Emprendedores cubanos: ¿la vía de la CTC o la Asociación de hombres de negocios?
Elías Amor Bravo, economista
Hace unos días escribí en DDC un artículo
exponiendo mi punto de vista sobre la importancia que tiene para los
trabajadores cubanos por cuenta propia asociarse y defender sus
intereses. La Asociación de Hombres de Negocios de Cuba puede ser un
valioso instrumento de la sociedad civil para construir una
plataforma activa en defensa de los intereses del sector emprendedor
privado que trata de abrir y definir un espacio en la compleja madeja
burocrática e intervencionista del régimen castrista. Hoy leo con
sorpresa en Granma la apuesta del sindicato del régimen, la CTC por los trabajadores
por cuenta propia, para “acompañarlos, apoyarlos y protegerlos”.
Al parecer, funcionarios de la CTC están realizando las captaciones
de trabajadores de forma personal, visitando cada negocio y
conversando con cada trabajador, sin distinciones.
¿No les parece interesante?
Por un lado, nos encontramos con una doctrina
oficial castrista que necesita al sector de los nuevos emprendedores
cubanos para obtener ingresos con los que financiar el déficit
estructural de la economía. Han llegado a 556.064 las personas
inscritas, a pesar de las zancadillas y las trabas que el régimen
impone por su carga ideológica comunista, de la que no se quiere
desprender. No obstante, los nuevos emprendedores cubanos, a los que
se reconoce la gestión privada, siguen teniendo limitaciones para el
ejercicio de los derechos de propiedad y la acumulación legítima de
beneficios en sus negocios.
El régimen no quiere que crezcan, pero eso choca
de manera frontal con las aspiraciones de cualquier persona que
apueste por la independencia para su vida profesional. Y entonces,
aparece el problema. Porque de un lado, los nuevos emprendedores
quieren asociarse de manera voluntaria y espontánea como “hombres
de negocios” y de otra, el régimen, les devuelve esa intención
poniendo a trabajar a los funcionarios de la CTC para “acompañarlos,
apoyarlos y protegerlos” en cierto modo, para obligarlos a entrar
en ese sindicato vertical.
Ya lo hicieron con la ANAP, que integrando a
pequeños campesinos con explotaciones de dimensiones insuficientes
para alcanzar una escala eficiente de productividad, los someten a la
dirección y control de los comunistas, y ahora, el régimen usa la
CTC para, según declara en Granma un funcionario del sindicato
único, “llegar a todos los cuentapropistas, para que ellos vean
en nosotros una vía para abordar sus dudas y dificultades. Nos hemos
propuesto sindicalizarlos y ya hoy el 81,9 % de estos trabajadores
integran el movimiento sindical cubano”. Casi nada.
Por lo pronto, los funcionarios de la CTC observan
diferentes “inquietudes y necesidades específicas” entre los
distintos emprendedores, y no todos aceptan la integración de forma
“voluntaria” a la CTC. Además observan que les interesan poco
los derechos y deberes que les explican, y que no se capta mucho
entusiasmo entre los que responden. Tal vez, ese 82% habría que
revisarlo en profundidad, de forma positiva, para ver realmente si se
corresponde con un movimiento espontáneo y propio de la sociedad
civil.
En todo caso, los emprendedores privados quieren
tener buenas relaciones con el sindicato único y señalan que
“todavía tienen muchos amigos que no están sindicalizados”, en
ocasiones por falta de conocimiento e información, en otras por las
dudas sobre la importancia de pertenecer al sindicato para resolver
los problemas. Se quejan de papeleo y reuniones. Las violaciones de
los derechos de los trabajadores no justifican la acción sindical.
Ante este cúmulo de argumentos que hemos resumido
por motivos de espacio, la CTC se está planteando, en su afán
hegemónico, crear un sindicato único para los trabajadores por
cuenta propia, que se añada a los 16 sindicatos que organizan a los
trabajadores no estatales por las actividades económicas que
desempeñan: gastronómicos, arrendatarios, artistas, usufructuarios.
El punto que conviene tener en cuenta es si los
emprendedores piensan que sus intereses pueden estar mejor
representados y defendidos por un sindicato o por una asociación
independiente. Estamos ante una cuestión de gran relevancia. Los
nuevos emprendedores cubanos no tienen claro que les beneficie esa
“presunta articulación entre el sector estatal y no estatal de la
economía” que les ofrece la CTC, sino que sus intereses van por
otro camino. Que alguien en Cuba piense que ya está bien de depender
del maná del estado castrista y se rebele contra la injerencia de
sus tentáculos, es una magnífica noticia que tiene mucho que ver
con la apertura de espacios para el ejercicio de la actividad
económica.
Tal vez
desde fuera no seamos capaces de valorar lo que representa esta
confrontación de intereses en juego en el sector de los nuevos
emprendedores, futuros empresarios privados de la economía cubana.
De la misma forma que el régimen no ha aceptado la inscripción
en el registro de
la Asociación de Hombres de negocios, ellos han tenido la valentía
de continuar. Por
su parte,
la CTC se encuentra que los emprendedores cubanos le
dan la espalda y no consideran que deba ser el interlocutor con el
régimen.
Llevan razón los emprendedores cubanos. La CTC
debe estar para defender a los trabajadores, si. A los trabajadores
contratados por los emprendedores. Las relaciones capitalistas de
producción deben abrir espacios en el ámbito de la economía
privada y dibujar un escenario que en Cuba ha sido prohibido durante
décadas, pero que es común a todos los países del mundo. Un
empresario privado contrata trabajadores y les paga un salario para
beneficiarse de su productividad a la vez que el aporta medios de
producción y talento organizativo. Es la actividad económica
capitalista que lucha por ocupar el espacio que merece en la economía
cubana. Estamos asistiendo, de forma muy precaria, al eventual nacimiento del diálogo social, que enriquece las relaciones
laborales, y su correlato, la concertación social que permite
avanzar a las economías capitalistas mucho más que las llamadas
socialistas o comunistas. En el espacio totalitario castrista durante 58 ni el diálogo social, ni las relaciones laborales o la concertación social han existido como tales. La aparición de los emprendedores cubanos privados tiene mucho que ver con estos primeros pasos tímidos.
Los propios funcionarios
de la CTC lo reconocen al señalar, y cito textualmente, “un hombre
que tenga un restaurante con más de 50 trabajadores, ya no es un
simple empleador, sino un empresario. Se necesitan normativas más
específicas en torno a esas figuras que están emergiendo en el
mercado privado de la Isla”. Yo estoy convencido de que “zapatero
a tus zapatos” tiene mucho de sentido común, y que CTC está para
lo que está y deberá defender los intereses laborales y que las
Asociaciones de emprendedores futuros empresarios deben existir
porque tienen intereses distintos. Negar esta evidencia no tiene
sentido.
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