ETECSA, internet y el abandono de los "principios de la revolución"
Elías Amor Bravo, economista
Ya
no saben que inventar. O tal vez sí. Ahora nos acabamos de enterar
que la empresa estatal y monopolio estatal de las telecomunicaciones,
en Cuba, ETECSA, anunció que en los próximos días va a empezar la
prueba de acceso a internet desde los hogares, con un total de 2.000
usuarios de los consejos populares Catedral y Plaza Vieja, en La
Habana Vieja.
La
decisión de la empresa coincide, igualmente, con un anuncio de
rebaja de las tarifas de conexión a internet, que a partir de este
lunes costará 1.50 CUC por hora, una rebaja de 50 centavos con
respecto al precio anterior, pero que sigue siendo un precio muy
elevado para el salario medio en la Isla, del equivalente a unos 27
dólares al mes. Y, en principio, solo para acceder a los contenidos de las páginas
web del régimen comunista.
Lo
más sorprendente del anuncio de ETECSA es que, aunque no se ofrece
información de cuál va a ser el coste de navegar desde casa, si que
se ha anunciado que “el servicio podrá ser pagado desde el
exterior”.
Si.
Lo hemos leído correctamente. Los cubanos podrán conectarse a
internet en Cuba, navegar por la red de redes, y pagar desde el exterior el servicio. La eventual
contratación por los cubanos de compañías de servicios en el
extranjero parece una cuestión controvertida, y sin embargo, ETECSA, a la primera de cambio,
ya ha conseguido autorización del régimen para romper el embargo.
Las perspectivas de negocio empiezan a dominar a la ideología. Y
eso, a pesar de que Fidel Castro lleva muerto menos de 15 días. La
transición del poder económico empezó antes de lo que muchos
pensaban que iba a ocurrir.
Si
los planes de ETECSA se llevan a cabo, ya nada parece que pueda
aparcar esta medida, los cubanos de la diáspora pagarán el coste de
la conexión de sus familiares en la isla. Además, lo harán de buen
grado. No me extraña. Cualquiera que tenga a su madre o hermanos en
Cuba y se encuentre en Berlín, Praga o Miami, descubrirá que no
existe nada más placentero que ese contacto y relación continuo con
los suyos que, durante más de 5 décadas, el régimen de Fidel
Castro impidió a los que eligieron la vía de la libertad y el
exilio.
Hay
que tener en cuenta que estamos ante un acontecimiento novedoso en la
isla, en la que este tipo de prácticas eran impensables hace pocos
años. Además, está fuera de toda racionalidad económica. Lo
normal es que ocurra lo contrario. Por ejemplo, lo normal es que los
padres de los jóvenes españoles en estancias del programa ERASMUS
en universidades europeas paguen desde España los servicios de
telefonía e internet de sus hijos en el exterior.
En
Cuba, para estar conectado por internet se exige un pago un peaje al
monopolio estatal comunista, para estar en contacto con padres,
hermanos y demás familia en la isla. ETECSA se lucra así a partir
de una situación desgraciada para todos los cubanos, que es la
separación y la distancia.
Lo
preocupante es que esta decisión de ETECSA puede estar abriendo
camino para otras empresas estatales del régimen que pueden
encontrar así una vía para expandir sus ventas de bienes y
servicios a partir de los ingresos que las familias residentes en
Cuba perciben de las remesas enviadas desde EEUU o cualquier país
europeo. Ya se vio el resultado de esta medida al autorizar a los
cubanos el acceso libre a los hoteles y restaurantes que se habían
reservado para el turismo extranjero. Deslindar las necesidades del
poder de compra, es una aventura que el mercado terminará por
castigar, a largo plazo. Para empezar, ¿dónde hará las campañas
de marketing ETECSA?¿En Cuba, tal vez en Miami o Madrid, por
ejemplo?
Esto
quiere decir que el régimen vuelve a poner en marcha, aunque ello
suponga alguna cesión a los “principios revolucionarios de Fidel
Castro” un mecanismo para tener acceso al gran botín de los
ingresos de los cubanos en el exterior. Con ello, la llamada
“revolución” se distancia de su paradigma histórico de la
equidad y la justicia, y va a sentar notables diferencias y
desigualdades sociales que ya existen y que se van a agrandar.
Los
cubanos que tengan la posibilidad de pagar el coste de acceso a la
internet podrán tener acceso a la búsqueda de sitios webs de
interés cultural, informativo y de investigación de contenidos
nacionales y paquetes de datos para el uso del correo electrónico en
equipos móviles, y como es difícil poner puertas al campo, a la
información de la aldea global. Los cubanos que no puedan pagar ese
peaje, no tendrán garantizado el acceso a esa información. La
dualidad está servida, una más de las muchas que existen en el régimen castrista, y no tardará en ser un foco más de malestar
social. Tiempo al tiempo.
Al
final la cuestión a dilucidar es que Cuba tiene poco menos de 4
millones de usuarios de internet en 2015, al sumar más de 864.000 en
ese periodo, según datos de la Oficina Nacional de Estadística e
Información del país caribeño (ONEI). No hay datos de lo sucedido
en 2016, pero la realidad es que los datos sectoriales de la economía
castrista muestran un notable dinamismo del sector de las
telecomunicaciones. Con tan solo 348 usuarios conectados por cada
1.000 habitantes. Cuba es uno de los países con las tasas de
penetración de internet más bajas del mundo, pero precisamente por
ello, ofrece grandes perspectivas de desarrollo.
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