¿De qué pueden hablar los comunistas chinos y cubanos?

Elías Amor Bravo economista

Los partidos comunistas de Cuba y China se dieron la mano, y según la prensa estatal de la Isla, “son referentes en la construcción del socialismo”. Bueno, realmente, uno más que el otro, pero es igual. Mientras el partido chino trata de lidiar con una de las economías más potentes del planeta que aspira a ser gran potencia mundial, el homólogo cubano trata de sobrevivir a las penurias económicas acumuladas durante 63 años y mantiene una feroz represión contra la disidencia y opositores democráticos. La noticia recogida en la prensa estatal se refiere a un intercambio de video mensajes entre Díaz Canel con su homólogo Xi Jinping, dentro del IV Seminario Teórico de ambas organizaciones políticas, que sesiona estos días.

Díaz Canel, en una línea más ortodoxa, fue el que dijo que “en la construcción del socialismo ambos países son referentes”. ¿Referentes, de qué? Si referente es mantener a ultranza una ideología que es incapaz de mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población, entonces, ¿de qué sirven las supuestas “conquistas sociales”, o que no se “haya podido doblegar la revolución”? No es bueno estar pensando siempre en enemigos irreales. Se acaba con un complejo que luego es muy difícil de superar. China no lo tiene. Además, que Díaz Canel diga que los dirigentes de la revolución “han estado dispuestos siempre a correr la misma suerte de su pueblo y trabajar por su bienestar” es algo que cuesta creer después de 63 años de experiencia fallida. Pero si él lo cree, poco más hay que hablar.

Xi Jinping, más comedido, y desde luego haciendo gala de la prudencia que le caracteriza, felicitó a los cubanos “por la realización del evento y aseguró que ambas organizaciones son los núcleos dirigentes de la construcción del socialismo en sus países”. Unos más que otros. Desde luego.

El seminario ha prestado atención a varias cuestiones que vienen a confirmar lo que ya se sabe. La distancia entre el partido comunista cubano y la sociedad que dirige, es abismal, y además, se abre cada día más. Uno habla de una cosa y la otra de algo completamente distinto. Las aspiraciones, objetivos y métodos son diferentes, y la percepción de la brecha es cada vez mayor.

Por ejemplo, ¿de qué hablaron los comunistas cubanos en el seminario?. Veamos el recuento.

Primero, de una supuesta importancia de la divulgación de la memoria histórica en la formación de las nuevas generaciones. Como si a los jóvenes les interesaran hechos que ni recuerdan sus abuelos, y que solo aspiran a huir del país para tener una vida mejor. Que se l hagan mirar.

Segundo, de ver cómo las tecnologías de la información y las comunicaciones son usadas para la subversión político-ideológica. Una vez más, la sensación de persecución que crea ese complejo del que resulta difícil escapar. ¿Es que acaso los comunistas cubanos no creen que otros pueden pensar lo mismo de ellos, y que su mensaje no es más que una subversión peligrosa contra la paz de los pueblos y la prosperidad? De eso saben mucho los chinos que con las reformas de Mao en la economía vieron morir de hambre a más de 10 millones de personas.

Tercero, ¿Cuál es el papel dirigente del partido en la conducción de los procesos económicos, incluida la ciencia y la innovación? Interesante, lo que precisamente ha fracasado en Cuba durante 63 años, y que los comunistas insisten en retomar una y otra vez. Increíble.

Esta es la agenda de un seminario que no presta atención al problema urgente de los alimentos, de la vivienda, de la calidad deteriorada de los servicios públicos, de la falta de inversiones, de la inflación, de la pérdida de poder adquisitivo de pensiones y salarios, de la falta de inversiones en infraestructuras y de un largo etcétera de asuntos que verdaderamente preocupan al pueblo cubano.

Por eso, de este seminario hay que esperar bien poco. Algunos pueden creer que el régimen de La Habana puede dar por amortizado el apoyo ruso o de Venezuela, y que por eso se está congraciando con los chinos. El hecho de haber votado lo mismo en Naciones Unidas contra la violenta guerra desatada por Rusia en Ucrania es un buen ejemplo de ello. Pero esta vez el régimen comunista cubano puede equivocarse al creer que los chinos están dispuestos a regalar dinero a cambio de nada.

