Ahora la ocurrencia es fijar cuotas en la contratación laboral en El Mariel
Elías M. Amor Bravo, economista
La resolución No. 21/2016 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), publicada este 8 de diciembre en la Gaceta Oficial No. 40 Extraordinaria establece que “los concesionarios y usuarios establecidos en la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM) podrán contratar directamente a personas naturales extranjeras no residentes en Cuba hasta un límite que no exceda del 15% del total de sus trabajadores”.
La medida, de muy reciente publicación, ha causado sorpresa. No hace mucho tiempo, nos hacíamos eco de las informaciones relativas a la contratación de trabajadores indios en la rehabilitación de un gran proyecto urbanístico en La Habana vieja. Y claro está, desde la perspectiva de un régimen que ha apostado, desde siempre, por la prioridad del trabajo a los nacionales, el hecho que se produjera esa contratación y además, según las fuentes, con salarios muy superiores a la media nacional, hacía que la polémica estuviera servida.
Ahora nos encontramos que, a solicitud de la Oficina de la ZEDM, el MTSS sólo podrá aprobar, de forma excepcional, porcentajes superiores al 15% para casos puntuales y justificados. Esta normativa, al parecer, ha sido implementada por la necesidad “de establecer el límite de personas naturales extranjeras no residentes en Cuba que pueden contratarse directamente por los concesionarios y usuarios para laborar en los negocios en la ZEDM”. La fijación de cuotas a la contratación de trabajadores extranjeros por las empresas supone una decisión política que tendrá sus consecuencias y que debe obedecer a unas causas concretas que podemos explorar.
¿Es que acaso el régimen prevé un boom de contratos a trabajadores extranjeros en la ZEDM? ¿Acaso se está preparando el castrismo para una invasión de trabajadores procedentes de otros países?¿Quiere ejercer una reserva sobre esa población laboral en aumento? Me temo que todo esto se encuentra poco fundado.
La verdad es que este tipo de actuaciones políticas no hacen más que causar estupefacción. Una norma que parece querer limitar la contratación de extranjeros en las empresas que se establezcan en la ZEDM, donde cabe suponer que los salarios y las condiciones laborales serán mucho mejores que en el resto de la economía, viene a poner de manifiesto el temor existente que muchas empresas no encuentren en Cuba la mano de obra cualificada para contratar en sus proyectos e iniciativas. Desde los tiempos del llamado "período especial" los primeros inversores que se lanzaron a la aventura castrista reconocían abiertamente la dificultad para encontrar empleados cualificados y adaptados a los puestos de las empresas.
En cuyo caso, de ser cierto, se puede derrumbar uno de los llamados “logros de la revolución” el contar con una población formada. Formada puede que si, pero no para el mundo laboral competitivo.
Por otra parte, la medida adoptada por las autoridades puede venir determinada por el creciente malestar de algunos empresarios de estar obligados a proveerse de trabajadores a partir de esa oficina de intermediación laboral, o agencia de colocación, creada por el Estado.
Algo de esto se debe estar cociendo y las cosas por este motivo, no están yendo bien. Si no, como se interpreta que a partir de lo establecido en el Decreto Ley No. 313 de 19 de septiembre de 2013, de la Zona Especial de Desarrollo Mariel, "se faculte a jefes de órganos, organismos de la Administración Central del Estado y entidades que correspondan (en definitiva a los comunistas castristas) a dictar las disposiciones legales necesarias para la aplicación de la norma". Este tipo de medidas, en vez de atraer el capital extranjero, provocan alarma y lo hacen huir. Poner decisiones de contratación de trabajadores extranjeros bajo la aprobación de la “autoridad competente”, comunista, tal y como se establece en esta normativa, no será del agrado de los empresarios, poco acostumbrados a que alguien ajeno a sus negocios meta las narices.
En cualquier caso, habrá que estar atento a los acontecimientos. La fijación de cuotas a la contratación de extranjeros es un paso incierto e inquietante en la dinámica de la legislación laboral y administrativa que quiere convertir la ZEDM en un espacio para la atracción de inversiones. Un país que aspira al desarrollo, a atraer innovaciones tecnológicas y capital humano, no debería estar apostando por las cuotas sino por la libertad económica. Y vuelta a empezar.
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