Díaz Canel: mucha visita a provincias, pero realmente la tarea de gobierno por hacer

Elías Amor Bravo economista

La gira de Díaz Canel por varias provincias para obtener información in situ de los problemas tiene mucho de "road movie", y poco de tarea de gobierno realmente justificada por su eficacia. Los gobernantes, en todos los países del mundo, tratan de estar cerca de los ciudadanos de muchas formas distintas, pero a ninguno se le ocurre suplantar el papel de un consultor o investigador social.

Para eso están los profesionales o las empresas especializadas del sector que elaboran los informes de campo y los elevan a los órganos de decisión. Dedicarse al paseo por la Isla, como hacen Díaz Canel y Marrero, para que les cuenten en directo lo que ya saben, es una pérdida de tiempo, de dinero y de esfuerzo que no se corresponde con la agenda de un dirigente político.

O tal vez sí. El otro día Marrero, y ahora Díaz Canel, utilizaron estas reuniones para obtener espacio en la prensa estatal que les preparó reportajes a medida, sin una sola crítica o pregunta “difícil”, y con esto los dirigentes comunistas se sintieron satisfechos. Se equivoca el que cree que esto es así. Tanta página de prensa estatal puede ser contraproducente, y más aún, las cosas que se dicen.

Por ejemplo, Díaz Canel no paró de hablar del bloqueo. Y la realidad es que este tema ya cansa. El otro día en “Cuadrando la caja” se habló del turismo y alguno de los asistentes cuestionó la invasión de sargazos en las playas de la Isla, una amenaza mucho mayor que el bloqueo para el turismo. Pero Díaz Canel vuelve sobre sus pasos, y en cuanto le abren un micrófono vierte todo su odio y obsesión contra Estados Unidos. 

Y de ese modo, reflexionó que “quienes lo están dando todo por aportar bienestar al pueblo a pesar de todas las adversidades, son los que rompen el bloqueo todos los días” para añadir a continuación, “son los que inspiran, son los que ponen el pecho a las balas, son los que deciden hacer en vez de quedarse inmóviles”. Son declaraciones imprudentes de un dirigente político, que sacadas fuera de contexto pueden molestar y mucho, porque no tienen que ver con la realidad. Que diga Díaz Canel cuántas balas ha contado desde que tomó posesión. Hay veces que se aleja de los límites de la racionalidad y que lo mejor es callar.

Pero además del embargo/bloqueo, Díaz Canel hizo un análisis del ciclo de reuniones para revisar las metas trazadas en enero de 2023, desde cada provincia, quedando pendientes la Isla de la Juventud y Ciego de Ávila. Y en este punto, algunas de sus afirmaciones deben ser cuestionadas.

Por ejemplo, habló de la necesidad de acciones que permitan, en el menor tiempo posible, superar la difícil situación que vive el país por la crisis económica y social que, según él, “ya habíamos avizorado que teníamos que enfrentar desde la covid-19, y hacia la cual iba a evolucionar el mundo”. Me permito recordar a Díaz Canel que la crisis del covid-19 afectó a todos los países del mundo en mayor o menor medida, con un impacto similar en los niveles de actividad. Pero igualmente, son muchos los que han recuperado los niveles anteriores a 2019.

Si Cuba no lo ha logrado es porque en 2021, apenas saliendo de la crisis de la pandemia, a los comunistas no se les ocurrió otra idea que aplicar la tarea ordenamiento, y acabaron trastocando la realidad económica con la aparición de déficit, endeudamiento, descontrol monetario, inflación, pérdida de valor de la moneda. Nadie en el régimen lo avizoró, pese a que se informó por los analistas y observadores. Díaz Canel y Raúl Castro presentaron la tarea ordenamiento como la gran operación que había que acometer.

Sus efectos negativos se siguen manifestando todavía, e impide a la economía cubana prosperar. Esa es la realidad, lo mismo que el tiempo se acaba y que la situación se puede calificar de terminal, pero, igualmente, conviene recordar que no hay soluciones mágicas e inmediatas para superar la grave crisis económica y, en tales condiciones, habrá que asumir riesgos. Si no es así, lo que ocurrirá es que 2023 no será mejor que 2022, como se prometió a comienzos de año.

Después, tuvo palabras para explicar los indicadores de cumplimiento asociados a las medidas a adoptar, que calificó de “realistas”. En el diseño de las medidas introdujo de nuevo el concepto de “resistencia creativa” que se creía olvidado, insistiendo en que la situación se tiene que superar “por nosotros mismos, con nuestro talento, con nuestro esfuerzo, con nuestro trabajo, superando el bloqueo, aunque no lo levanten y aunque no lo flexibilicen”. Un exceso de voluntarismo que puede no ser lo más adecuado en estos momentos.

