En torno al informe de CEPAL y la economía castrista
Elías Amor Bravo, economista
No
ha debido gustar el reciente informe de CEPAL sobre la economía de
América Latina en 2016, que acaba de ser publicado, a los responsables económicos del régimen
castrista.
El
primer jarro de agua fría es la estimación del crecimiento
económico para el ejercicio que realizan los analistas de CEPAL
para Cuba, un 0,4%, de
las más bajas de los países de la región, y señalan, además, de
forma expresa, “ que ha
sido un año particularmente difícil para la economía cubana, ante
un entorno internacional caracterizado por un todavía bajo
crecimiento económico y el continuado debilitamiento del comercio
exterior como motor de crecimiento”.
Si.
El diagnóstico no puede ser más exacto. La economía castrista
carece de competitividad exterior. Es una de las deudas más graves
que deja Fidel Castro a su hermano Raúl, y sin capacidad para ser
rentable en la globalización, no resulta posible crecer. Un jarro de
agua fría sobre las expectativas del equipo de “vendedores” de
Cuba como paraíso para las inversiones extranjeras.
Y
¿por qué este diagnóstico tan negativo? CEPAL lo dice claramente,
“se espera un déficit
fiscal de 6% (contra 5,8% en 2015)”. Con
las finanzas públicas sin control, como consecuencia de la primacía
del gasto corriente para financiar las pérdidas de las empresas
estatales ineficientes, de nada sirve que se espere
en
2016 un
superávit en la balanza de cuenta corriente porque
la escasez de ahorro interno supone una pesada losa sobre el
crecimiento. Las reformas raulistas, lentas y dubitativas, no sirven
para que las fuerzas productivas de la economía se lancen y consigan
transformar el escenario de crisis estructural.
El
manejo
de las finanzas públicas en la economía castrista sigue siendo muy
deficiente y es la causa principal de su atraso e ineficiencia. Un
presupuesto del
Estado que
se elabora por un órgano de planificación central y control
absoluto de la economía y que anticipa, erróneamente, una
tasa de crecimiento económico del 2%, no
puede ser gestionado de forma adecuada. En efecto, el menor
crecimiento
real
con respecto al “planificado”, dispara
el déficit fiscal en
los términos expuestos, y, para colmo de males, el gobierno anuncia
que ese agujero en las finanzas “será
financiado mediante la emisión de bonos soberanos con una
amortización desde uno hasta 20 años y a una tasa de interés
promedio del 2,5% anual”. Decisión
controvertida para un país que ha conseguido, precisamente en 2016,
notables beneficios derivados de la condonación de deuda extranjera.
Otra vez la economía castrista se vuelve a endeudar y con ello
hipoteca su futuro.
¿Cómo
se ha actuado en materia fiscal? Pues como siempre. Por un lado,
manteniendo el
gasto público en
lo que el régimen denomina obligaciones
fundamentales del Estado en materia de educación, salud y seguridad
social, y
al mismo tiempo, reduciendo lo que no se debe cortar: durante
el segundo semestre del año la inversión pública tan
necesaria para las deficientes infraestructuras de la economía, se
ha reducido nada más y nada menos que un 17%
global, respecto de lo planificado inicialmente.
Detrás de esta decisión, existe un menor ingreso derivado de los
envíos de petróleo de Venezuela.
Por
si no fuera poco con
ello,
en
el mismo período, la
CEPAL señala que “el
gobierno puso
en marcha
el cobro del impuesto a los ingresos personales y de la contribución
especial a la seguridad social de los trabajadores de empresas
estatales, que no solamente reciben su salario base, sino beneficios
salariales por el perfeccionamiento empresarial, sistemas de pagos
por resultados y la distribución de utilidades. Lo anterior ya
estaba previsto en la Ley 120 del presupuesto del Estado de 2016”.
El
aumento de la presión fiscal supone una vuelta de tuerca sobre el
poder adquisitivo y la acumulación de riqueza, mostrando el peor
rostro de un régimen que no desea alterar el statu quo de 57 años
de racionamiento y miseria.
Otra
amenaza que lastra la evolución
de la economía es la
inflación. CEPAL señala que “a pesar
de aumentos coyunturales de algunos productos agrícolas, el nivel de
precios se ha mantenido relativamente estable. Para
este año se espera que la inflación se ubique en un nivel similar a
la del año previo 2,8%.”
Con la inflación reduciendo el impacto del escaso crecimiento
económico, no cabe duda que las condiciones de vida de los cubanos
se van a deteriorar de forma muy notable.
