En torno al primer consejo de ministros de Díaz Canel
Elías Amor Bravo, economista
Acabamos de
enterarnos por una escueta nota en los diarios oficiales del régimen
que Díaz Canel ha asistido a su primer consejo de ministros, que ha tenido un
contenido esencialmente económico y social. Buen comienzo. Sin embargo, es criticable la parquedad de la
información publicada, a pesar de la importancia que tienen estos
asuntos. Parece que Díaz Canel quiere trasmitir una
imagen de que ha cogido el “toro por los cuernos” en el asunto
más grave en este momento en Cuba: el estado de la economía.
Siguiendo con el símil taurino, la economía se ha vuelto, por culpa
de la inacción y la pésima gestión de los últimos años, en “un
toro entreverao”, difícil, de pitones muy afilados, para el que no
hay cuadrilla capaz de calmar. Solo en la plaza, en su primer consejo
de ministros como titular, Díaz Canel comienza una faena en la que
Cuba se juega mucho. Más de lo que posiblemente él imagina.
La agenda de este
consejo de Ministros, con las severas limitaciones informativas
habituales, se ha centrado en asuntos de especial importancia. En
primer lugar, lo que denominan las afectaciones ocasionadas por
irregularidades en operaciones del comercio exterior. En segundo, se
abordó la situación de las cuentas por cobrar y pagar; en tercero,
los resultados de la comprobación nacional al sistema de control
interno y, por último, el cumplimiento de las acciones destinadas a
enfrentar ilegalidades en el ordenamiento territorial y urbano. Casi
nada. Poco que ver con los llamados “lineamientos” y con aquellos
llamados al orden y disciplina de Raúl Castro. Tal vez este primer
consejo de ministros de Díaz Canel devuelve al régimen a una línea
dura en la que, al parecer, se van a revisar algunos “conceptos”
que no se han desarrollado correctamente.
No teniendo
información sobre el contenido detallado de los temas agendados en
el consejo de ministros, estas reflexiones van dirigidas a aportar
alguna luz sobre los mismos.
Lo que han llamado
“afectaciones ocasionadas por irregularidades en operaciones del
comercio exterior”, tiene más enjundia de lo que puede parecer. En
la economía castrista, donde el estado posee todos los activos e
interviene de forma directa en todos los procesos económicos, o eso
al menos cabe deducir de la definición del sistema económico,
cualquier cosa se puede considerar una “irregularidad”.
Precisamente, la ausencia de un marco jurídico estable y predecible
de ejercicio de derechos de propiedad es lo que hace muy difícil
determinar qué se entiende por irregularidad. Lo normal en una
economía de planificación central es preguntar siempre hacia arriba
a la hora de tomar una decisión, pedir por escrito las consignas, e
incluso, cuando se tiene todo claro, frenar la decisión. Es el mal
de la burocracia estalinista que ronda el pensamiento de los
dirigentes comunistas que extrañan, y mucho, aquellos años de
obediencia ciega.
¿Qué ha podido
ocurrir entonces para que el consejo de ministros aborde las
irregularidades en las operaciones de comercio exterior? No me
imagino a los dirigentes comunistas analizando el papel que
desempeñan las “mulas” en la entrada de productos a la isla,
porque buena parte de esos equipos de gestión están dirigidos por
militantes comunistas que gozan de predicamento en los controles
aduaneros. Entonces, ¿dónde están las afectaciones?¿Tal vez se
esté pensando en autorizar la libertad de importación, para que no
todo pase por el estado y quieren limar asperezas? ¿Quizás han
advertido algún ingreso procedente de alguna operación exportadora
que no se ha dirigido a la cuenta correspondiente? Si los que dirigen
y controlan la economía estatal no se fían de los gestores de
línea, mal asunto. Cualquier cosa puede ocurrir, incluso que se
hable de ello en el consejo de ministros. Por cierto, en época de
Raúl Castro este tipo de cosas nunca entraron en la agenda. Por algo
será.
El segundo asunto
es, si cabe, igualmente alarmante. La situación de las cuentas por
cobrar y pagar. El eterno galimatía del modelo estatal de
planificación central que se vende y se cobra así mismo más del
80% de las transacciones que se realizan en toda la economía. Si
pagos y cobros salen mayoritariamente del mismo sitio, porque las
nuevas formas económicas tienen unas dimensiones muy reducidas y
juegan en otras plazas, ¿cuál es el problema de las cuentas? La
respuesta es sencilla. No existe liquidez porque no entran divisas
del exterior y el déficit del estado se come todo el circulante, que
además no ha dejado de crecer en los últimos años para financiar
con recurso al banco central la enorme deuda. Por eso, ni se paga ni
se cobra. Ya vendrá alguien a arreglar el problema. El cierre de
entidades en los últimos años, sobre todo empresas estatales, tiene
mucho que ver con esta penuria de liquidez del sistema.¿Dónde
estará el efectivo?
Después, han
abordado lo que llaman los resultados de la comprobación nacional al
sistema de control interno, es decir, que se preparen los que no
cumplen que viene la señora Bejarano con lo suyo. Tal vez rodarán
cabezas directivas. Es de esperar. Díaz Canel tiene perfecto derecho
a mover el banquillo que gestiona la economía y rodearse de su
equipo, si lo tiene. Otra cosa es que lo dejen. De momento, dedicarse
a comprobar cómo han ido los controles parece una actuación
responsable pero, en ausencia de estímulos, y asomando el palo del
castigo, lo más habitual es que todo esto acabe en nada. Como
siempre.
Y por último, el
consejo de ministros ha prestado atención a lo que llaman el
cumplimiento de las acciones destinadas a enfrentar ilegalidades en
el ordenamiento territorial y urbano, lo que puede ser cualquier
cosa, desde la ampliación de un patio trasero, a la rehabilitación
de una vivienda para evitar que se caiga, a la colocación de una
ventana para que entre el fresco. Sin un sistema jurídico estable de
protección de los derechos de propiedad privada y colectivos,
siempre estarán dando vueltas al mismo círculo vicioso. Vaya usted
a saber que son esas ilegalidades territoriales y urbanas, donde lo
único que me parece que van a hacer es enfrentar a los trabajadores
por cuenta propia que necesitan espacios interesantes para realizar
sus actividades, pero que el estado los somete a alquileres elevados
que no son rentables para los negocios.
Al final, este
primer consejo de ministros de Díaz Canel discutió el Plan de la
Economía 2018, con cierre en marzo, y nada más. Yo no se muy bien
cómo acaba todo ésto, pero de momento, hay que estar preocupados
porque las cosas no van a mejor.
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