Los sindicatos comunistas cubanos, el ministro Gil y la inflación

Elias Amor Bravo economista 

“Participación del movimiento obrero, potenciar la empresa estatal socialista, sumar el reto ideológico al económico y seguir haciendo conciencia revolucionaria”. Perlas como estas se escucharon durante el CX Pleno del Consejo Nacional de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) celebrado este sábado en la capital. Y claro, como no podía ser de otro modo, la prensa estatal comunista se ha hecho eco de las mismas.

El evento tuvo como objetivo que desde el buró político del régimen, se aseguraran las condiciones para celebrar el 1º de Mayo con un gran desfile, cuando el COVID-19 todavía sigue fuera de control en Cuba. Un regreso inoportuno a las concentraciones obligadas de gente en las manifestaciones, que ojalá no tenga consecuencias nefastas sobre la vida de los cubanos.

Sin embargo, lo más curioso de este evento, que se supone destinado a tratar los problemas de los trabajadores, es que no se habló de los principales problemas que preocupan a los cubanos, como la falta de comida, el bajo nivel de vida que ocasionan los salarios miserables que se cobran en Cuba, o de las desigualdades salariales que se están creando en determinadas empresas por el cobro en función de resultados, que se decide más o menos con criterios políticos. 

O de las pensiones de los jubilados, o de las condiciones del transporte, la vivienda, de por qué la gente se sigue yendo del país, en suma, de la vida. Incluso, habría preguntarse por qué el sindicato único cubano no protesta por el encarcelamiento injusto de trabajadores cubanos que lo único que hicieron el 11-J es protestar de forma pacífica como hacen los sindicatos en cualquier país del mundo.

De esto se tiene respuesta. Que nadie espere gran cosa de ello. El sindicato calificó estas protestas, en línea con el partido, de actividad subversiva en el país, a que calificó de agresiva en concreto durante los sucesos ocurridos el 11 y el 12 de julio en varias localidades del territorio nacional. Nada de defender s los trabajadores detenidos injustamente, y eso sí, cargar contra ellos de forma despiadada. 

El sindicato se limitó a destacar la "respuesta del pueblo" ante estas provocaciones. La respuesta del pueblo comunista, que cada vez tiene menos que ver con la de la sociedad cubana en su conjunto. Al sindicato, incluso le preocupa que las redes sociales intenten difamar la imagen de Cuba desacreditando a los dirigentes. Desde luego, que un gobierno comunista cuente con un sindicato comunista como altavoz de sus políticas, es un regalo. La gente debe tomar buena nota.

El sindicato comunista en Cuba confirma así ese papel de correa de trasmisión del poder político e ideológico del régimen sobre los trabajadores, lo que le hará perder cualquier referencia útil en una futura sociedad democrática, plural y libre, y la obediencia ideológica a los llamados del régimen, no dudando en ponerse a su lado, en vez del lado de los trabajadores para hacer frente a lo que llaman batalla económica, lo sitúa en el ridículo social. De manera que portándose bien, el sindicato recibe el mensaje del régimen del que solo se puede sacar una conclusión “son los mejores trabajadores los que deben estar en las direcciones sindicales”. ¿Y los peores?

Y del mismo modo, los dirigentes comunistas quieren que el sindicato, extralimitándose en sus funciones, se dedique a “debatir en los centros laborales sobre "la vocación exportadora que es tan importante lograr, cómo sustituir importaciones y hacer un uso racional de los recursos disponibles, y la capacidad transformadora de los problemas". Además, convocó a los trabajadores a ser más protagónicos en el enfrentamiento a la subversión política ideológica”. Bien, pero si el sindicato se dedica a todo eso, ¿Cuándo va a defender las condiciones de vida de los trabajadores, que es lo suyo? ¿Le quedará tiempo?

El ministro Gil, que participó en el evento junto a otros dirigentes del régimen comunista volvió a dar algunas pinceladas de lo que él considera que son prioridades de la economía cubana. Y así, por enésima vez, volvió a decir que "ha comenzado una recuperación gradual a partir de la caída sufrida a raíz del impacto COVID-19, el recrudecimiento del bloqueo de los Estados Unidos, y más recientemente, el conflicto entre Rusia y Ucrania". 

