,2% del
PIB, situándose a casi 15 puntos porcentuales por debajo de la media de los
países estudiados. Esa inferioridad del peso de los salarios en la
economía explica por qué en Cuba existe un bajo poder adquisitivo,
los salarios medios son claramente insuficientes para
atender las necesidades básicas de la población, por muchos bienes y servicios que se entreguen vía gratuidades y regalías.
Si ahora el régimen implementa nuevas
cargas tributarias sobre los salarios, como la CESS y el IsIP antes
citados, es evidente que el poder adquisitivode los trabajadores se verá más resentido
aún, y con ello, su calidad de vida y libertad de
elección.
La baja participación salarial en el
PIB de la economía castrista, una de las consecuencias directas del modelo impuesto por el régimen, contrasta con el peso del excedente
empresarial en la distribución de la renta, que se sitúa en un 43,6% un porcentaje que es prácticamente
similar al que se registra en los países estudiados, que cuentan con modelos económicos distintos basados en el mercado, los derechos de propiedad privada y la libertad económica. La diferencia tan destacada entre lo que reciben los trabajadores cubanos y las
empresas del PIB generado en la economía plantea serias dudas
sobre el modelo de economía estatal y socialista que dicen existe en
el país. Lo que parece evidente es que las empresas que operan en la
economía castrista, al ser de titularidad estatal, no renuncian a su participación en el reparto de la tarta social y de
ese modo, funcionan con cuotas equivalentes a las de otras economías
de mercado y “capitalistas”.
¿Dónde se encuentra la diferencia a
nivel macro entre el reparto del PIB de Cuba y del resto del mundo?
Una vez más, tenemos que atender a la participación obtenida por la
actividad estatal medida por el indicador de impuestos netos de
subvenciones, que en Cuba alcanza nada más y nada menos que el 19,4%
del PIB; casi la quinta parte de la producción nacional se canaliza
al estado intervencionista. En el conjunto de países estudiados, ese
porcentaje apenas superaba el 10%. La distancia de diez puntos
porcentuales explica el absoluto predominio que tiene la actividad
estatal en la economía castrista e incide, de forma directa, sobre
la parte que se destina a los trabajadores en forma de salarios. El
estado dirige, de ese modo, con una mayor actividad en términos del
PIB, la dirección del gasto y determina, de forma directa, el poder
adquisitivo y el nivel de vida de la población.
Sobre estas cuentas anacrónicas y
alejadas de la realidad, aumentar los impuestos sobre el trabajo,
parece una decisión equivocada cuyas consecuencias pueden ser muy
negativas tanto en términos de mayor recaudación, que no se va a
conseguir, así como de reducción de la deteriorada capacidad adquisitiva de la población. Ojala que
se den cuenta a tiempo y no continúen por ese camino.
Quisiera publicar sus artículos solo quisiera cambiar "regimen castrista" x gobierno cubano y "economia castrista" por "economia cubana", creo que estaria mas adecuado para que fuera leido por mas personas.¿ Que dice?, hhcarles@gmail.com
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