El vencedor de la batalla tecnológica en Cuba

 Elías Amor Bravo, economista

La batalla tecnológica en Cuba ya tiene un claro vencedor: el teléfono móvil o celular ha derrotado al equipo informático en cuanto a su aceptación e introducción en la sociedad. Un resultado que se observa igualmente en otros países, donde la fijeza de los equipos ha tenido menos aceptación que la movilidad que se deriva de los celulares. La publicación del Anuario Estadístico de ONEI 2019 en lo relativo a tecnologías de la información y comunicaciones, ofrece datos interesantes para la reflexión que se presentan en esta entrada del blog.

De modo que se puede comenzar comparando las dos líneas del Gráfico 1 que muestran la evolución de los equipos informáticos y los celulares en Cuba desde 2014. Mientras que los primeros limitan su crecimiento global a un 15% durante el período objeto de análisis, los celulares, se han disparado hasta un 230% de aumento, con una clara diferencia entre ambos, alrededor de 1.224.000 equipos informáticos, frente a 6.042.600 abonados del sistema celular.

Gráfico 1.- Tendencias de las nuevas tecnologías

En los últimos años, nos hemos acostumbrado a la imagen de centenares de cubanos que graban con sus móviles todo tipo de sucesos y acontecimientos que ocurren en la isla, desde el atropello a un cuentapropista o un carretillero, a la detención en plena calle y a la luz del día de un disidente, pasando por imágenes de las eternas colas para comprar en las desvencijadas bodegas, o actuaciones musicales callejeras. De pronto, la vida en Cuba, alejada para los que conformamos la diáspora, se nos ha acercado con una fuerza que atrapa.

Los móviles aumentan en número, y sus usuarios también, porque su coste es más bajo en términos relativos, se pueden pagar con el dinero de las remesas y es un artículo que proporciona información, algo de lo que están ávidos los cubanos, como consecuencia de la cerrazón de su propio sistema político e institucional.

Este último aspecto relacionado con la información es fundamental y merece especial atención. Gracias a los móviles, los cubanos pueden trasladar los datos con más rapidez y en cualquier momento, comunicarse e intercambiarlos con otros, ver o escuchar un programa de cualquier tipo, realizar un curso de formación práctico, y un sinfin de opciones. Los expertos vaticinas que la movilidad será el determinante del desarrollo tecnológico y el aprendizaje en las próximas décadas. Es una buena noticia que los cubanos se hayan incorporado a este proceso.

El éxito de los móviles podría ser, incluso, superior, si las tarifas del monopolio estatal ETECSA de telefonía no fueran prohibitivas. Existen evidencias en estudios realizados sobre la composición del gasto asociado a la recepción de remesas, que la telefonía es una parte muy destacada. Es obvio, las familias separadas por la distancia geográfica, quieren estar en contacto. Los tiempos de la ruptura, por suerte, han quedado muy atrás en el tiempo.

Un cubano residente en Madrid puede conocer cualquier suceso que ocurra en su familia en Santiago de las Vegas o Quivicán, sin más que tener en cuenta la diferencia horaria. El cambio con el pasado, sobre todo en los años 60, que obligaba a una ruptura forzada de las familias con aquellos que emprendían el camino del exilio, es importante y puede tener consecuencias imprevisibles.

El despliege del móvil como instrumento de comunicación en Cuba ha ido asociado, igualmente, con un crecimiento muy destacado de los usuarios de internet y de los servicios canalizados a través de la red de redes. Y sobre todo, por el hecho de que este es un sector abierto a la competencia privada, donde los emprendedores se han ido especializando en dar servicio a la población y orientarse por el criterio del beneficio.

De modo que el indicador de usuarios de internet por 1.000 habitantes saltó de 271 en 2014 a 643 en 2019, prácticamente se ha multiplicado por tres, en un porcentaje similar al que experimentaron los usuarios de la telefonía móvil. Existe una estrecha relación entre ambos.

De la misma forma, los usuarios de servicios de internet experimentaron un crecimiento muy destacado, pasando de 3.048.500 en 2014 a 7.195.400 en 2019, con un porcentaje de aumento similar al de los usuarios de la red. Que los cubanos utilicen los servicios de internet de forma creciente es una magnífica noticia, que no debe pasar desapercibida.

Paralelamente, los instrumentos dispuestos, en su momento, por el régimen comunista para incidir en el control de la red de redes y el uso de la informática en Cuba se encuentran prácticamente en desuso, y apuntan tendencias claras al estancamiento y la baja. Por ejemplo, la cantidad de ordenadores dispuestos en los centros de la iniciativa “Joven Club” de Fidel Castro, se ha estancado pasando de 9.650 en 2014 a 10.359 en 2019, un aumento insignificante de apenas un 7% en cinco años que da una idea del abandono de este programa. Los centros, en número como tales, se han estancado pasando de 600 a 657 entre 2014 y 2019.

Eso si, posiblemente la mejor noticia de todas, el promedio de habitantes por Joven Club se ha reducido pasando de 18.730 a 17.037, espero que no sea consecuencia de la evolución de la natalidad. La simple comparación de estos datos en la esfera institucional y estatal del gobierno, con el dinamismo de los celulares y equipos informáticos en el ámbito privado, pone de manifiesto que las nuevas tecnologías están abriendo espacios para el desarrollo de iniciativas emprendedoras y privadas, lo que a todas luces es una gran oportunidad para dar todo el apoyo a este sector.

Una buena decisión del régimen sería proceder a la privatización de los “Joven Club” de los tiempos de Fidel Castro, y así convertirlos en espacios privados (bares, cafeterías, coworking, espacio para las startup) destinados al desarrollo de la actividad privada, del ocio y entretenimiento, y otorgar su gestión a los emprendedores por cuenta propia. La reducción del gasto estatal destinado a esta actividad podría servir para ser canalizada a obras de infraestructura tecnológica que mejoren la calidad del servicio telefónico y las tarifas de ETECSA, por ejemplo. Hay muchos espacios para gestionar mejor los fondos públicos. Las nuevas tecnologías abren camino.

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