El Banco CAF y la economía castrista: ¿harán algo?
Elías Amor Bravo, economista
Otra aventura. Al parecer, varios medios se han
hecho eco de la visita del presidente ejecutivo del Banco de
Desarrollo de América Latina (CAF), el boliviano Enrique García a
La Habana. Comos siempre que ocurre con este tipo de informaciones,
nos enteramos siempre a toro pasado. Nunca es posible saber, con
antelación, qué se cuece en la oscuridad de la política económica
castrista. Alm parecer, este directivo de CAF no perdió el tiempo en
La Habana, y durante su estancia los días 8 y 9 de febrero, mantuvo
diversas reuniones con altos funcionarios del régimen castrista,
como el vicepresidente y ministro de economía y planificación,
Ricardo Cabrisas; el canciller Bruno Rodríguez; el titular de
comercio exterior, Rodrigo Malmierca, y el presidente del Banco
Central de Cuba, Ernesto Medina.
Muy mal deben estar las condiciones financieras de
la economía castrista para que se organice un comité de recepción
tan destacado. La situación parece peor de lo que declara la
Asamblea nacional al confirmar la recesión de la economía. Solo así
se puede comprender que un régimen que hizo alarde en numerosas
ocasiones, por voz de su máximo líder Fidel Castro, del “odioso
papel de los banqueros imperialistas”, empiece a recuperar la
cordura en una búsqueda desesperada de financiación.
Al parecer el CAF, como no podría ser de otro
modo, y pese a que el 14,9% de su capital pertenece a Venezuela,
actuó con prudencia. De momento, la visita se ha concretado
solamente en un planteamiento genérico de "fortalecimiento de la cooperación y el apoyo
técnico". Mucha falta le hace al régimen un conocimiento básico de
las normas de funcionamiento del sistema bancario. Cuentan las
crónicas que la destrucción del competitivo y productivo sistema
financiero cubano, construido durante los primeros 50 años de
existencia de la República, correspondió, como no podía ser de
otro modo, al Che Guevara, a la sazón ministro de economía que
despilfarró en menos de dos años el saldo positivo de la balanza de
pagos de Cuba de finales de los años 50 y provocó el exilio de la mayor parte de los directivos y profesionales bancarios del país por temor a la violenta represión.
Reconstruir la banca en Cuba, su operatoria e
independencia del poder político, el uso habitual por la población de las cuentas corrientes,
de los depósitos a plazo, de la confianza en el crédito, de la banca online, etc, etc no
resultará una tarea fácil. No es extraño que el directivo del CAF
diga que “estamos complacidos de acompañar al país en este
proceso a través del impulso de iniciativas que contribuyan a su
desarrollo económico y social". Un buen contrato de consultoría
estratégica a la vista. Por otra parte, necesario.
Si se quiere promover el negocio bancario en Cuba,
mucho me temo que este tipo de anuncios de “acuerdos de apoyo
técnico” no serán suficientes, por mucho que se apueste por
“promover una cultura de gestión de la innovación”.
Me refiero a la oportunidad del “diseño e
implementación de un centro de innovación y emprendimiento” en la
universidad, como “centro de educación superior para promover la
innovación a través de la capacitación de los actores claves del
sistema productivo nacional, la universidad, líderes científicos e
investigadores”. Interesante. Pero la pregunta sigue siendo la
misma ¿por dónde le entra el agua al coco? Desde luego, no es por la vía de la integración
regional, como declaró García, al recibir el título de profesor invitado de la Universidad de La Habana.
La integración regional de la economía cubana es
necesaria, pero no suficiente para sacarla de
su marasmo histórico. Si por integración regional quiere decir el abandono
de los despojos de la planificación central comunista, la
recuperación de los derechos de propiedad privada para todos los
cubanos, o del mercado como instrumento de asignación de recursos,
podemos estar de acuerdo. La integración debe servir para mejorar
las condiciones de vida de los cubanos. Para dar credibilidad a una
economía que lleva casi 60 años de filibusterismo, sin querer
entender que las aventuras acaban siendo un desastre.
Lo peor de todo esto es que será difícil que una
economía, dirigida por un conglomerado de intereses monopolistas
vinculados a la seguridad del estado y el ejército, y basada en la
trasnochada ideología comunista, que, además, se encuentra en las
antípodas del resto de la región, pueda avanzar hacia la
integración regional en los términos referidos.
Muchos tendrá que avanzar CAF para conseguir que
su cooperación con Cuba tenga ese "alto impacto" en el
desarrollo y la integración regional. A corto plazo, no lo veo
posible. Por mucho que CAF esté especializado en impulsar el
desarrollo sostenible y la integración regional, mediante la
financiación de proyectos de los sectores público y privado, la
provisión de cooperación técnica y otros servicios especializados,
la contraparte castrista no tiene los recursos financieros que se
necesitan para colaborar como socios en este tipo de proyectos.
Es lo
mismo de siempre. Perdida la financiación soviética y la
venezolana, los dirigentes de la economía castrista buscan ayudas a
fondo perdido y créditos blandos como los de CAF para desarrollar
sus infraestructuras. No quieren reconocer que para actuar de forma
correcta y con responsabilidad, tienen que hacer un esfuerzo
financiero que compense la actividad de los donantes. CAF no les va a regalar el dinero porque tiene accionistas que vigilan de forma responsable sus operaciones.
Para poder cofinanciar sus préstamos, el castrismo tiene que entender que deberá reestructurar un
presupuesto del estado que ya empieza a ser muy escaso. El laberinto
es más complicado de lo que parece porque no se quieren tomar las únicas decisiones de política económica que pueden conducir a Cuba hacia la integración y la prosperidad. Mucho me temo que CAF no hará
muchas cosas en la economía castrista.
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