El régimen castrista y el BCIE: crónica de una relación que no llegará muy lejos
Elías Amor Bravo, economista
La
noticia de hoy ha sido la adhesión del régimen castrista al Banco
Centroamericano de Integración Económica (BCIE) una institución
jurídica financiera de carácter internacional, establecida por los
gobiernos de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua mediante
convenio constitutivo de fecha 13 de diciembre de 1960.
Adicionalmente, el 23 de septiembre de 1963, la República de Costa
Rica fue incluida como miembro fundador. Mediante protocolo suscrito
el 2 de septiembre de 1989 y con vigencia a partir de 1992, se
permitió la participación de socios extrarregionales. El Banco
inició operaciones el 31 de mayo de 1961 y tiene su sede en la
ciudad de Tegucigalpa, Honduras.
El
retorno del régimen castrista a las instituciones financieras
internacionales, aunque este Banco es relativamente pequeño y su
ámbito es limitado, es una buena noticia. No solo por lo que dice la
propaganda castrista en Granma, en el sentido de que “permitirá
fortalecer aún más las ya amplias relaciones de la Isla con los
países de la región centroamericana, y el apoyo del BCIE a
proyectos de desarrollo económico social y de integración”, sino
por lo que puede y debe suponer para la economía castrista de
exigencia de credibilidad, solvencia y responsabilidad.
Conocida
fue la posición de Fidel Castro, el Che y demás durante los “años
revolucionarios” en contra de las instituciones financieras
internacionales en las que Cuba, curiosamente, había desempeñado un
papel fundamental en sus procesos de creación, como el FMI derivado
de los acuerdos de Bretton Woods, tras la segunda guerra, o el Banco
Mundial y otras entidades similares. Para Castro, el FMI fue durante
décadas el enemigo de los pobres, el culpable de la extrema dureza
de las políticas neoliberales, el instrumento de control del
“imperio” y otras acusaciones de corte similar, para esconder ese
rechazo del régimen a asumir la responsabilidad, credibilidad y
solvencia exigida por estas instituciones para obtener créditos.
La
adhesión de Cuba al BCIE arrancó cuando el mes de abril la Asamblea
Extraordinaria de la entidad dio apoyo unánime a la solicitud
planteada anteriormente por el régimen.
Pese
a que se trata de una buena noticia, no le auguro grandes éxitos en
esas políticas de desarrollo económico y social que anuncia la
propaganda castrista en Granma. ¿De dónde se puede obtener esta
conclusión? Pues ni más ni menos que de la información del BCIE
contenida en sus Notas a los Estados Financieros, en el punto (2)
titulado Resumen de Principales Políticas de Contabilidad, cuando se
refiere a las operaciones con el Sector Público1.
El régimen castrista, en que el ejercicio de la propiedad privada se
encuentra limitado, será cliente de sector público del Banco y por
tanto, la operatoria del crédito se ajustará a lo dispuesto.
Veámos.
Tal
y como se indica, en las Notas, “los préstamos al sector público
se otorgan a gobiernos de los países miembros, a gobiernos locales y
municipales de los países miembros, a instituciones de derecho
público, a entidades, instituciones y/o sociedades cuya estructura
de capital cuenta con una participación mayoritaria del Estado o de
entidades públicas, ya sea de manera directa o indirecta, así como
a entidades que desarrollen un proyecto de interés público cuya
propiedad económica o su control sea del Estado”. Hasta aquí no
hay problema alguno. Pero, la “existencia de compromisos
financieros directos y exigibles al Estado para asegurar el
equilibrio financiero de dicho proyecto” parece algo más
complicada.
Además,
“la política interna de Préstamos al Sector Público debe
estimarse con base en la exposición neta, la probabilidad de
incumplimiento y la severidad de la pérdida de cada una de las
operaciones de crédito”. La forma que tiene el BCIE de definir
estos indicadores deja pocas oportunidades para el régimen
castrista.
Por
ejemplo, el indicador de “exposición” para el sector público,
se basa en “la calificación de riesgo asignada a cada país por
las agencias calificadoras internacionales de riesgo (Standard &
Poor’s, Fitch Ratings y Moody’s), la información de mercado
disponible de las probabilidades de incumplimiento de las agencias
calificadoras internacionales de riesgo, el vencimiento efectivo de
cada operación (plazo promedio) y considerando si la operación
cuenta con garantía soberana o no”. Aún estamos esperando que
estas agencias de calificación realicen algún informe relativo a la
solvencia de la economía cubana. En tales condiciones, la concesión
de crédito por el BCIE tendrá una naturaleza política. Algo que
suele disgustar a los consejos de administración.
Pero
hay más aspectos para la duda. En la Nota se señala que cuando “el
Banco posee el estatus de acreedor preferente, para los préstamos
con garantía soberana solidaria, dicho factor se considera para
ajustar las probabilidades de incumplimiento con respecto a la
información de mercado. Para la severidad de la pérdida se aplican
parámetros determinados con base en las recomendaciones del Basilea
II”, que son procedimientos bancarios al uso. La cuestión es que
la deuda soberana de Cuba, al menos actualmente, pasa toda a manos
del Banco Central, de acuerdo con la normativa de los presupuestos,
lo que significa que cualquier operación de préstamo con garantía
solidaria en estos bonos, solo se podrá realizar mediante la venta
previa de los mismos o su puesta en aval. Operaciones que en Basilea
II no están admitidas.
Llama
la atención en las Notas del BCIE la metodología “para determinar
el ajuste de las probabilidades de incumplimiento para el sector
público considerando que el estatus de acreedor preferente se
determina de mejor manera con el indicador de deuda multilateral, que
mide la deuda multilateral como porcentaje de la deuda externa total
de un país, y con el “stock”de deuda externa como porcentaje del
ingreso nacional bruto”. La deuda externa del régimen castrista,
tanto la condonada en su día por el Club de París y otros países
como Rusia o Japón, continúa siendo elevada, no existen datos
objetivos de la misma y los cumplimientos están condicionados por la
escasez de divisas, agravada por el freno de las ventas de petróleo
de Venezuela. Dada la importancia que el BCIE da a situaciones de
pérdida para el tipo de deuda, ya sea senior o subordinada, y la
trayectoria poco creíble del régimen en sus compromisos
internacionales, las posibilidades de desarrollo no serán muchas.
De lo expuesto, cabe aceptar que esta relación entre el régimen castrista y el BCIE no irá muy lejos. Primero porque la economía cubana no está en su mejor momento, la apuesta de largo plazo es muy arriesgada y además, las prácticas del BCIE tienen poco que ver con la ejecutoria macro de las autoridades del régimen. Aunque es bueno que Cuba se integre en las instituciones internacionales y vaya situando su economía en un formato similar al de otros países, el objetivo de credibilidad está muy lejos de ser conseguido, porque las políticas en curso no ayudan a conseguirlo. Tal vez sea el momento de reflexionar sobre la cuestión. O después será muy tarde.
1La
Administración del Banco considera que esta metodología refleja
razonablemente la estimación del riesgo que el Banco tiene en las
actividades de préstamos al sector público y, por consiguiente,
considera que el monto resultante de la provisión para préstamos
al sector público es adecuado.
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