En realidad, ni él se lo cree, ya que a continuación, dijo que “en el mercado internacional los precios de los alimentos y el combustible van en ascenso” como dando a entender que la cosa pinta fea pero sin extenderse mucho. Eso sí, reconoció que el crecimiento previsto para este año en el plan de un 4% no será suficiente para compensar la caída del 13% de los años 2019 2020 y 2021. Lo perdido en esos años, devuelve a la economía cubana a 2015 y todo lo producido desde entonces, se ha evaporado.

Con un exceso de optimismo, se limitó a decir que en los dos primeros meses del año se observaron varios factores favorables, sin embargo, añadió que otras actividades siguen arrastrando resultados muy negativos como la zafra y el turismo, que tienen un peso significativo en la economía y la obtención de divisas. Lo más grave es que estos sectores, hundidos en sus meses de mayor actividad, no van a evolucionar de forma positiva en los próximos, de modo que su efecto sobre la economía, en ausencia de otros motores, será muy débil. Alcanzar el 4% del ministro, queda muy lejos y debería ir revisando cuanto antes esa cifra para que luego no le salgan mal las cuentas. Él lo sabe, si no consigue controlar la inflación y situar el cambio del peso con el dólar en un escenario razonable, todo lo demás no podrá funcionar.

También aludió a los temidos apagones, diciendo que una de las prioridades de la economía es la generación de energía eléctrica, pero recordó que en ello influye el pecio del combustible en el mercado internacional, parece que el crudo de Venezuela cada vez está siendo más problemático, y hay que prepararse para lo peor. Se comprometió a no cambiar las tarifas eléctricas ni el precio del combustible que se vende en el país, pero eso no traerá otra cosa que apagones o paralizaciones en el suministro eléctrico a la industria. Es decir, menos producción.

Pero en este punto, llegó uno de los momentos clave del discurso del ministro Gil cuando dijo que "la segunda prioridad para el ministro es la batalla contra la inflación", pero sin profundizar lo que merece este asunto. Su apuesta es esperar, cruzarse de brazos y ver si el crecimiento de la oferta resuelve por si solo el problema. No se conoce gobierno en todos los países del mundo que ante una inflación del 77,3% en tasa interanual en 2021 se cruce de brazos a esperar por el aumento de la oferta. 

Este proceder es imprudente, temerario e irresponsable. Además, confirma lo que ya sabemos, un notable desconocimiento teórico y práctico de las reglas de funcionamiento de una economía. Más aun cuando el ministro reconoció ante la audiencia sindicalista, que ese aumento de la oferta no se podrá lograr en dos o tres meses, ni en medio año, así que luego no digan que no fueron avisados. En manos de esta gente está la economía de todos los cubanos, y así creen que pueden salir del círculo vicioso en que se encuentran. ¿Autorizando la importación de motores de lanchas?

Lo único que dijo de forma sensata el ministro en su intervención ante un sindicato tranquilo, fue que el asunto de la inflación es un “tema importante para hablar con ustedes”. Y claro que lo es, debería ser la principal prioridad del régimen. Pero los comunistas cubanos reafirman su anunciado fracaso en la lucha contra la inflación, cuando el ministro reconoce que ”nuestro modelo económico reconoce el mercado, pero lo regula. No es libre mercado tiene que haber racionalidad en los precios”. Y se queda tan tranquilo al afirmar que la "racionalidad" no se consigue con el mercado, la demanda y la oferta. Es justo lo contrario, la racionalidad no se consigue con un "ministerio de precios" eso es burocracia, intervencionismo y despilfarro de recursos, colas, racionamiento y miseria, ¿Más claro ministro? ¿Es que no hay ningún asesor que le explique que en ese modelo suyo se encuentra la raíz de la inflación estructural que amenaza la economía, o bien con precios en espiral o bien con escasez, o las dos cosas. Pregunte a chinos y vietnamitas.


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