Machado Ventura sabe como producir más carne y cereales en Cuba

Elías Amor Bravo, economista
 
Un artículo en Granma recoge las andanzas por Cabaiguán de Machado Ventura y el intercambio de opiniones con productores ganaderos que han sido beneficiados, según Granma, con la entrega de tierra en usufructo.

Uno de los fracasos de la llamada “revolución” ha sido la política alimentaria. Desde 1959, los cubanos se han visto limitados en su capacidad de consumo, tanto en calidad como en cantidad. La libreta de racionamiento, que entró en vigor en el ya lejano 1962, vino a confirmar desde el primer momento, que el modelo de propiedad estatal y planificación central de la economía era un fracaso y que nunca más el consumo de alimentos volvería a ser el del pasado.

Los comunistas castristas se han empeñado en sacar a flote ese modelo devaluado por el paso del tiempo, que carece de justificación ideológica o técnica, y en los últimos años han puesto en marcha diversas medidas que, sometidas a un análisis riguroso y coherente, son insuficientes para resolver las grande carencias en que viven los cubanos su día a día. Se han destinado millones de CUP a subsidios en las empresas estatales, pero el desarrollo de la producción de alimentos no ha dado motivos de satisfacción. El deseo de sustitución de importaciones, principalmente de cereales, se ha encontrado con notables dificultades para aumentar la oferta. Ni los factores exógenos, como la sequía de los últimos años, ha servido para justificar el fracaso de las políticas implementadas por el régimen.

Machado, acompañado en su visita por José Ramón Monteagudo, primer secretario del Partido comunista, y ya me dirán ustedes lo que hace un comunista criando ganado, y de Teresita Romero presidenta de la Asamblea Provincial del Poder Popular, ni más ni menos, “conoció del trabajo que se lleva a cabo en la Empresa Pecuaria Managuaco en función de la cría artificial de terneros, con vistas a asegurar el futuro ganadero de la entidad, una de las más importantes del territorio”, y cito textualmente Granma. La verdad es que no tienen mucho que celebrar si nos atenemos a los datos oficiales que publica la Oficina Nacional de Estadística de Cuba. Según ONEI, el nacimiento de ganado vacuno pasó de una media de 710.300 cabezas en 2011 a un total de 610.000 en 2016, lo que significa ni más ni menos que un descenso del 14% en dicho período.

Granma señala que “el dirigente se interesó por la labor del centro de recría, reabierto hace unos tres años, por las condiciones de trabajo del colectivo que atiende a los animales y llamó a reducir a 24 meses el plazo de incorporación de la hembra a la vida reproductiva, que hoy demora 32”. Que asombroso. Estos comunistas creen que el ganado vacuno sigue las órdenes y la disciplina que exigen a los cubanos, de forma autoritaria. Van dados.

Machado también visitó el nuevo matadero de reses que, según Granma, “se construye actualmente en la empresa, con capacidad para sacrificar y procesar unos 20 animales diarios, una instalación con la que se pretende obtener ingresos de la comercialización de la carne para el desarrollo del programa genético del ganado Siboney y bufalino que impulsa la entidad”. En ese sentido, la ONEI destaca que el número de cabezas de ganado vacuno sacrificadas pasó de 394.700 en 2011 a un total de 495.100, con un crecimiento del 25,6% en dicho período.

Dos observaciones básicas en la dinámica del sector. Si el número de reses que nace es cada vez menor, ya hemos señalado que un 14% menos, y si las reses sacrificadas son cada vez más, un 25,6% algo no funciona bien, y puede estar planteando serios problemas de sostenibilidad a la producción de ganado en Cuba. De hecho, matar una res ha sido un grave delito en Cuba durante décadas, y lo sigue siendo. Alrededor del 65% de las cabezas de ganado sacrificadas en 2016 pertenecen al estado. ¿Alguien entiende algo?

Además, Machado visitó en su recorrido el molino arrocero Angel Montejo, que según Granma, está “enclavado en la cabecera provincial y donde está por concluir una reconstrucción capital de la planta que permitirá llevar la capacidad de procesamiento hasta las 40 toneladas diarias y traerá consigo una notable mejoría en la calidad del molinado”. La ONEI tampoco ofrece muchas oportunidades para celebrar nada en lo relativo a la producción de arroz, un alimento básico en la dieta de todos los cubanos. Desde 2011 la producción de arroz ha descendido de las 566.400 toneladas a las 514.045 toneladas de 2016, después de haber registrado una producción de 672.600 toneladas en 2013. Desde entonces, ha caído en picado, mostrando un descenso global durante el período 2011-2016 del 9,2% que aumenta al 30,7% si se toma el dato máximo alcanzado en 2013. Menos arroz en producción supone escasez del producto y precios más elevados o subsidios. No hay otra.

El problema del sector agropecuario cubano es de producción. Pero Machado, opina, y cito textualmente Granma, que se “necesita que haya cuidado y buen uso de las inversiones, que los trabajadores conozcan el costo de las obras y la estrategia productiva para la recuperación financiera de estas tecnologías y los nuevos equipamientos que han entrado”. 

La pregunta es, ¿con todo eso que dice Machado se produce más? Algunos economistas dirán: depende. Producir más no es tan solo una cuestión tecnológica, sino que exige atender las demandas de los consumidores, lo que piensa el mercado y desea comprar. Si la demanda aumenta o cambia, entonces se puede producir más. Una economía se rige por el comportamiento de la demanda. La flexibilidad es un aspecto fundamental de los sectores productivos que mide su orientación por el comportamiento de la demanda, en definitiva, el cliente como centro de las decisiones productivas. En Cuba, gente como Machado Ventura, está pensando en otras cosas. Así les va.

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