Para que los niños cubanos vuelvan a tener juguetes
Elías Amor Bravo, economista
Un artículo en Granma titulado “Los juguetes no son cosa de juego” aborda una cuestión relevante: ¿por qué en Cuba no se fabrican juguetes?
Al parecer, este asunto ha pasado a ser una preocupación en la Asamblea nacional en su última reunión del mes pasado. ¿Tal vez un signo del cambio de los tiempos? El reconocimiento de la importancia del juguete para la formación de los niños y que el acceso en Cuba es insuficiente supone aceptar un fracaso que, en líneas generales, arranca de los tiempos y las políticas revolucionarias. Los niños que vivimos en Cuba en la década de los años 60 aún recordamos cómo en las escuelas se destruía la ilusión de los reyes magos o de santa Claus. Fidel Castro no aceptaba rivales en su afán por conquistar todo el poder. La base de la sociedad, los niños, debían empezar a creer en otras cosas. Para eso se inventaron el “seremos como el Che” o las aventuras del vietnamita Nguyen Van Troi, que ocupaban el tedio de las clases en las escuelas y en las actividades obligatorias. Para qué les voy a seguir hablando de todo esto si lo conocen bien.
Los juguetes desaparecieron de Cuba por muchas razones. Primero, por las confiscaciones de las pocas empresas que se dedicaban a su fabricación y la imposibilidad de importarlos del exterior. Segundo, porque la orientación económica del régimen iba por un camino distinto al de dar satisfacción a las demandas de la gente. Y tercero, porque a los niños, la revolución les tenía preparado un camino alternativo que nada tenía que ver con las muñecas, los patines o las carriolas, que desaparecieron como por arte de magia conforme la libreta de racionamiento pasaba a ocupar el centro de la vida cotidiana de los cubanos. Los niños de aquella generación vimos con dolor cómo desaparecían de los puntos de venta los chicles y golosinas, las postales de jugadores de pelota, incluso, los puntos de venta mismos.
Ahora, 58 años después, el juguete parece haberse convertido en centro de preocupación para una comisión de largo nombre, “Atención a la juventud, la niñez y la igualdad de derechos de la mujer” de la Asamblea Nacional que está intentando abordar su solución.
La cuestión es si el camino emprendido sirve de algo. Para empezar, la presidenta de la Organización de Pioneros José Martí (OPJM), salió diciendo que “los juguetes tradicionales, como las muñecas y los carros, que son los más buscados, no tienen que ver con nuestra identidad”. Otra vez el tono totalitario, ¿con la identidad de quién?, ¿en qué datos se basa esta gente para llegar a la conclusión que saben lo que la gente quiere, sin existir mecanismos de libre elección o de consulta? Mal empiezan. Muy mal.
La comisión ha destacado el elevado precio de los juguetes en las tiendas recaudadoras de divisas, de la mala calidad y poca variedad. Es decir, que al menos si se reciben remesas del exterior, se puede tener juguetes, sí esos tradicionales que desprecian las organizaciones del régimen, pero los que quieren los niños. Los cubanos que malviven con los sueldos medios en CUP que se pagan en el país, ya se pueden olvidar. ¿Desigualdades?
El asunto se empieza a complicar cuando la dirigente de la OJPM dice que “hay que velar porque los juguetes que lleguen a la Isla sean los que realmente necesitan las niñas y los niños para aprender y entretenerse”. Y desde luego, nadie mejor que ella para decir cuáles son esos juguetes. Lo que opinen los niños y niñas, o sus padres y familia, poco importa. La Inquisición se quedó muy lejos de este tipo de planteamientos con todos sus desmanes.
Luego está el problema económico de siempre, “la necesidad de sustituir importaciones a partir de estimular la producción de juguetes en Cuba”. Otra vez la apuesta autárquica de mediados del siglo pasado, que no llegó a funcionar en ninguno de los países en que se puso en marcha, y menos ahora, en el siglo de la globalización. Cualquiera remonta la industria del juguete en Cuba después de 58 años de destrucción. En el artículo de Granma se reconoce que “las industrias locales apenas producen juguetes y existen municipios donde no hay con qué jugar. Mientras, se señala con cierto tono de desprecio que "los juguetes que expenden los cuentapropistas están hechos con materias primas de olor fuerte, que pueden incluso ser peligrosas para la vida”. Más motivos para cerrar el paso a los emprendedores, cualquier cosa vale.
Algún diputado se acordó de la importancia del juguete digital para desarrollar competencias en la niñez de gran valor en la edad adulta, pero aquí volvemos al mismo problema de siempre, con los actuales costes de conexión a internet en la isla, existen otras prioridades de comunicación para las familias. Otra vía muerta.
Y entonces, se han puesto a trabajar, y como siempre ocurre en la economía castrista, se ha anunciado la “creación de un grupo nacional integrado por el Ministerio de Industrias (Mindus), el Ministerio de Finanzas y Precios, el Ministerio de Comercio Interior (Mincin), el Ministerio de Economía y Planificación, el Ministerio de Educación (Mined), la Unión de Jóvenes Comunistas y la OPJM” para resolver el problema del juguete en Cuba.
¡Qué ganas de perder el tiempo! Y sobre todo, no dar respuesta a las necesidades concretas de niños y familias.
Con las buenas relaciones con China, de las que presume el régimen castrista, han propuesto la creación de un grupo que presentará un cronograma de trabajo ante la ANPP en diciembre para resolver las carencias prioritarias de los niños menores de 6 años, pero reconociendo que con ello “no satisfará ni el 50 % de lo que hoy demanda el país” y ya se verá si los chinos financian esas importaciones.
No se compliquen mucho la vida. La solución la tienen delante pero no la ven. En el artículo de Granma se habla de una cooperativa no agraria, de nombre (CNA) Decorarte, creada en 2013. Suena bien. Dejen a la cooperativa funcionar con libertad y autonomía no necesita avales de ningún Mincin o Mindun, dejen que pueda establecer acuerdos tecnológicos con socios extranjeros, que pueda contar con apoyo financiero internacional en forma de know how. Saquen las manos burocráticas de su actividad empresarial y dejen que gane dinero, que acumule riqueza y empleo, que progrese. El futuro de la economía cubana pasa por ahí. Por la libertad y el emprendimiento. Que los niños cubanos tengan juguetes a precios accesibles, también.
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