Y ahora ¿qué hacemos con tanta azúcar?
Elías Amor Bravo, economista
Granma ha anunciado en su edición de hoy, que esta semana, con el final de la zafra azucarera del año 2017, se ha alcanzado un crecimiento del 20% con respecto al ejercicio de 2016, sin precisar la cifra. Tan solo ha trascendido de los portavoces oficiales de Azucuba que el plan previsto se cumplió un 85%, para señalar a continuación que “entre las causas fundamentales que incidieron en este resultado están la intensa sequía que impactó al país entero, y provocó la caída del estimado de caña a moler y la reducción de su rendimiento agrícola, con su consecuente afectación en la productividad de los equipos de la cosecha y el transporte”.
Otros factores que, según las autoridades, explican los resultados obtenidos son “el alto tiempo perdido de la industria, que afectó en un 20% (de un plan del 14 %) la molida, y por tanto la eficiencia”, lo cual vino “motivado por debilidades en la preparación del personal y su disciplina tecnológica” con su incidencia “en las roturas y deficiente operación de la industria, concentrándose mayormente las averías en áreas como las calderas, molinos y turbogeneradores”.
De igual modo, se citan como factores condicionantes del resultado “las deficiencias en la organización y dirección de la cosecha y el transporte automotor, las cuales provocaron paradas por falta de caña en los centrales, afectaron un 8% su molida planificada”. Otros factores igualmente importantes han sido “la entrada de los recursos, tanto los de importación como los de producción nacional, para las reparaciones sin el tiempo suficiente que permitiera hacer las pruebas y ajustes de la maquinaria agroindustrial”(...) También influyeron los incumplimientos del transporte ferroviario y las interrupciones eléctricas del Sistema Eléctrico Nacional (SEN)”.
En suma, exceptuando las condiciones climáticas, que son bien conocidas de los cubanos pero que resultan difíciles de prever, los niveles de cumplimiento de la zafra se han visto afectados básicamente por “deficiencias organizativas a todos los niveles, falta de preparación, experiencia y cualificación”. Aspectos que cuesta, realmente, asumir como válidos en la que fue primera potencia exportadora mundial del azúcar a nivel mundial hasta el nefasto año de 1959.
Los datos disponibles en la Oficina Nacional de Estadística de Cuba permiten señalar que desde la zafra 1999/2000, antes que Fidel Castro decidiera de forma unilateral y personal el cierre masivo de ingenieros azucareros, hasta la última para la que existen datos disponibles 2013/2014, la producción de azúcar descendió en Cuba nada más y nada menos que un 45% cayendo de 32,8 Millones de toneladas a poco más de 18 Millones tras haber registrado un mínimo histórico de 11,6 Millones en 2009/2010.
Por desgracia la nota informativa de Granma no proporciona los datos absolutos de producción de la zafra 2016/2017, pero no hace falta profundizar mucho en esta cuestión para aceptar que los resultados están muy por debajo de los alcanzados en 1999/2000, y que Cuba, por desgracia, ha dejado de ser una potencia mundial en azúcar. Una cuestión ciertamente controvertida por cuanto una parte muy importante de la financiación obtenida por el país en los mercados de capitales tenía su origen en la valoración estimada de las cosechas. Con esta pérdida, el recurso a la prefinanciación quedó cerrado también. Una especie de autobloqueo o autoembargo estilo castrista, del que muy poco se habla.
Actualmente, tan solo 54 centrales muelen en la zafra 2016-2017. En 1999/2000 eran más de 200. De los que sobrevivieron el embargo castrista, solamente 42 produjeron más azúcar que el año anterior, otros 12 lo hicieron en menor cantidad. Resultados que se mueven en unos niveles realmente bajos. En términos de resultados, entre los centrales que cumplieron su plan de azúcar resaltaron el Panchito Gómez Toro y el Perucho Figueredo, ambos de Villa Clara. También el 14 de Julio y el Ciudad Caracas de Cienfuegos y el Urbano Noris de Holguín. Por provincias, Villa Clara resultó ser la única provincia en cumplir su plan anual, y al mismo tiempo, la que más creció respecto al pasado año (53%) para convertirse en la mayor productora de azúcar del país.
Otro resultado de la zafra ha sido el aumento de derivados para la producción de alimento animal. En este caso, la planificación se cumplió, con un crecimiento del 48 % respecto al 2016. La producción alcanzó 199.000 toneladas (aquí si se proporciona el dato absoluto y ya me dirán cuantas cabezas de ganado se alimentan con esta producción al cabo del año). Este resultado ha servido “para avanzar en el objetivo de sustitución de importaciones en la producción porcina y contribuir a la alimentación de la masa vacuna en el periodo más seco del año”.
Según las autoridades, “en estos momentos se realiza un proceso de balances de zafra en todos los niveles del Grupo Azucarero, Azucuba, que permitan identificar desde la base las deficiencias y errores, así como las medidas necesarias para que no se repitan”. Es evidente que una de las medidas estrella adoptadas por el régimen, que fue la separación de funciones estatales y empresariales en el sector del azúcar, no ha servido para mejorar los resultados y que algo funciona mal. Los mismos responsables lo reconocen en Granma.
Sin embargo, antes de 1959 esas mismas tierras en cultivo permitían a la economía cubana generar divisas más que suficientes para mantener la paridad del peso cubano con el dólar de EEUU. Se podrá decir que han pasado casi 60 años desde entonces y que el mundo ha dado muchas vueltas, pero en el caso de azúcar cubano el resultado ha sido nefasto. La solución, como en otros tantos ámbitos de la economía, es cambiar el modelo, dar un giro al timón de 180º hacia los derechos de propiedad, la libre empresa y el mercado, pero nada de eso entra en los planes de los dirigentes así que no nos hagamos muchas ilusiones. Apostemos. Estoy convencido que el año que viene, por estas mismas fechas, estaremos leyendo las mismas cosas en Granma si no cambia la dinámica actual.
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