El turismo en Cuba en 2022: otro año de fracaso

Elias Amor Bravo economista 

Al final se confirmaron los pronósticos y la campaña turística de Cuba en 2022 no levantó cabeza. Los datos se acaban de ofrecer por la Oficina Nacional de Estadística e Información, ONEI y señalan que a lo largo del año llegaron a la Isla solamente, 1.704.309 viajeros, de los cuáles son extranjeros 1.614.087.

Las cifras suponen que el objetivo establecido por el régimen para el conjunto de 2022 que fue revisado a la mitad de año no se ha cumplido. Esto quiere decir que el sector turístico cubano lleva tres años en franco declive, con cifras que no se corresponden con su potencial de largo plazo.

En dicho sentido, si se compara el resultado de 2022 con el de 2019, último año antes de la llegada de la pandemia del COVID-19 que lo cambió todo, que alcanzó la cifra de 4.275.558 turistas, la caída registrada en estos tres años alcanza un 60%, o dicho de otro modo, los indicadores de actividad turística de la Isla (ocupación hotelera, pernoctaciones, ingresos) se encuentran en 2022 todavía un 60% por debajo de los niveles de 2019.

Esto significa que, por el camino, 2.571.249 turistas han dejado de venir a Cuba a disfrutar de sus vacaciones en el último trienio, y ello, a pesar de que el comportamiento global del sector ha sido creciente y que algunos destinos del Caribe, como República Dominicana, ya han recuperado los niveles anteriores a 2020 en concreto, con datos hasta noviembre, un 8,6% más que antes de la pandemia y 6.397.466 turistas llegados al país.

¿Qué está pasando al turismo que viene a Cuba? ¿A qué viene este fracaso absoluto en los niveles de recuperación de la crisis y qué sentido tiene mantener un modelo que no funciona?

No cabe duda que hay aspectos estructurales que están afectando al sector más allá de las condiciones actuales de la economía mundial.

Al analizar la procedencia de los turistas, el principal mercado, Canadá, desciende de 1.120.077 en 2019 a los 532.487 de 2022. La reducción es de un 52%. Una debilidad que no se corresponde con los datos del turismo de Canadá, que como indican sus cifras oficiales, ha tenido en el ejercicio de 2022 una significativa recuperación. Hasta el tercer trimestre, los viajes de canadienses al exterior han aumentado un 280,9% alcanzando 3.269.156 turistas. A Cuba llega poco más del 15% del total. 

Los canadienses parecen dar la espalda a la oferta cubana y en ello posiblemente hayan factores difíciles de cuantificar si no se cuenta con estudios más profundos o encuestas, pero no cabe duda que la competitividad precio puede haber sido un factor determinante. Remontar las cifras de viajeros de este país no depende solo de adjudicar destinos específicos.

El segundo mercado, la Comunidad cubana en el exterior, procedente en su mayoría de Estados Unidos alcanzó en 2022 un total de 333.191 viajeros, una cifra que contrasta con los 623.972 de 2019 con otro descenso del 46%. Es el grupo que menos desciende de todos los que se detallan en la estadística oficial y pasa a ser, junto a las remesas, el principal instrumento de financiación externa de la economía cubana desde Estados Unidos.

Obsérvese que estos dos mercados, Canadá y Comunidad cubana del exterior, disminuyen sus registros ciertamente, pero lo hacen en menor medida que el conjunto del turismo que llega a la Isla, que como ya se indicó alcanzó un 60%. Y dado el peso que tienen en el total de las llegadas, suponen casi el 52%, lo que está ocurriendo a las cifras del turismo es que el restante grupo de países de procedencia, el 48% del total ha registrado descensos más intensos que la media.

Incomprensiblemente, el régimen ha apostado por una peligrosa concentración del turismo en los dos principales mercados de origen, ya que si en 2022 registraron el 52% citado, en 2019 alcanzaban tan solo el 40% del total. De modo que es ahí donde se producen los problemas estructurales que pueden condicionar la evolución del sector. La debilidad de estos dos mercados en cualquier momento, puede condicionar y mucho los resultados finales. El turismo necesita una apuesta por una mayor diversificación de la demanda.

Y aquí puede estar la clave. Los mercados europeos, que fueron destacados hasta 2019 en la aportación de turistas a la Isla, siguen en una situación de debilidad y se han olvidado de CubaLos franceses, por ejemplo, con apenas 44.412 llegadas en 2022, han registrado un descenso del 74%, los rusos por sus dificultades de las sanciones, redujeron la cifra un 69%, lo ciudadanos procedentes de Estados Unidos, un 79%, los españoles un 44%, los alemanes un 67%, los ingleses otro 58% y así sucesivamente.

No ha habido un solo mercado que se haya comportado mejor o al menos igual que en 2019. No aparecen mercados nuevos de origen. El marketing promocional se mantiene de año en año, sin explorar nuevos países de procedencia. El derrumbe de las cifras ha sido absoluto y dadas las restricciones estructurales en que ello se produce, no parece que se vaya a producir una recuperación en el corto o medio plazo. Estamos en mitad de la campaña estacional de invierno en la zona del Caribe y las cifras no acaban de repuntar. El dato de diciembre de 2022 se sitúa todavía un 30% por debajo del alcanzado en el mismo es de 2019.

Al cierre de Fitur la feria internacional del turismo en Madrid, este mes de enero, se ha llegado a la conclusión que el sector ha salido de la crisis del COVID-19 a nivel mundial en 2022 y las expectativas para este año son muy favorables en los principales mercados. El turismo cubano está promoviendo una serie de actuaciones cuyos resultados son dudosos, lo que seguirá provocando bajos índices de ocupación en una oferta hotelera que sigue creciendo sin consolidar posiciones. 

Una revisión de los resultados deja poco margen para las esperanzas. 

Los ingresos por turismo, en paralelo con las llegadas, se sitúan en 2022 por debajo de un 70% de la cifra de 2019, porque la influencia de la cotización del peso con las principales divisas condiciona la recaudación y esta circunstancia no solo afecta a las arcas del estado comunista sino también a los pequeños negocios orientados al turismo, que no levantan cabeza desde 2019. 

Los precios hoteleros, dentro del IPC cubano, han crecido hasta noviembre 53,05% más de 13 puntos por encima de la media, 40,26%, y esto influye no solo en el trasvase de recursos hacia el sector, sino en la percepción de caro por parte de los viajeros. No cabe duda que el modelo tiene que ser sometido a rigurosa evaluación, porque no funciona. La existencia de modelos de éxito en la misma zona del Caribe indica que los factores que impiden al turismo cubano prosperar pertenecen al modelo económico y social que rige el país.

Estos datos llevan a pensar que la obsesión del régimen comunista con el turismo puede ser una experiencia que llegue a su fin, de un momento a otro. La escasa atención al resto de sectores de la economía y el estado de postración en que esta se encuentra, podrían llevar a una revisión de los planes del turismo en curso y una reconducción de la política inversora porque no acaba de dar los resultados buscados. La decisión está en manos del régimen que tiene todo el poder. Incluso, la eventual salida de alguna cadena hotelera de la Isla podría ir en esa misma línea. Algunos se cansan de esperar.


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