El paisaje después del ciclón
Elías Amor Bravo economista
Granma, incansable, se apunta a la movilización general decretada por Díaz Canel y titulan la nota “Para Pinar del Río la ayuda de todos”.
La cuestión es que la ayuda de todos quizás no sea lo necesario y eficiente para restaurar la normalidad tras el paso del ciclón. Existen métodos y técnicas más adecuados para enfrentar los desastres naturales, pero el régimen comunista cubano sigue empeñado en vender lo que llaman la “movilización del pueblo”.
Ojalá que no tengan que lamentar ninguna desgracia. Los trabajos de recuperación son complicados y exigen contar con formación. Además, no todas las catástrofes son iguales. Que los trabajadores por cuenta propia y las mipymes se apunten al trabajo colectivo, tampoco parece ser lo indicado. Cuanto más se dediquen a ello, menos tiempo tendrán para poner a punto sus negocios.
Esta visión colectivista de la recuperación tras una catástrofe es un rasgo que define al régimen comunista cubano de cualquier otro país del mundo, y no se sabe si corresponde a la ideología totalitaria que empaña todas las decisiones de gobierno o es una manifestación específica de cómo afrontar el retorno a la normalidad. Los efectos en ciclones anteriores son bien conocidos. La fórmula colectivista lanza a un futuro incierto toda la actividad que se debe realizar por las brigadas de diferentes organismos laboran en la higienización de las calles, sin una dirección cualificada, sino a golpe de consigna ideológica.
Vayamos por el principio. Parece lógico, por otra parte que Pinar del Río, territorio más afectado en Cuba por los fuertes vientos del huracán Ian, reciba el apoyo en recursos desde el gobierno central, así como el de varias provincias del país, de organismos internacionales, de micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), así como de México y Venezuela, entre otros. Todo lo necesario. Pero la provisionalidad de las tareas de recuperación y la improvisación hacen del proceso un retorno a lo imposible.
Lo cierto es que Díaz Canel, en estos momentos de incertidumbre, parece sentirse a gusto con el enfoque de “movilización general” y así lo ha trasladado, según dice Granma, a las máximas autoridades de las provincias del occidente y del municipio especial Isla de la Juventud, impactados en menor o mayor medida por el ciclón tropical. La cuestión es qué va a decir cuándo dentro de un mes o dos, la destrucción continúe intacta. Es muy probable que veamos más pronto que tarde este balance, sobre todo, en las viviendas.
A propósito de éstas, el ministro de la construcción dijo a Granma que “van camino hacia Pinar del Río camiones cargados desde varios lugares del país con cemento, a granel y en saco; tejas de diferentes tipos para cubrir los techos; madera, alambrón, puntillas” a fin de reducir los plazos de la reconstrucción. Ojalá lo consigan. Siendo necesarios los materiales, de eso no hay duda, la vivienda exige mucho más que puntillas o cemento, para su desarrollo. Y mucho nos tememos que esa organización del sector y eficiencia, no están presenten en la Cuba comunista.
Por mucho que las autoridades pretendan acelerar la reconstrucción de viviendas tan pronto que lleguen los materiales, las cosas no suelen ser tan fáciles y directas. Tiempo al tiempo. Sobre todo, cuando llueve sobre mojado. Hasta Granma reconoce que “el tema de la vivienda en Pinar del Río lo tenemos que trabajar con urgencia; primero, por la magnitud de los daños, y en segundo lugar, porque es una de las provincias a las que más le debemos casas sin recuperar de ciclones anteriores. Esta es la cuestión. El estado actual de la vivienda, golpeado por catástrofes similares en años anteriores, no permite una somera reconstrucción, sino que habrá que ir más lejos. Y la mano de obra especializada, las mipymes, los trabajadores por cuenta propia, escasean.
Algunos pinareños que han perdido todo en esta ocasión, llevaban hasta cinco ciclones en facilidades temporales y no acababan de tener una vivienda digna. De hecho, los dirigentes reconocen que “esas facilidades temporales son las primeras que luego se caen con los vientos”. Entonces ¿para qué las construyen y destinan recursos a algo que no sirve?
Granma también ha anunciado la disposición de módulos de alimentos y aseo con destino a Pinar del Río. Hasta la canasta normada se ha acelerado para distribuir las escasas raciones de pollo, salchicha, arroz, frijoles, aceite, papa, entre otros productos alimenticios. Habrá que ver la cantidad de los alimentos perdidos por la caída del suministro eléctrico, no solo en la región occidental, sino en toda la Isla. De momento, siguen sin ofrecer datos.
También se ha dado a conocer la llegada a Cuba desde México de las primeras brigadas con electricistas para la asistencia técnica. ¿Es que en Cuba no hay profesionales de este sector? Parece que al régimen, más que los trabajadores mexicanos, le interesa más contar con los 72.000 metros de cable y 7.000 aisladores, entre los recursos para la recuperación del sistema eléctrico dañado por los fuertes vientos del huracán Ian. La electricidad sigue en caída libre y no se ha visto estimulada por el envío desde Venezuela de 300.000 bolsas de alimentos, 52 transformadores eléctricos y 22.500 metros cuadrados de cubiertas de techo. Se tiene la impresión que, dada la magnitud de los daños, todo esto es poco más que una gota en el océano.
En cualquier caso, Cuba mantiene ese formato de “movilización colectiva y popular” para las labores de recuperación. Con experiencias anteriores que han dejado un balance de fracaso, parece mentira que el régimen comunista no haya diseñado un organismo especializado y profesional en la lucha contra catástrofes. Ya tardan. Los ciclones van a seguir llegando, y la improvisación y el populismo no son buenas recetas en estos casos.
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