CEPAL
señala al respecto que “los
diferentes mercados que existen actualmente en Cuba con precios
divergentes y la utilización de dos monedas con diferentes tipos de
cambio, dificultan el manejo monetario”. No
sólo lo dificultan. Imposibilitan al
Banco Central ejecutar
una política monetaria autónoma, independiente del poder político
y dirigida al control monetario. Ante estas dificultades para el
Banco, que mantiene la penosa dualidad
monetaria, la
dinámica del
crédito, tanto al sector empresarial como a personas naturales, ha
ido en aumento, y así
en
el período de
enero
a septiembre
de 2016 CEPAL
destaca que “los
créditos a las personas naturales se incrementaron en 45,6%, con
respecto a igual período del año anterior, (destaca el dinamismo de
la actividad constructiva), mientras que el de las personas jurídicas
se incrementó en 55,4%”. Ese
aumento del crédito puede suponer, en ausencia de un marco jurídico
estable y bien definido de derechos de propiedad, una amenaza para el
futuro de la economía, en el caso de que se produjeran fallidos y no
se pudieran recuperar los capitales.
Otro
elemento que distorsiona la economía es el mantenimiento a ultranza
del
tipo de cambio, que
sigue
fijo, a
una tasa del 24 CUP por CUC para las operaciones de ventas por la
población a bancos y CADECA (casas de cambio). Una
situación que resulta inadmisible por más tiempo y que puede
generar graves problemas cuando se avance en
el proceso de la unificación monetaria y cambiaria. Por
mucho que las autoridades declaren que “se
está en búsqueda de la opción que genere menores efectos nocivos
en el poder adquisitivo de la población”, lo
cierto es que sin adoptar decisiones estructurales en la economía,
la unificación puede traer consigo problemas que debiliten más aún
la base productiva. Los inversores extranjeros deberían preocuparse
de los eventuales pasos que den las autoridades en este campo, sobre
todo, la
garantía
de
los depósitos en cuentas bancarias en divisas extranjeras, CUC y
CUP, así como el dinero efectivo en poder de la población. La
economía castrista puede entrar en una espiral monetaria que lleve a
un corralito de consecuencias nefastas.
Como
siempre ocurre en estos casos, la culpa de los males se atribuye al
embargo o bloqueo. Demasiados años diciendo lo mismo. Por desgracia,
salvo el dato de actividad turística o las remesas de los exiliados, no existen indicadores que
permitan confiar en la economía castrista a medio plazo. Puede ser
positivo que el régimen confíe el crecimiento económico a un
“mayor consumo no estatal, asociado a su vez a las compras de las
formas de gestión no estatales: actividades por cuenta propia,
cooperativas no agropecuarias y pequeños agricultores, así como
cooperativas agropecuarias”. La cuestión es cómo se puede
conseguir este objetivo, si el salario mínimo sigue en 225 CUP y el
salario medio en 687 CUP, los niveles salariales más bajos del
mundo.
Además,
CEPAL constata una cierta parálisis del proceso de crecimiento de
los trabajadores por cuenta propia, que se sitúa al cierre de
octubre de 2015 en poco más de medio millón, 500.512, la misma
cifra que hace dos o tres años, y casi todos dedicados a oficios de
escaso valor añadido, como elaboración y venta de alimentos (11%
del total), y el transporte y carga de pasajeros (10%) que son los
autorizados por el régimen. Nada
hace presagiar que los
ingresos por divisas vayan
a aumentar en los próximos meses, ni por un aumento de la relación
real de intercambio de los precios de los minerales, ni por el
aumento del suministro
de combustible procedente
de Venezuela o por las
gratuidades de Obama tras el descongelamiento.
Por lo tanto, las
tendencias lastran el crecimiento de la economía castrista se van a
mantener en los próximos meses, sin que el régimen reaccione con
medidas que supongan una clara apuesta por la libertad económica, la
renta y la riqueza de los cubanos.
El
informe de
CEPAL
finalmente señala que “en 2017 el crecimiento económico comenzará
a acelerarse paulatinamente, tomando en cuenta que se regularizarán
los envíos de combustible de Venezuela, empujado por los sectores de
las telecomunicaciones y el turismo, y en menor medida, por la
construcción, y la agricultura”, Tal vez un exceso de optimismo
que en todo caso tendrá que ser revisado. La
economía castrista, tras la desaparición física de su creador, no
está en el mejor momento y las autoridades son conscientes de ello.
Solo un giro de 180º puede cambiar el rumbo. Ya es el momento.
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