Cuba y Rusia: mucho ruido, pocas nueces

Elías Amor Bravo economista

Los viejos rockeros, ya se sabe. El flamante viceprimer ministro y, a la vez, ministro de comercio exterior y la inversión extranjera, Ricardo Cabrisas, que reemplazó al todopoderoso Malmierca al frente de la dirección de la economía de la riqueza en Cuba, se ha estrenado en el cargo con la firma de una serie de acuerdos con el asesor presidencial ruso Máxim Oreshkin para, según dice la prensa estatal, “profundizar las relaciones económicas bilaterales y concretar proyectos en sectores de interés mutuo”. Al final, si se rasca un poco se observa que son los mismos acuerdos que la delegación encabezada por Díaz Canel tuvo encima de la mesa durante la visita a Moscú el pasado año.

Este tipo de noticias forman parte de una secuencia propagandista que, al régimen, y en particular a Díaz Canel, le viene fenomenal para lanzar balones fuera del campo y ganar tiempo en el descuento. Al final Cabrisas ha sido, y es, un experto en este arte y por eso, nadie tiene que hacerse grandes expectativas de lo que significa la presencia de la delegación rusa en la isla, que no es otra muestra más de la relación entre los dos países, incluso en momentos muy delicados como el actual, en los que Putin recibe altos índices de cuestionamiento y rechazo por la guerra de Ucrania. 

En este caso, Cuba ha decidido acompañar a Putin en esta aventura y llegar hasta el final, si es preciso, aunque ello le granjeará no poco rechazo internacional. Lo iremos viendo en próximos meses. Díaz Canel se encargó de dejar muy clara la posición de Cuba y dijo, “transmita un afectuoso saludo a Putin al que agradecemos el apoyo que nos ha dado la Federación de Rusia en la lucha contra el bloqueo”.

Por su parte, Cabrisas estaba feliz, aunque él sabe que este tipo de operaciones tienen un recorrido limitado y que se acaban tan rápido como se anuncian. Así que se dedicó a glosar a los medios lo que todo el mundo sabe, “que Rusia constituye para Cuba el segundo socio comercial a nivel regional y el quinto a nivel global, con una tendencia creciente del intercambio comercial desde 2017”. Bien, ¿y eso de qué sirve a los cubanos? ¿han visto mejorar sus condiciones de vida?

Díaz Canel destacó que “la presencia de esta delegación rusa en la Mayor de las Antillas tiene mucha significación y da continuidad al intercambio de visitas de alto nivel que se ha mantenido en el transcurso de los últimos meses”. En su opinión, “marca una intención de seguimiento, de continuidad a todos los acuerdos que hemos establecido de conjunto, y es una expresión más de la profundización en las relaciones bilaterales entre nuestros gobiernos y nuestros pueblos, que son relaciones históricas y se caracterizan por un alto nivel de diálogo político, de coincidencia en muchos puntos de la agenda internacional, de apoyo conjunto en los foros internacionales sobre diversos temas”. Pero realmente, hasta la fecha muy poco de lo acordado se ha llevado a la práctica.

Y relacionado con ello, el ministro cubano tuvo la ocurrencia de pedir que se analice la creación de un “servicio marítimo regular Rusia-América Latina o Rusia-Caribe, para lo cual Cuba posee una infraestructura marítimo-portuaria, aérea y vial que podría permitir la conectividad, tanto a lo interior como al exterior, pero que necesita de una modernización”. ¿Es que no existe ese servicio marítimo regular después de las tres décadas de relación entre Cuba y la antigua URSS? Cabrisas debería preguntarse por qué ese servicio no existe y si realmente, los jerarcas económicos rusos y las transitarias globales, están por la labor.

Un buen ejemplo de los proyectos es que, una vez más, se citan los ámbitos energético, agroindustrial, financiero o turismo que Cuba quiere potenciar con dinero ruso, pero que no acaban de cuajar. ¿Alguien tiene conocimiento de alguno? Por algo será. 

El asesor de Putin hizo otro tanto para quedar bien, y en la prensa estatal comunista, “condenó el recrudecimiento del bloqueo comercial, económico y financiero de Estados Unidos a Cuba” y mostró una extraña disposición de su país a defenderse junto a Cuba de sanciones unilaterales impuestas por centros de poder occidentales a los dos países. Como si Cuba estuviera siendo en este momento sometida a medidas como las que se aplican a Rusia por la invasión de Ucrania. Es importante señalar que no tienen nada que ver. 

También dijo, como si se tratara de un rey mago, que su país “llevaba a Cuba un conjunto de iniciativas de inversiones, con proyectos que buscarán contribuir a los ingresos del presupuesto de esta nación caribeña”. y añadió que trabajan en el desarrollo de “un nuevo formato de relaciones y de trabajo de interacción para aprovechar las potencialidades existentes en la economía cubana” que se podrá concretar en la firma de un protocolo entre ambos países para fijar proyectos concretos que deben ponerse en práctica. 

Bien, ¿y cuánto habrá que esperar para ello? ¿será lo mismo que el proyecto de las mipymes? Lo realmente lamentable ha sido contemplar a Cabrisas implorando al asesor de Putin que traigan el dinero cuanto antes. Un grito desesperado que confirma las urgencias que tienen en La Habana para llegar a fin de mes. En la televisión del régimen, se podía contemplar al asesor del Kremlin mirando para otro lado ante los ruegos desesperados de Cabrisas. Se tiene la impresión de que los rusos están jugando al ratón y el gato con los cubanos, y que esta partida acabará mal.

Además, ¿a ustedes no les suena todo esto a lo mismo que se dijo en Moscú durante la visita de Díaz Canel? Todo este tema de las relaciones Cuba y Rusia suena a disco rayado. Mucho ruido, pocas nueces.

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