Un fondo para financiar la producción de alimentos, ¿sirve de algo?

Elías Amor Bravo economista

Es la misma historia de siempre. Y ya cansa. La creencia comunista que es posible hacer funcionar una economía a golpe de normas publicadas en la gaceta oficial. Un buen ejemplo de ello ha sido lo ocurrido con el fondo para la financiación de la producción de alimentos, por importe de 1.800 millones de pesos, anunciado por la prensa oficial hace unos días y que sigue esperando su destino. 

La cuestión es ¿Qué productor agropecuario cubano se va a endeudar con los bancos con la que está cayendo? Ya algunos comprobaron lo difícil que es sacar beneficio al surco a comienzos de este año, cuando de un día para otro, los dirigentes comunistas decidieron implantar la Tarea Ordenamiento, con los impactos en tarifas que arruinaron los beneficios esperados de las cosechas. 

La falta de predictibilidad de las decisiones económicas es uno de los problemas más graves del régimen comunista cubano. Los agentes que funcionan en la economía no se sienten seguros para realizar sus funciones, ya que el estado antepone sus prioridades siempre, y no tiene en cuenta sus necesidades. Este podrá ser un buen ejemplo de ello.

De hecho, los 1.800 millones de pesos que el régimen quiere que la banca cubana destine a la financiación de la producción de alimentos, mediante la creación del "Fondo para el Desarrollo Agropecuario", sigue ahí durmiendo el sueño de los justos, y al parecer, no ha existido el interés que las autoridades esperaban. Los guajiros hacen bien, están a lo suyo que es producir y sacar rendimiento a la tierra, y las autoridades, como necesitan justificar su existencia, se dedican a estas majaderías que no llevan a ningún sitio.

¿Qué tendría que aportar este Fondo para ser de interés a los productores agropecuarios?

En primer lugar, coste mínimo. De nada sirve poner a disposición de los agricultores un dinero a unos costes que van a estar muy por encima de los rendimientos obtenidos. Si lo que se obtiene en préstamo no se puede devolver, llegan los quebrantos, y con ello, se deja de producir. Caer en el círculo vicioso del endeudamiento es muy fácil, sobre todo cuando no existe un mercado que asigne de forma eficiente los recursos y bancos competitivos que ofrezcan las mejores condiciones a sus clientes.

Cierto que parece que los préstamos tendrán una tasa de interés de 1,5% anual para las operaciones corrientes y del 2% para las inversiones, pero van acompañados de la exigencia del seguro agropecuario correspondiente, lo que puede aumentar los costes para el productor. Los márgenes en la agricultura cubana no están para estos estipendios, y seguro que serán un freno para la solicitud de la financiación.

En segundo, el aumento de la producción no se puede lograr en un tiempo récord. La tierra exige dedicación y esfuerzo, y nada cae del cielo. El hecho de que el régimen destine una parte importante de la financiación al ganado vacuno (alrededor de 559 millones de pesos) es un buen ejemplo de que las prisas no van a dar resultados. Otras producciones como el arroz (con 449 millones) son anuales y tienen sus complicaciones añadidas por la falta de insumos. 

Al final, plátano con 65 millones o yuca, 15 millones y guayaba (a la que se adjudican 72 millones para un supuesto “fomento”) acabarán consumiendo el dinero puesto a disposición de los productores, comprometido en unos resultados que serán muy difíciles de conseguir. Como se requiere tiempo, la financiación se debería adaptar a esas exigencias, e ir acompañada de plazos de carencia, devoluciones inversas o en un solo pago final, pero nada de esto se ha planificado por el régimen.

El gobierno impone tanta urgencia en el logro de aumentar la producción que puede acabar logrando justo lo contrario, y que los fondos concedidos de sopetón no acaben produciendo los resultados deseados. Vísteme despacio que tengo prisa. El refrán se ajusta a este escenario, en el que los agradecidos con la buena noticia, como dice Granma, correrán para formalizar sus solicitudes, pero ello no presupone que se estará haciendo bien las cosas. Si el dinero que se inyecta en el sector agropecuario no produce más alimentos, se estará despilfarrando recursos que bien se podrían destinar a otras cosas, y que escasean para el régimen.