En su fuero interno, en La Habana creen que China quiere una rampa de lanzamiento en Cuba para proyectarse al resto de América Latina con la Ruta de la seda Silk Route, una iniciativa que pasa por articular un espacio de cultura combinado con promoción económica. Podría ser, pero esto a Estados Unidos no le agradaría, y es muy probable que se lo expusieran a los chinos que, interesados en mantener una batalla a largo plazo por la hegemonía mundial, no quieren tener conflictos a corto plazo a cambio de nada. Ahí está el problema de Cuba, que no tiene qué ofrecer al gigante asiático. Y este solo se mueve por negocios. Conocido es que Cuba apoya la posición de respaldo al principio de una sola China, y esto, es otro frente de conflicto con Estados Unidos y occidente.

De algún modo, Díaz Canel cometió un error de improvisación cuando dijo que “apreciamos y coincidimos con la visión china de convertirse en un líder global en innovación, lo cual brinda oportunidades para ampliar la cooperación bilateral en el sector biotecnológico, a partir de exitosas experiencias acumuladas en la construcción de empresas mixtas, la transferencia de tecnologías y el registro de productos novedosos”.

¿De qué modo espera Díaz Canel que se produzca esa cooperación? ¿haciendo lo mismo en Cuba, como sugirió? Es lamentable que se digan estas cosas, incluso en estos foros anodinos. ¿Tal vez quiere Díaz Canel dedicarse a traducir del chino los prospectos de productos para su distribución a los mercados latinoamericanos, o quizás convirtiendo a Cuba en una maquila china basada en la explotación laboral?

No. El modelo chino no es solución para Cuba, como tampoco China tiene otro interés con Cuba que participar en estos seminarios de partido y dar de vez en cuando alguna donación a fondo perdido. Dicho de otro modo, ni los chinos se fían de los cubanos, ni estos tienen claro qué pueden sacar de China, y por eso estos juegos de hambre de comunistas que solo interesan a la propaganda de la prensa oficial del régimen.

Los chinos, que saben mucho de economía, desde luego más que Díaz Canel y los suyos, se debieron partir de risa al escuchar que Díaz Canel da las gracias a una revolución “con la que se pudo transformar una nación pobre, atrasada y dependiente en un referente de desarrollo humano a nivel global en medio del más cruento y prolongado cerco económico; una nación de profunda vocación y sostenida práctica solidaria, cuyos dirigentes hemos estado siempre dispuestos a correr la misma suerte de nuestro pueblo y a trabajar sin descanso por su bienestar”.

Se parten de risa, pero se deben sentir incómodos de que los tomen por bobos, porque los chinos saben cómo está Cuba, por qué está como está, y qué tendría que hacer el régimen para salir del agujero. Ellos lo hicieron a partir de 1978 y nadie les obligó. Con mucho sacrificio han llegado donde están y los lamentos de los pedigüeños les entran por un oído y salen por el otro. Las “modestas experiencias” que dice Díaz Canel estar dispuesto a compartir con los chinos, son una iluminación pasajera, que no cabe siquiera ni mencionar.

Desde hace mucho tiempo, los chinos no quieren saber nada del mensaje comunista ortodoxo y reaccionario del “rechazo al hegemonismo, las sanciones unilaterales e injustas o la pretensión de imponer un modelo único en el mundo” que expuso Díaz Canel en su discurso. Básicamente porque los chinos van en esa dirección y sentido, y les molestan estas monsergas que en aquel país fueron depuradas con la banda de los cuatro, tras la muerte de Mao.

El discurso de Díaz Canel fue desafortunado y es muy probable que en la cancillería china sigan ofreciendo explicaciones del mismo a los países donde se lanzan a hacer negocios, que son todos los del mundo. A este paso, a La Habana solo volverán, pero tan solo los comunistas chinos nada más. Y esos se sabe, no son los que pueden aportar dinero para sostener el régimen. Pero sí que podrían explicar cosas muy importantes.

Eché en falta que los chinos explicaran a Díaz Canel como se sale del atraso económico comunista porque la planificación central de la economía no sirve, que el motor de la misma es la empresa estatal, que la agricultura puede funcionar cuando se deja atrás la propiedad colectiva y se asegura que la propiedad privada pueda crecer, que se tiene que reducir el peso del estado en la economía para mejorar la  prosperidad de la gente, que se tiene que abrir una economía realmente a la inversión extranjera y que los precios se deben fijar según las leyes de la demanda y la oferta. Tal vez si lo dijeron, pero no se quiere reconocer.


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