En torno a la "ayuda" de Trump al turismo en Cuba

Elías Amor Bravo, economista
No. El sector privado cubano no debe esperar ayuda alguna de Trump o de Macron. De quien debe esperar ayuda, estímulo, marco jurídico, respeto a la libre empresa y su capacidad de generación de riqueza y renta es de su gobierno, del régimen castrista. 
La demagogia cansa. Aburre. Me refiero a un artículo publicado en Cubadebate, titulado “La verdadera ayuda de Trump al sector privado: cinco historias de cubanos”, un ejemplo de cómo el régimen castrista manipula, desinforma y crea una ficción para lanzar ataques continuamente a EEUU y a su presidente Trump. En este post se van a desmontar los argumentos principales de algunas de las historias que se cuentan. Y vamos a dar algunos consejos a esos emprendedores cubanos para que reclamen a quien deben: su gobierno, por el eventual descenso de su actividad.
Vamos por partes. La primera historia se refiere a Adriana, que tiene una casa en la calle San Lázaro, en La Habana dedicada a alquilar habitaciones. Al parecer sus expectativas de clientes de EEUU se han venido abajo y de un 60% al comienzo (2017) apenas alcanza un 5% actualmente. Bien. Adriana debería saber que en cualquier país con un sector turístico especializado, como el suyo mismo, Colombia, el principal componente de la demanda es el turismo nacional, los habitantes de ese país cuando tienen vacaciones y desean realizar viajes para visitar otras zonas, generalmente turísticas.
En Cuba, la ausencia de ese turismo interno condiciona su negocio de “Rooms for rent” mucho más que cualquier política de Trump o del “sunsuncorda”. Los cubanos no pueden alquilar con sus míseros sueldos de 30 dólares al mes, una habitación para pasar un fin de semana en La Habana, ahora que está tan decorada por su 500 aniversario. Ese gasto en alojamiento, salvo que se reciban remesas del extranjero, no se puede realizar, está fuera del presupuesto de las familias. Adriana debería reflexionar sobre lo que se está perdiendo por culpa del régimen comunista que ata la capacidad adquisitiva y de elección de los cubanos.
Si los estadounidenses no vienen a Cuba, por la razón que sea, lo mismo puede ocurrir en cualquier momento con españoles, canadienses o italianos. El turismo internacional se mueve por mecanismos que escapan del control de los países que ofertan sus servicios. Bien lo saben las principales potencias del sector, que no escapan de estos procesos. Lo que hacen los gobiernos racionales es potenciar la demanda interna de turismo, y el derecho legítimo de los nacionales a disfrutar de los atractivos de su país. Esa es la acción que en Cuba falta, y que podría resolver muchos de los problemas que denuncia Adriana en Cubadebate. Sin duda, otra política económica es posible.
Otro caso citado en el artículo es el de “Almacenes de San José” una feria que se organizó especialmente para recibir los cruceristas procedentes de Estados Unidos ante las expectativas que se abrían para este negocio antes de junio de 2019, cuando llegó el último crucero procedente de aquel país. Al igual que esta feria, otros servicios de alquiler habaneros de coches antiguos, cocheros, taxistas, artesanos, restaurantes y vendedores de agua de coco, todos se han visto afectados por esta interrupción en la llegada de viajeros de cruceros de EEUU.Otro error. Alguien les tendría que haber informado en aquel momento que el turismo de cruceros rara vez supera el 5% del total que llega a un país, y que en tales circunstancias es un nicho pequeño y volátil, que no se debe tomar como referencia para negocios que aspiran a ser sostenibles.
La pregunta inmediata es ¿acaso no vienen cruceros de otros países?¿es que solo hay cruceros procedentes de EEUU? Además, si el turismo nacional se potenciase como se destacó antes, y los cubanos tuvieran poder adquisitivo para consumir en turismo, un servicio al que solo pueden acceder actualmente si reciben remesas del exterior, dados los bajos sueldos que se perciben, todos estos servicios habaneros se olvidarían de los cruceros y apuntarían a esa demanda de mercado. A Trinidad tampoco llegan viajeros de cruceros y sin embargo, le va mucho mejor que a La Habana.
En Cubadebate es más fácil echar la culpa a las últimas medidas de Trump contra Cuba, que a la incapacidad del régimen para potenciar la economía nacional y el poder adquisitivo de los cubanos. De eso, claro, ni se habla en el libelo. En todo caso, si los cruceros de EEUU no llegan, el gobierno podría promover la plaza habanera para la llegada de cruceros de otros países, combinando vuelo con el viaje en barco, una opción ideal para largas distancias como rusos o chinos, que siguen siendo amigos de los comunistas cubanos. Tal vez, porque el mercado no sea el que dicen. Cuba no podría ser una excepción. Los viajeros de turismo suelen llegar por otras vías, que se lo pregunten a las grandes potencias del sector. Si el turismo de crucero llega hasta donde llega, por algo será. Ir a buscar las causas a EEUU o a las medidas de Trump me parece una aburrida majadería comunista, como decir en el artículo de Cubadebate que los “americanos quieren volver a Cuba o que algunas compañías cayeron en bancarrota por las medidas de Trump”. Poner ese tipo de frases en boca de la gente es una responsabilidad de quien lo hace, que no ayuda a una mejor comprensión del proceso.
Si los argumentos contra la política de Trump son referidos en numerosas ocasiones en el artículo, hay una parte que me llama la atención, como economista. Y es cuando se dice con relación a la situación actual del turismo, y cito textualmente, “la situación se complejiza ante la enorme competencia existente, generada por el boom del turismo en Cuba” ¿En qué quedamos? ¿Hay menos o más turistas? Además, ¿a quién preocupa la competencia que existe y la complejidad asociada a ello? Tengo la sensación que es a alguien al que no gusta la libertad. Precisamente, la competencia como sabemos los economistas, es buena. Mejora la prestación de servicios, la calidad de los productos, el precio y sobre todo, la libre elección. A los comunistas que dirigen la economía cubana les produce sarpullido. El artículo de Cubadebate lo deja claro: la competencia no es buena y “complejiza” la situación. La culpa será de Trump, no del gobierno cubano. Las antípodas de lo que se debe entender como economía privada de mercado basada en la libre empresa. Háganselo ver. Otra política económica, y turística, es posible en Cuba.

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