¿Sirve de algo la alianza entre el conocimiento y la empresa estatal socialista?

Elías Amor Bravo economista

A veces, muchas últimamente, lo que dicen Díaz Canel o Marrero va por un sitio, y lo que dice la sociedad civil cubana, va por otro. Es lo que ocurre cuando un régimen político, el que sea, se encuentra en su fase terminal, agotado por la acumulación de anomalías a las que no puede dar respuesta. Un buen ejemplo lo hemos visto durante una jornada sobre la investigación y la innovación en el sistema empresarial estatal celebrada en el palacio de la revolución, reseñada en Granma en un artículo titulado “Es estratégica la alianza entre el conocimiento y la empresa estatal socialista”. 

De un lado, Díaz Canel, Marrero, Ojeda o López Miera diciendo que “todo lo que fortalezca a la empresa estatal socialista –digamos, por ejemplo, el afán innovador– tiene hoy indudable valor”.  Y para justificar dicho aserto, los dirigentes comunistas echaron mano de la experiencia de los parques científico-tecnológicos y su vínculo con el sistema empresarial, así como la utilización de las fuentes renovables y el uso eficiente de la energía en ese sistema.

De otro lado, desde la dirección del parque científico y tecnológico de La Habana se expuso una visión alternativa, más próxima a la realidad. Básicamente, el parque es “un ecosistema de innovación para la ejecución de proyectos de investigación, desarrollo e innovación, y para la incubación de nuevas empresas de base tecnológica, proporcionando beneficios e incentivos que faciliten obtener resultados de impacto para el desarrollo económico y social del país”.

¿Alguien oyó algo de empresa estatal socialista? Los expertos sostienen, con razón, que “el Parque debe ser un espacio dinamizador –eso significa que todo lo que se ejecute en su ecosistema debe hacerse más ágilmente que en el resto de los escenarios de la economía y de la sociedad–; el criterio de sostenibilidad es importante; debe promover la relación entre la Universidad y la empresa, y el criterio de selectividad es vital para escoger aquellos proyectos cuyos impactos económicos y sociales sean relevantes”. Pero hasta ahí. 

Insisto, ¿Dónde están las empresas estatales que reivindica Díaz Canel? ¿Dónde se encuentran estos pozos de ineficiencia por culpa de la pésima gestión que realiza el régimen de las mismas? ¿Qué tiene que ver la innovación y el desarrollo con entes llamados a desaparecer?

Si, bueno, en algún momento alguien refirió los 36 proyectos en incubación del parque de La Habana, y los profesionales involucrados en ellos, casi 500; y se mencionaron proyectos como el de software del ventilador pulmonar de altas prestaciones desarrollado por la Empresa Combiomed Tecnología Médica Digital y el iniciado con la Empresa de Transporte Turístico Transtur S.A.; así como lo hecho de conjunto con la pequeña empresa emsi Farma (Equipos Inteligentes para la Industria), para soluciones de automatización para las industrias biotecnológica y farmacéutica. También se citó la máquina llenadora del Centro de Inmunoensayos, y una de las autoclaves de la planta de sueros y hemoderivados de la Empresa Laboratorios aica. Sin duda, proyectos de valor que tendrán su recompensa.

Y en este punto, se dijo algo que es cierto, los parques científicos de mayor éxito en el mundo han sido aquellos en los cuales se ha dado la unión entre Gobierno, empresa y universidad. Pero de ahí a que el primero, como señala Granma, tenga que desempeñar “un papel preponderante”, hay un gran trecho. De hecho, rara vez funcionan aquellos parques que están controlados por el sistema político. El ejemplo puede ser Silicon Valley, donde los avances científicos aplicados al ámbito empresarial han tenido lugar sin presencia del Gobierno. Mecenazgo o patrocinio privados son mucho más efectivos en estos casos.

Díaz Canel insistió en su mantra personal de que “nuestro sector empresarial tiene que ser innovador, y para que sea innovador tiene que tener, por una parte, una relación directa con el sector del conocimiento y, por otra, tiene que ser capaz de demandar investigación científica a partir de los problemas”. Un argumento que está muy bien para ser defendido ante aburridos doctores en un tribunal académico de tesis doctoral, pero que se encuentra completamente alejado de la realidad. El verdadero éxito de la innovación requiere la existencia de empresas, pequeñas, las startups, que siendo de titularidad privada, apuestan por un modelo escalable para adquirir dimensión en corto plazo de tiempo y ser rentables aprovechando dichas innovaciones. Nadie ha dicho nada de empresas estatales.

El discurso comunista del mandatario cubano se pasea de un lado a otro, deambulando entre los interfaces que tratan de llevar el conocimiento al sector empresarial, pero no contempla el móvil del beneficio, la competitividad, la oportunidad de ventaja frente a los rivales que están detrás del huracán de destrucción creadora (Schumpeter) que es la innovación. 

Para el comunista Díaz Canel, la innovación es un modelo de tesis doctoral que se debe apoyar en las empresas estatales, por cierto, un sector del que dijo que “era muy poco receptivo y, por lo tanto, las investigaciones quedaban engavetadas”. Eso no tiene que ver con la innovación, ni nada parecido.

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