Balance de la venta de productos agropecuarios en 2017: un año en descenso
Elías Amor Bravo, economista
La
reciente publicación de ONEI
titulada, “Ventas de productos agropecuarios. Indicadores
seleccionados Enero - Diciembre 2017”, permite analizar el
comportamiento del consumo que realizan los cubanos de estos productos a lo
largo del año anterior. Un balance de cómo deja Raúl Castro la
cesta de la compra diaria de alimentos en la que,
curiosamente, la leche
para consumo humano, ni siquiera aparece en
la información estadística ofrecida.
A veces, ni siquiera las promesas más sencillas se cumplen. Hay que
ir con cuidado.
Los
datos que van permitiendo descifrar el momento coyuntural en que se
encuentra la economía castrista, al menos de momento, son reducidos
y fragmentarios. Pero las ventas de productos agroalimentarios
aportan una información clave
que sirve para describir el
comportamiento global del consumo de alimentos en
función de la renta, lo que
tiene una importancia destacada en la cesta de bienes de las
familias, y por otra parte, el funcionamiento de los mercados
estrechamente relacionados con la actividad productiva agropecuaria.
Los
datos relativos al consumo de alimentos en Cuba no son buenos. El
importe total de las ventas en 2017 alcanzó la cifra de 3.379,8
millones de pesos, un descenso
respecto del año anterior
del -2,4%
que, no obstante, presenta matices importantes entre las distintas
formas comerciales autorizadas
en la economía castrista. Esta
cifra representa un gasto percápita
en alimentos de 307,2 pesos por habitante año. Una cifra que vista
desde la perspectiva macroeconómica, se antoja, cuando menos,
comprometida. Los cubanos compran menos alimentos pero además lo hacen a partir de unos niveles muy bajos.
La
mayor parte del consumo de productos agropecuarios, el 41,9%
del total, se realiza en los mercados estatales,
que venden los productos con
precios de acopio máximos y centralizados, excepto en La
Habana, Artemisa y Mayabeque donde las reformas y los experimentos
han autorizado la venta a precios de oferta y demanda, y disponer de
mayor autonomía para comprar los productos vendidos, pudiendo
comprar a las empresas agropecuarias, comprar a terceros y vender
productos agropecuarios, frescos o elaborados autorizados.
Teniendo
en cuenta estas consideraciones, el descenso en las ventas
en estos mercados estatales en 2017 con respecto al año anterior es
de un -3,3%, siendo mucho mayor la caída de los productos agrícolas
comercializados, un -10,1%, que el aumento de los cárnicos, un 6,3%.
El crecimiento de la categoría de otros (donde están los
comestibles elaborados y los productos listos para la venta) apenas
compensa el fuerte decremento de las ventas de agrícolas, estimado
en 108,9 millones de pesos.
Los
puntos de venta
ocupan el segundo puesto, formas administradas por todo tipo de unidades agropecuarias, ya
sean estatales, U.B.P.C, C.P.A y C.C.S,o también campesinos dentro de su área de
producción. En este caso, el porcentaje de la comercialización
representó el 27,7% del total, con un aumento del 1% respecto
al año anterior, insuficiente para compensar la mala evolución de
los estatales. Estas dos categorías de dependencia estatal absoluta,
que representan el 69,6% del valor total de las ventas de
alimentos, acusan descensos muy significativos en las operaciones,
equivalentes al -1,6%. Mal dato, sin duda alguna.
Mientras
que la comercialización estatal directa se resiente, los cubanos
recurren a los espacios de libertad autorizados por el régimen
comunista, y compran a los carretilleros por cuenta propia,
que han pasado a ocupar un merecido tercer puesto en las preferencias
de los consumidores. En 2017 las ventas de estos, a pesar de los tributos e impuestos, el
hostigamiento y persecución de inspectores y policías y los
cierres abusivos que han llevado incluso a protestas populares, han alcanzado
502,6 millones de pesos, el 14,8% del
total. No obstante, con respecto a 2016, el fuerte descenso registrado en las ventas, un -28,2% está
relacionado con las prácticas del régimen que limitan su
crecimiento, sobre todo en el aprovisionamiento.
Otra
forma más libre de comercialización, los mercados de oferta y
demanda, en los que los precios se determinan libremente,
constituyen el cuarto espacio comercial en que los cubanos se
aprovisionan de productos alimenticios. Representan un porcentaje
inferior del total, el 10,9%, pero a diferencia
de las fórmulas estatales, experimentan un fuerte crecimiento del
71,4% en las ventas. No cabe duda que, frente a la inoperancia de las
políticas de precios topados y la pésima gestión logística del
Acopio, que lastran la actividad de los mercados estatales, los
agentes que venden libremente sus productos, carretilleros y mercados
de oferta y demanda, muestran un dinamismo que permite a los cubanos,
si bien a precios más elevados, atender sus necesidades. Algo que se
deberá tener muy en cuenta a la hora de diseñar un índice de
precios al consumo en Cuba que responda realmente a la realidad.
Las
cooperativas no agropecuarias que venden sus productos en
mercados, otra fórmula autorizada por el régimen, ha ido aumentando
sus cifras, si bien lentamente. En 2017 alcanzaron 127,1 millones de
pesos, el 3,6% del total. Por último, los mercados
agropecuarios arrendados, con 24,3 millones de pesos de
facturación, no acaban de despegar, ya que solo suponen el 0,7% del
total y además, experimentan un fuerte descenso de las ventas, del
-18,4%.
El
Cuadro siguiente
resume la información disponible.
Volumen
de ventas por tipo de forma de comercialización (millones de pesos)
|
2016
|
2017
|
variación
|
Total
ventas
|
3.464,0
|
3.379,8
|
-2,4%
|
Mercados
agropecuarios estatales
|
1.468,0
|
1.419,4
|
-3,3%
|
Mercados
agropecuarios oferta y demanda
|
215,2
|
368,9
|
71,4%
|
Puntos
de venta
|
927,8
|
937,5
|
1,0%
|
Mercados
agropecuarios arrendados
|
29,8
|
24,3
|
-18,4%
|
Mercados
de Cooperativas no agrarias
|
123,9
|
127,1
|
2,6%
|
Carretillero
por cuenta propia
|
699,7
|
502,6
|
-28,2%
|
Fuente
ONEI
Los
datos confirman varias cosas. Primero, que Raúl Castro se despide
más o menos como llegó en términos de consumo de productos
alimenticios, que no presenta datos favorables. Un descenso en la
cifras de ventas del -2,4% en un país en que los niveles de consumo
de alimentos están muy lejos de ser favorables, no es un buen dato,
lo que tendrá sus consecuencias sobre otros comportamientos del
gasto que inciden en el nivel de vida y bienestar de la población.
Segundo, que al margen de esta consideración cabría preguntarse si los datos
apuntan a un cambio en el comportamiento del consumo de los cubanos
hacia formas más libres y eficientes de comercialización. No lo
parece. La brecha abierta por los trabajadores por los carretilleros
por cuenta propia o los mercados de oferta y demanda sigue siendo
insuficiente frente a las formas estatales controladas, manteniéndose
las rigideces de la distribución del Acopio y sus precios topados y
falta de suministro. Tercero, se vislumbra un mejor comportamiento a corto plazo. La respuesta es no. Sin las reformas en profundidad en el sistema de derechos de propiedad, libre empresa y mercados, no hay que esperar cambios significativos.
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