La atención a colectivos vulnerables: otro agujero sin fondo
Elías Amor Bravo economista
Las dos cantaletas que los comunistas cubanos repiten hasta la saciedad se les vienen abajo de forma espectacular.
La primera, que “Estados Unidos aplasta con el embargo” suena cada vez más a coco vacío, porque enviando más de 8.000 millones de dólares al año en remesas, nadie se puede creer ese “hostigamiento”: y si lo hacen es por motivos políticos.
La otra cantaleta que se repite como un disco rayado es que “en Cuba nadie queda desamparado ni abandonado a su suerte” todavía es más difícil de creer una vez que las bases del colectivismo se han roto desde la entrada en vigor de la llamada tarea ordenamiento. Dicho en pocas palabras, a los comunistas cubanos se les acaba el cuento.
No hace muchos días, Díaz Canel promovió un encuentro para evaluar la marcha de los programas sociales encaminados a la atención de las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. La prensa estatal al servicio del régimen, no ha perdido ni una sola oportunidad para construir una realidad que no es como dicen.
Al encuentro de marras, asistieron, entre otros, Valdés Mesa, Marrero y la ministra de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó. Fue esta última la encargada de construir un discurso que pretende actualizar sobre el estado de implementación de cada uno de los programas de atención a vulnerables y poner de manifiesto, qué cuestiones asociadas se tienen que hacer todavía en cada uno de ellos, “para dar continuidad y preservar las conquistas sociales alcanzadas”.
El mensaje propagandístico de este encuentro es que fue la llamada revolución, la encargada de lograr los “principales logros con el enfoque universalista de la política social” y en concreto se citaron los conseguidos en Educación, Salud, Asistencia Social, Seguridad Social, y otros. Evidentemente, la ministra de trabajo puede decir lo que crea, pero seguro que se llevaría una sorpresa si en vez de ser ella la informante, utiliza la opinión pública, las expresiones de los cubanos sobre el estado de estos servicios. Quizás las conozca, y de ahí este encuentro diga justamente lo contrario. Allá ellos, los dirigentes comunistas. Cuanto más se distancien del pueblo mayor será el rechazo que recibirán.
Y la razón es que la presunta equidad social del régimen comunista cubano se está yendo a gran velocidad por el desagüe de la historia. Y sin esa base fundamental, poco más hay que hacer en aquella Isla desafortunada, en la que todos los días los dirigentes lanzan nuevos experimentos para ganar un tiempo que ya no tienen.
Mención expresa hizo la ministra a los "programas de niños y niñas" cuyos núcleos familiares merecen atención, o los destinados a "comunidades". En ambos casos, se trata de esos “experimentos” del régimen que no tienen la menor justificación si no es para mantener y reforzar el control sobre una población que carece de recursos para mejorar sus perspectivas de vida.
Experimentos que siguen apostando por el colectivismo, y ahora, “de una manera multidisciplinaria” porque en los programas se meten los ministerios de Salud Pública, de Educación, de Educación Superior y de Cultura, así como el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación. Imaginen el coste en recursos de estos programas y el impacto que tienen en el presupuesto para no servir de nada, ya que la situación de los cubanos no mejora.
Los dirigentes comunistas inciden en que quieren la participación familiar, la participación de la comunidad, pero en realidad es una participación “dirigida” y “controlada” por el partido único que instrumentaliza de este modo a unos segmentos sociales para que sirvan de cara a consolidar estructuras políticas, burocráticas e ideológicas. Y mientras tanto, ¿Quién produce y qué?
De ahí que se planteen absurdos como por ejemplo ofrecer a los ninis cubanos, personas jóvenes en situación de vulnerabilidad, que no estudian ni trabajan, empleos en los propios barrios en que viven y además en beneficio de la propia comunidad, sin pensar que esos jóvenes, frustrados con la realidad en que les toca vivir, en cuanto pueden se van del país y construyen unas vidas alternativas y prósperas en otros países del mundo, donde dejan atrás rápidamente el status de nini. Tal vez los comunistas cubanos deberían preguntarse por qué en una economía tan social y colectivista como la que ellos dicen que han creado, aparecen estos ninis.
Si está todo muy bien y pretender que no haya ningún joven que esté en edad de estudiar que abandone el estudio es lo correcto, pero las políticas castristas no sirven para estas cosas, como no sirven para lograr una economía próspera. En realidad, ese grupo de “prestaciones, de servicios”, que han sido creados por la llamada “revolución” no sirven para ayudar a las familias que se encuentran en alguna situación de vulnerabilidad. Ni tampoco les permite superar dicha situación. Los recursos del presupuesto que se destinan a estas actividades hinchan artificialmente un déficit público insostenible, que está en el origen del descontrol monetario que existe en el país y provoca inflación de dos dígitos de la más elevada del mundo.
De hecho, en términos de contrafactual, muchos de estos programas podrían ser eliminados y las cosas no cambiarían de forma significativa, salvo para la pléyade de funcionarios, políticos comunistas y burócratas que viven de la implementación de los mismos. La ministra enfatizó que se trata de 6.000 millones de pesos, pero en realidad es mucho más si se suman las partidas de Educación y Salud. Más del 60% del presupuesto público comprometido en programas colectivistas, cuyos resultados son bien conocidos. En Cuba florecen y aumentan los colectivos en riesgo de exclusión social, y no lo digo yo, lo afirman los propios dirigentes comunistas.
Ese fracaso de las políticas de prestaciones a las familias y personas vulnerables es sintomático de otros males estructurales que aquejan a la economía cubana situándola cerca de la quiebra total. La situación de vulnerabilidad de colectivos se extiende y aumenta sin cesar, y el gobierno se encuentra incapaz de afrontar el proceso.
Básicamente porque no hay suficientes recursos para atender esas necesidades y se tienen que financiar. Nada es gratis. Movilizar miles de millones de pesos para vulnerables, entraña que ese dinero no se puede destinar, por ejemplo, a construir hoteles. Y aquí vienen las preferencias políticas que en los últimos años han quedado muy claras. Con los recursos económicos que se cuenta, no se puede ir mucho más lejos, incluso cuando se trata de afrontar el colectivo de los que tienen conductas “deambulantes” que según fuentes oficiales ha ido en aumento en los últimos años, pero al parecer no existen políticas para afrontar dicha situación.
Los comunistas están preocupados porque el Estado no puede más y tiene que ir asumiendo recortes en determinadas prestaciones que rompen con el colectivismo barato de la revolución. Los problemas se crecen y los turistas empiezan a observar la miseria en las calles cubanas, no solo la inmobiliaria, sino la humana, y se acaba el tiempo. Y por eso afirman que “es importante no exigir solamente al Estado, sino también a esas familias que tienen la obligación de atender a esas personas, porque es una responsabilidad colectiva atenderlas”. Ay ay ay, la cosa se complica y bastante. Ya empezamos con echar las responsabilidades a otros, y para eso echan mano del código de las familias.
La ministra de trabajo dijo que “vamos a comenzar a actualizar mejor a la población de todos los servicios que existen, y a dónde acudir para recibirlos”. No habló de reducción de gastos y de mejora de eficacia en la gestión. Todos salieron felices de la reunión convocada por Díaz Canel para hablar de los colectivos desfavorecidos. Cada vez el régimen está más alejado de la realidad social. Que sigan así.
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