¿Cómo está la economía cubana en el primer cuatrimestre de 2022?

Elías Amor Bravo economista

En la reunión del consejo de ministros de cierre del mes de mayo, el ministro de economía Gil ofreció a sus colegas un informe sobre el estado de la economía cubana en el primer cuatrimestre del año. Un informe que, si se lee en la nota publicada en Granma, dice realmente muy poco y arroja sombras de dudas e incertidumbre sobre el verdadero escenario en que se desenvuelve la economía. No dio muchos datos el ministro.

Su intervención se movió más en el ámbito de las conjeturas y los juicios de valor, que de los hechos y los datos, pero reconoció los problemas y aun cuando trató de disfrazar algunos hechos inevitables, la conclusión que cabe obtener de su presentación es que la economía cubana se encuentra en una situación grave y que la esperada recuperación no parece haber conectado con los principales indicadores.

Para comenzar, el ministro dijo que los ingresos del presupuesto en este primer cuatrimestre están por debajo de lo previsto en el Plan. Es decir, lo que recauda el estado de la economía se ha visto afectado por un menor crecimiento de esta. Si el plan había estimado un crecimiento del PIB del 4%, es evidente que la cifra actual está muy por debajo, y por ello, los ingresos no van al ritmo previsto.

La deficiente evolución de los ingresos tiene una consecuencia aún peor, y es que si los gastos públicos no se ajustan a la baja, y no parece que ello haya sido así, el déficit público irá en aumento generando problemas adicionales de control monetario con una incidencia directa en la inflación.

De hecho, el ministro reconoció que los precios se han incrementado por encima de lo diseñado, sobre todo del combustible y los alimentos, pero no se extendió demasiado en analizar la inflación. Es conveniente tener en cuenta que estos dos componentes, combustible y alimentos, van a ejercer una influencia creciente sobre la inflación en los meses venideros, toda vez que el deterioro de la economía mundial tras la invasión de Ucrania está generando aumentos de precios que se dejarán sentir en la abierta economía cubana. sería conveniente conocer los planes de Gil para enfrentarse a precios más altos de alimentos y combustible.

Pero en este momento, aunque el ministro no dijera nada al respecto, la inflación en Cuba tiene su origen en la expansión monetaria provocada por la financiación del déficit por medio de bonos soberanos que se colocan en los bancos, las medidas de la Tarea Ordenamiento y el desajuste de los equilibrios interno y externo. Lo peor vendrá más adelante.

Inasequible al desaliento, el ministro señaló que esta realidad “no implica que estemos renunciando en estos momentos al crecimiento económico que hemos proyectado en el año 2022”, pero ya de antemano conviene avisarle que, si en estos primeros meses de 2022 la economía cubana muestra síntomas evidentes de debilidad, conforme avance el año irá a peor, porque el cambio del entorno mundial impactará y causará estragos. El ministro debe asumir que su plan no sirve.

De los pocos datos ofrecidos, el turismo o la vivienda, el balance no es positivo. 

Del turismo, el ministro señaló que en los primeros cuatro meses del año habían llegado al país 447.714 visitantes, que representan un 71,3% del plan, y en el mes de abril se alcanzó 133.226 visitantes y el plan alcanzó un 100,7%. Conviene tener en cuenta que estas cifras del plan se encuentran a un 40% por debajo de los resultados del turismo en Cuba antes de la pandemia. 

El régimen sitúa los objetivos a ese nivel, cuando otros destinos del Caribe, como República Dominicana, ya han rebasado los niveles anteriores a la pandemia. Ellos sabrán qué hacen y por qué, lo mismo que afirmar que no se renuncia a la cifra de 2,5 millones de visitantes en el año. Un objetivo complicado de alcanzar con lo que viene en la economía mundial.

De la construcción de vivienda, el ministro informó de que en abril se terminaron 1.983 hogares, lo cual representa un cumplimiento del 63% de lo previsto para ese mes. El régimen desaprovecha los efectos beneficios que se derivan del desarrollo del sector construcción sobre el empleo y la actividad económica, dejando sin satisfacer una necesidad que está cada vez más extendida en la sociedad, la vivienda.

También citó el ministro, aunque sin datos, los incumplimientos producidos en la entrega de diferentes productos alimenticios al balance nacional, como es el caso del arroz, la carne bovina y el huevo. Y añadió en este punto, con cierto triunfalismo, que “nos queda mucho todavía para trabajar en 2022, en función de alcanzar las principales metas que hemos previsto en el Plan de la Economía”. En realidad, aferrarse al plan no solo es poco operativo, es suicida en las condiciones actuales. El plan no funciona.

En cuanto al comportamiento de la empresa estatal y los principales impactos que han significado las transformaciones acometidas, así como nuevas propuestas para continuar avanzando en su fortalecimiento, el ministro tampoco ofreció datos, aunque se sabe que todavía hay más de 500 empresas que no acaban de superar la situación de insolvencia a la que fueron empujadas por las decisiones adoptadas en la Tarea ordenamiento.

Tras calificar el asunto “como de elevada prioridad para el gobierno cubano, teniendo en cuenta el papel que corresponde desempeñar a la empresa estatal socialista, principal actor de la economía” se limitó a señalar que, “como tendencia se aprecia un impacto positivo con las medidas aplicadas, aunque se continúa la evaluación constante de cada una de ellas”. Y con cierta resignación acabó diciendo que “todavía queda mucho por hacer para realmente convertir a la empresa estatal en actor fundamental de la economía, de ahí la necesidad de trabajar más aceleradamente, con transformaciones más profundas”. Cualquiera sabe qué pasa por su cabeza.

El ministro habló poco en su informe de la inflación, casi nada, pese a que es uno de los grandes problemas de la economía, y del que dispone de datos mensuales gracias a la publicación del IPC por la ONEI. Esa desatención a la inflación es un riesgo, porque puede llevar a un aumento de las tensiones, sobre todo, teniendo en cuenta que la expansión del déficit sigue alimentando el descontrol monetario que hace crecer la inflación.

Tampoco se refirió al valor del peso cubano abandonado a su suerte tras la fijación de un tipo de cambio de 1x24 en la Tarea ordenamiento. El ministro no hizo referencia alguna a la distancia entre el cambio en los mercados informales y el que se aplica a las transacciones oficiales, que es un asunto que lleva a mucha gente a trabajar en ese ámbito cuando ofertan o demandan dólares. Para el ministro, no asumir la realidad que le trasmiten los mercados informales sobre el valor real del peso, es un grave error.

Ni siquiera mencionó, ni de pasada, cómo van las ventas en las tiendas en MLC, ni datos relativos a los proyectos de inversión extranjera, o las exportaciones e importaciones de bienes. Los que elaboran estos informes al ministro, para ser presentados en consejo de ministros, no suelen extenderse demasiado en los hechos y las informaciones, y con unos cuantos brochazos, dan por resuelta la cuestión. Un ministro de economía que presenta un informe sin referir todos estos datos, cumple un extraño papel en términos de credibilidad.

El ministro tampoco habló de medidas de política económica monetaria, fiscal y cambiaria que son urgentes para restaurar los equilibrios de una economía que se encuentran en una grave y compleja situación. Perdió otra oportunidad. Los márgenes son cada vez más limitados.

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