Las mipymes cubanas frente al régimen comunista

Elías Amor Bravo economista

La publicación “Organización Institucional. Principales Entidades”, elaborada por la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), ha dado sorpresas muy positivas en esta última edición, correspondiente al período de enero a marzo de 2022.

De acuerdo con los datos del Directorio de Unidades Institucionales y Establecimientos, la cifra de mipymes ha alcanzado las 1.819 superando ampliamente las 270 que había el año pasado en estas mismas fechas. 

No cabe duda de que estamos ante un fenómeno relevante en la economía cubana que confirma que existe un claro deseo en amplios sectores de la población por las fórmulas de independencia y autonomía económica, que permiten a las personas ganar dinero, ser libres y prosperar, al margen de la injerencia abusiva del estado. Bienvenidas sean las mipymes por lo que representan de retorno de Cuba a su mejor pasado histórico.

La cifra de 1.819 mipymes ha pasado a representar, así se sopetón, el 16% de las entidades registradas por la ONEI que ascendieron a 11.553 unidades entre enero y marzo. Salvo las mipymes, el resto de “formas de organización” han experimentado una evolución bastante mediocre. Por ejemplo, las empresas, en su mayoría estatales, han alcanzado las 1.915, por lo que se cree que en breve tiempo serán ampliamente rebasadas por las mipymes. El año pasado, por estas mismas fechas, había 1.867 empresas, lo que en definitiva supone un aumento de 48 unidades.

Las sociedades mercantiles se mantienen inalteradas en 258. Por otra parte, las cooperativas, que son las entidades más numerosas (5.153 el 45% del total) se redujeron en 58 unidades, pasando de 5.211 a 5.153 en el curso del último año. Dentro de esta modalidad, se registraron descensos en las UBPCs (39 menos) en CPA (7 menos) y en CCS (32 menos). Tan solo se produjo un aumento en el ámbito de las Cooperativas no agropecuarias, en número de 20 más.

Finalmente, las entidades del sector presupuestado, que dependen de forma directa del gasto del régimen, alcanzaron un total de 2.408 unidades, aumentando 4 con respecto al año anterior.

El panorama descrito parece favorable a la expansión de las mipymes, que han crecido a partir del trabajo por cuenta propia, unos datos que se podrán confirmar cuando se publiquen las estadísticas del anuario de la ONEI referidas al ámbito laboral. Se podría pensar que el aumento registrado en el número de mipymes es una bocanada de aire fresco para la asfixiada economía comunista cubana, pero hay que ser cautos.

La cautela se encuentra en que la cifra de 1.819 mipymes no tiene nada que ver con las más de 60.000 que había en Cuba cuando tuvo lugar la ominosa campaña de confiscaciones de 1968, la llamada “ofensiva revolucionaria”, que acabó destruyendo los pequeños espacios que subsistían de actividad privada desde que comenzaron las expropiaciones en 1959.

Conviene recordar que, en aquel año 1968, la población de la Isla era inferior a la actual, por lo que, alcanzar unas dimensiones similares de la actividad empresarial privada, puede requerir mucho más tiempo del que se cree, si es que, en algún momento, con el marco actual de autorizaciones, se puede pensar en llegar a cifras similares. El retorno de la empresa privada a Cuba, en presencia de un régimen comunista que se declara contrario a las fórmulas de la economía de mercado, puede resultar complicado.

Por otra parte, las mipymes se han concentrado intensamente en La Habana donde, con 638 unidades, no solo superan a las empresas estatales (631) y las sociedades mercantiles (234) sino también a las cooperativas, que en La Habana solo fueron 376. Incluso, las mipymes habaneras superan al número de unidades presupuestadas de la provincia, que eran 513.

Esta concentración refleja muchas cosas, pero, sobre todo, que allí donde más dinamismo económico cabe esperar, más mercado y demanda, es donde tiene sentido la actividad de la iniciativa privada. Al régimen, advertir que cualquier intento de manipular o influir en estas decisiones de establecimiento de los emprendedores, puede acabar siendo negativo. La libertad económica, cuando abre puertas, no vuelve a cerrar salvo por la vía de imposiciones y la fuerza coercitiva del estado comunista.

En el resto de las provincias la creación de mipymes no ha funcionado al ritmo logrado en La Habana, y parece rezagada, quedando la cifra final por debajo de las empresas estatales y cooperativas. El resultado de La Habana es único en la geografía territorial cubana.

Finalmente, la distribución de las 1.819 mipymes por actividades económicas confirma que estas entidades nacen para atender necesidades del mercado y obtener beneficio por medio de dicho intercambio.

El mayor número de mipymes se localiza en las industrias manufactureras, 844 casi la mitad, el 46%, y ello tiene una justificación evidente cuando se observa el abandono que el régimen comunista ha tenido hacia la industria, cuya producción ha descendido casi un 60% desde el nivel de 1989, según el índice de producción industrial de la ONEI. Las mipymes buscan atender esos espacios que el régimen abandona y ahí residirá el éxito de sus operaciones.

La segunda actividad con mayor reclamo de mipymes, ha sido la construcción, con 441, el 24% en este caso, más que justificada, teniendo en cuenta la desidia y el abandono que mantiene el régimen comunista hacia la vivienda en Cuba. Cabe suponer que estas mipymes entren en competencia directa con las ineficientes empresas estatales en la gestión de proyectos constructivos, como los hoteles, y en ello, si tienen éxito, podrán aumentar la escala técnica eficiente y ganar más dinero.

En un tercer puesto, y con cifras asombrosamente parecidas, se encuentran las mipymes de Servicios Empresariales, Actividades Inmobiliarias y de Alquiler (129), Hoteles y restaurantes (124) y Comercio, reparación de efectos personales (123). Una clara orientación al mercado de los emprendedores privados cubanos, que permitirá a estas empresas prosperar, si el estado comunista no interviene en sus procesos.

No sorprende el reducido número de mipymes en Agricultura y ganadería, tan solo 34, el 2% lo que se corresponde con la hegemonía en este sector de las cooperativas, por un lado, pero de otro, no menos importante, la ausencia de derechos de propiedad sobre los medios de producción, principalmente la tierra, que sigue siendo el lastre del modelo comunista al sector agropecuario. 

Este bajo número de mipymes en el sector que produce la alimentación de los cubanos es consecuencia de la pésima coordinación entre los ministerios de economía y de la agricultura, donde cada uno va por su lado (las 63 medidas) sin contactar con la realidad del tejido productivo.

Sería deseable que las mipymes sigan prosperando en la economía cubana, pero al tiempo que se ofrece información sobre las creadas, sería interesante conocer cuántas fracasan y por qué. Hay que intentar que el estado comunista aparte sus garras de la actividad privada independiente, para que el proceso tenga éxito. Sin embargo, existen razones más que suficientes para desconfiar del régimen en su intención por favorecer espacios abiertos al ejercicio de la iniciativa privada. Más pronto que tarde, se sabrá.

  

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