En tercer lugar, abrir la convocatoria del Fondo para todo el mundo, y no cerrar la misma a las grandes organizaciones, casi todas dependientes del estado. En ese sentido, bien estaría revisar los requisitos[1] que se exige cumplir a cada uno de los actores porque la burocracia es tan rígida en estos procesos, que en algunos casos cuando se vaya a recibir el dinero, es my posible que ya se habrá cosechado y vendido la producción.

Lo anterior tienen mucho que ver con esa idea del régimen de conceder graciosamente el dinero a los “mejores”. Una decisión del estado comunista que, desde luego, merece ser enmarcada y guardada para la posteridad, con el objetivo de que los cubanos de las generaciones venideras logren entender algo de la pesadilla de estos 62 años. 

La idea de “poner los recursos en los mejores, en quienes hacen producir las tierras” fue lanzada por el mismo Díaz Canel hace algunas semanas en alguna visita a granjas por Mayabeque, en la que acabó diciendo a la dirigente comunista local que entregase más tierras a un productor que en directo se las pedía. Esa discrecionalidad del régimen y la absoluta prioridad de los aspectos políticos en las decisiones económicas es otro aspecto negativo para la gestión del fondo financiero.   

Un artículo de Granma dice, y cito textualmente, “no por gusto, en el caso del arroz, por ejemplo, el monto a desembolsar tiene nombres y apellidos nacionalmente: las empresa agroindustriales de granos Sur del Jíbaro, en Sancti Spíritus; Ruta Invasora, de Camagüey, y Fernando Echenique, de Granma; las cuales recibirán cada una 149.800.000 pesos, y deberán producir alrededor de 21.750 toneladas de arroz cáscara húmedo, con el fomento de hasta 5.000 hectáreas”. Y se añade a continuación, “entre las empresas que producen un gran volumen de plátano serán beneficiadas, en el país, Horquita, Valle del Yabú, la Integral de Villa Clara (Quemado de Güines), la Vladimir Ilich Lenin y La Cuba, por solo poner dos de los cuatro cultivos que entran al ruedo en esta etapa, aunque en Ciego de Ávila solo se verá beneficiada La Cuba”. Nombres y apellidos. Todo muy equitativo.

Al final ese "Fondo para el Desarrollo Agropecuario" se acaba convirtiendo en dinero estatal para entidades estatales controladas por el estado, ¿Dónde está la innovación del fondo? ¿Cómo puede ayudar esta financiación a mejorar la producción cuando la historia enseña que el modelo es lo que no funciona? A nadie le interesa lo más mínimo. Los comunistas resaltan que “resulta sumamente alentador el hecho de que el Estado ponga en nuestras manos ese financiamiento para la producción de alimentos, un aspecto estratégico en beneficio de la alimentación en los hogares de Cuba y en las instituciones”. Buena falta hace. 

Pero mucho nos tememos por lo expuesto, que esta actuación tampoco será la solución, y lo que es peor, el dinero, si es que llega a sus destinatarios, no servirá para producir más alimentos y mucho menos para continuar el proceso de transformaciones necesarias en la agricultura cubana, al que tantas veces nos hemos referido en este Blog.

 

 



[1] Pueden optar a la financiación los productores estatales o no que cumplan los siguientes requisitos, para el vacuno: estar asociado a una forma productiva o empresa, tener 50 o más cabezas de ganado, poseer entre 40 y 67 hectáreas con tecnología de acuartonamiento y, dentro de estas, siembras de cañas, plantas proteicas y banco de biomasa, tener contratadas sus producciones, disponer del agua que demandan sus rebaños y usar la inseminación artificial o la monta directa con sementales registrados. Para el porcino, estar asociado a una forma productiva o empresa, pertenecer al programa porcino y no tener incumplimientos de entrega de carne en sus convenios, tener 500 o más animales en convenio y poseer 27 o más hectáreas para la siembra de alimento animal, que garantice al menos el 50 % de la dieta.

 

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