Más productividad, más salarios
Elías Amor Bravo, economista
En la segunda jornada de trabajo en comisiones,
los parlamentarios del régimen castrista han dedicado su atención
al asunto controvertido del pago de salarios sin respaldo productivo,
que en una nota en Granma califican como “una de las problemáticas
que lastra a la economía cubana”.
En Cuba, donde los salarios nominales medios de la
población se han situado a finales de 2016 en 740 CUP (30 euros)
abordar este tipo de cuestiones no deja de tener un significado
importante, si se compara con otras materias a las que han prestado
atención los parlamentarios.
Por muchos que sean los bienes y servicios
suministrados a la población por la planificación central del
estado, es evidente que el salario real de los cubanos es de los más
bajos del mundo. Y la Economía en esto no se equivoca. Cuánto más
bajo es el salario, los trabajadores tienen menos incentivos para
desarrollar sus funciones de forma eficiente. Un bajo nivel salarial
impide la creación de un mercado de consumo que estimule el
crecimiento de la producción. Por otra parte, con bajos salarios
apenas queda espacio para construir ahorros con los que realizar
inversiones, ni tan siquiera a título personal. La percepción de
pobreza que se deriva de un nivel salarial reducido es una amenaza al
crecimiento económico sostenible.
Tal vez por ello, el régimen puso en marcha hace
algún tiempo la tristemente célebre Resolución 6 del Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social (MTSS), en la que se establecía “el
salario en función del nivel de cumplimiento de los indicadores
directivos y límites”, algo insólito en la retórica comunista
del castrismo, y como en otros muchos ámbitos de las actuales
reformas en curso, los resultados han sido limitados por no decir,
nulos. Como consecuencia de ello, Granma señala en su nota que
“todavía se sigue distribuyendo, en determinados lugares, la
riqueza que no se ha creado”.
Este al parecer fue el punto de vista de los
diputados de la Comisión de Asuntos Económicos, que prestó
atención a los resultados de la fiscalización realizada a entidades
que efectuaron pagos sin respaldo productivo al cierre del 2016 y en
el primer trimestre del 2017. Con independencia de cuál sea la cifra
y el impacto económico, el asunto no deja de ser alarmante. Pagar
más salarios que la productividad generada por el trabajo conduce al
empobrecimiento de las empresas, su insolvencia y en definitiva, su
eventual bancarrota. Pero en la economía castrista, existen
recovecos para que ello no sea estrictamente así.
¿Por qué tiene lugar este fenómeno
aparentemente perjudicial para el funcionamiento de una economía?
Los diputados establecieron las causas
fundamentales de este problema, a saber, “las deficiencias en la
contabilidad y la planificación, toma de decisiones arbitrarias sin
colegiar y falta de control de los organismos superiores, así como
insuficiencias en la aplicación del pago por resultados, ya sea por
desconocimiento o irresponsabilidad”. Una vez más, son los
aspectos institucionales propios del modelo de planificación central
de la economía, sin derechos de propiedad privada y empresa libre de
mercado, los que lastran la evolución de la economía. Reconocido por los propios diputados.¿Hasta
cuándo van a seguir empeñados en mantener un paradigma que se cae
hecho pedazos y que la evidencia del paso del tiempo ha mostrado que
nadie cree en él?¿Por qué los cubanos tienen que pagar un precio
tan elevado en términos de calidad de vida, bienestar y progreso?
Entre los diputados se ha hablado un poco de todo
en relación con esta cuestión. Desde la gestión deficiente de
algunos directivos que en ocasiones no tiene que ver con la
capacitación o la experiencia del profesional, a la falta
de relación entre ventas y salarios en algunas empresas; desde los
efectos que tiene sobre el crecimiento de la oferta monetaria y su
influencia sobre la inflación esos pagos de salarios excesivos,
hasta la necesidad de un mayor control por parte de la
estructura superior, la falta de confianza en los registros
contables, hasta en definitiva, en la calidad de la información que
se suministra de la economía. Un debate que ha dado para mucho, sin
duda.
Sin embargo, tratar de resolver este problema con los
instrumentos de la economía castrista es una vía muerta. No es
posible corregir los defectos de la planificación central y del
intervencionismo estatal, con más planificación e intervención. La
línea a seguir debe girar en 180º, y apostar más por la
economía de mercado libre, los derechos de propiedad privada, el mercado en la asignación de recursos, la flexibilidad de las empresas, su autonomía, la capacidad para
generar riqueza con absoluta libertad, pero también su acumulación y destino a
actividades productivas. También es llegada la hora de poner coto a
la intervención directa del estado castrista en las empresas de su propiedad,
con los efectos de descapitalización que se generan de esos procesos
de apropiación discrecionales.
Los trabajadores cubanos tienen que ser
retribuidos con salarios que se correspondan con sus niveles de
productividad. Para ello, las empresas deben tener capacidad para
asumir sus retos tecnológicos sin la dirección burocrática
planificadora del estado en todo el proceso. Ellas, las empresas y
sus dirigentes y trabajadores, saben mejor que nadie que se tiene que
hacer para funcionar mejor. Cuanto más eficaces sean esas
inversiones productivas, mayor será el aumento de la productividad y
con ello será posible pagar salarios nominales más elevados. La
dinámica de la economía de mercado es esencial para el
funcionamiento del sistema en su conjunto. Los experimentos
alternativos rara vez tienen éxito. Cuba por desgracia, es un buen
ejemplo.
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