La cuestión ahora, para Díaz Canel, es “cómo somos capaces de superar toda esta situación por medio de un consenso sobre maneras de hacer, sobre experiencias que se tenían y que había que multiplicar”, pero aquí viene el problema. Díaz Canel es tan reaccionario y conservador que quiere hacer todo eso, sin tocar ni un solo elemento del modelo económico que rige el país, origen de todos los problemas. Comunistas y marxistas hasta el final, donde no hay solución para los problemas asociados a la producción de alimentos y el tema energético, los temas sociales, los servicios a la población, en el enfrentamiento al delito o a fenómenos como la inflación. Es decir, todo.

Pero de estos problemas, Díaz Canel eligió el relativo a la situación energética del combustible, para ofrecer un análisis en que su responsabilidad queda excluida. Reconoció que la falta de combustible ha tenido un impacto importante en la economía y en la población, pero sin que él tenga nada que hacer. Hizo otro tanto con las importaciones de alimentos, “porque han subido los precios de los fletes, han subido los precios de los alimentos, nos está costando más trabajo adquirir en tiempo los alimentos de la canasta, y tenemos una canasta montada sobre la base de la importación”. Todo ha subido, pero él no es responsable. Una forma de gobernar bastante impresentable.

Y claro, con planteamientos ajenos a la realidad, Díaz Canel sostuvo que “no hay derrotismo”, sino voluntad, compromiso, y “quienes tienen que exponer porque responden por determinadas actividades, responden por esos compromisos con mucha vergüenza; y han planteado que no han podido cumplir, pero también su decisión de hacer mucho por recuperar indicadores, por perfeccionar sistemas de trabajo para no renunciar a los indicadores que se habían propuesto”. Para Díaz Canel los indicadores es lo principal, con independencia de lo que se consiga de ellos. Y él, mientras tanto, como si nada ocurriera, pidiendo responsabilidades a los otros y justificando los incumplimientos, y así hasta septiembre cuando vuelva una nueva edición de la road movie.

Díaz Canel dijo que los análisis fueron muy críticos y autocríticos, que no hubo complacencia, ni informes edulcorados. Además, los problemas no son desconocidos, no se está ajeno al nivel de complejidades estructurales, de funcionamiento, objetivas y subjetivas que existen. En cada territorio, existen los análisis de los cuales han nacido las prioridades de trabajo.

Empeñado en avanzar en la descentralización territorial, Díaz Canel dijo que las reuniones han ofrecido “visiones desde los territorios, en torno a temas que debemos abordar de manera diferente, de manera más intensa, de una manera más proactiva”. Y en ese sentido, reafirmó su convicción de que se va a superar esta situación, “porque hay comprensión, porque hay compromiso, porque no hay derrotismo, porque hay deseos de hacer”.

Después insistió en que hay mucha insatisfacción, porque “no hemos logrado cambiar la situación, no se ha logrado cumplir un grupo importante de indicadores”, y señaló en clave críptica, que en lo subjetivo es donde hay potencialidades, “donde están las reservas que nosotros podemos mover y que nos pueden impulsar”. Distinguiendo unos territorios de otros, y aprovechando las capacidades distintas que presentan, Díaz Canel avanza hacia un territorio de cubanos de primera y segunda en función de la residencia que es una amenaza a la cohesión y la justicia social.

En realidad, Díaz Canel se ha encontrado con un escenario en que las experiencias positivas que han logrado superar la situación y cumplir con los compromisos y los indicadores son contadas, pero él insiste en lo mismo: “no solo cumplir con los indicadores, no solo seguir defendiendo los conceptos con que hemos estado trabajando, sino pensar en cómo multiplicamos, en el menor tiempo posible, esas buenas experiencias”. Una vez más los indicadores, como si los cubanos comieran indicadores o utilizaran indicadores para la electricidad. Es la confusión de medios y fines que caracteriza al pensamiento comunista.

Díaz Canel concluyó diciendo que cree en “la capacidad de enfrentar adversidad y de ir logrando resultados, de ir consolidando, porque así es como van a llegar entonces las victorias” pero mostró su preocupación sobre cómo continuar impulsando “los conceptos en los cuales se logra consenso, cómo las buenas ideas pueden convertirse en resultados, sobre todo con la convicción de que el país no está detenido, de que se están haciendo cosas”. Mucha visita a las provincias, pero realmente la tarea de gobierno por hacer.   

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