Congreso comunista cubano contra las "ineficiencias" de la economía
Elías Amor Bravo, economista
Conforme se acerca la fecha del octavo congreso comunista,
parece evidente que la economía va a ocupar un papel central en el mismo. Según
Díaz Canel, y cito textualmente sus palabras, “la economía es el principal
desafío que enfrentamos” en un entorno que, para los comunistas cubanos, se
califica como “cada vez más complejo” como consecuencia, quién lo podría dudar,
del “recrudecimiento del bloqueo y los impactos de la COVID-19”.
Instalado en estos términos, se tiene la sensación,
hasta cierto punto decepcionante, que el guion ya está confeccionado de
antemano, y que lo que se va a presentar como conclusiones de supuestos debates,
no se saldrá ni un milímetro de estas coordenadas, fijadas de antemano por la
organización comunista.
El congreso se plantea, al parecer, contrarrestar lo
que denominan como una “matriz de opinión que se ha pretendido sembrar en el país”
según la cual el bloqueo es utilizado para encubrir "ineficiencias propias". Habrá
que advertir a Díaz-Canel que el agua y el aceite mezclan mal. Y que esas "ineficiencias" han estado siempre, porque obedecen a los principios sobre los
que se sustenta el modelo económico y social impuesto a la sociedad cubana por
un partido, el suyo, que nunca se ha medido en unas elecciones democráticas,
plurales y libres, para saber si realmente es el “partido del pueblo” y todas
esas ensoñaciones del castrismo desde hace 62 años.
Las "ineficiencias" si se encuentran en algún bloqueo,
no es otro que el interno, que es el que aplica, de forma sistemática, el
régimen comunista a los cubanos para impedir derechos de propiedad, libre
elección, ahorro e inversión y enriquecimiento por la vía del trabajo y del esfuerzo,
entre otros. Sin esos motores motivacionales de la prosperidad, una nación no
puede desarrollarse. Si se quiere trasladar un análisis efectivo de las "ineficiencias" del modelo, los comunistas cubanos descubrirán que en 2021 Cuba
esta más bloqueada que nunca a nivel interno, en tanto que a nivel internacional,
comercia, hace negocios, recibe inversiones y capitales de todos los países del
mundo.
Habrá que revisar todos los análisis que se hacen,
porque se han quedado obsoletos, y pensar que si se construye una “matriz de opinión”
entre los cubanos, no comunistas, es porque cuando el río suena agua lleva. Los
cubanos son conscientes de que su gobierno, partido único y régimen, no dan para
más, y que, al igual que chinos, vietnamitas o europeos del este, toca girar el
timón de la economía 180º y sentar las bases de una nueva y moderna economía
que vaya más allá de los parches de los lineamientos, las conceptualizaciones o
los ordenamientos mal ejecutados.
Por todo ello, ese “ensañamiento total” que los
dirigentes comunistas quieren exponer del bloqueo, acaba siendo una broma
macabra para mucha gente que empieza a estar harta de lo mismo de siempre: "una
economía maltrecha e incapaz", tal y como ha sido definida sorprendentemente por
Díaz Canel. Hasta el lenguaje cansa.
Si en el congreso se quiere realizar un análisis de cómo
superar las "ineficiencias", los problemas estructurales de la economía, es
necesario apostar por un paradigma alternativo que oriente a la economía cubana
por un camino nuevo y diferente. Y sobre todo, no perder tiempo por vías que no
llevan a ningún sitio, como la idea planteada de “modelar el municipio para que
pueda potenciar los sistemas productivos locales, a partir de su autonomía y de
contar con las estructuras adecuadas”.
Es cuestionable apostar por el municipio como origen y motor de actividad económica, dada la notable diversidad poblacional, económica, productiva,
geográfica que los caracteriza. Probablemente hay municipios que pueden impulsar
en su ámbito territorial iniciativas que mejoren la calidad de vida y bienestar
de sus habitantes, pero hay otros donde esto es imposible porque no poseen recursos adecuados para ello. La política de desarrollo local tiene
estos límites, por lo que desde hace muchos años, ha sido sustituida por actuaciones
comarcales o de ámbito territorial superior que buscan asociaciones de municipios
para desarrollar funciones compartidas que permitan ahorrar recursos y apoyar a
aquellos que carecen de medios para su propia autonomía.
Al final, agregando y asociando, se trata de lograr escalas óptimas que permitan producir a costes unitarios mínimos para mercados de grandes dimensiones, porque apostar por lo pequeño tiene poco sentido cuando hay graves carencias como en la economía cubana. La apuesta por lo pequeño es interesante cuando existe una oferta abundante genérica e indiferenciada que llega de sobra a todos.
En tal caso, lo pequeño resulta interesante para aprovechar el elemento de diferenciación o especialización (denominaciones de origen incluidas) que llega a determinados segmentos de interés. Es la lógica de la política comercial de mercado, inexistente en Cuba. Por ello, antes de embarcarse en ideas
como las que quieren plantear en el congreso comunista relacionadas con los municipios, alguien debería parar este despropósito, que no va a ningún sitio.
También se ha dado a conocer que los cuatro ejes que
se van a plantear en el congreso en materia de economía serán: la
implementación del ordenamiento monetario, el avance en la aplicación de los
Lineamientos, la planeación estratégica del país, unido a la búsqueda de
respuestas a los problemas desde la ciencia y la innovación.
Y aquí vienen algunas preguntas en abierto para que las responda quien quiera. ¿De verdad creen los comunistas cubanos que estos son
los asuntos que realmente importan a los cubanos con relación a su economía?
¿No sería mejor abordar cuestiones prácticas como reducir las largas colas, evitar que
una subida de salario se convierta en una pérdida de poder adquisitivo o que
las empresas accedan de forma masiva a una situación de grave insolvencia?¿No
sería mejor atender a las necesidades de mejorar la eficacia de las empresas
para evitar que necesiten subsidios para vender sus productos, aplicar fórmulas
eficientes de comercialización, incrementar la productividad agropecuaria y, en
general, de todos los sectores? ¿No sería mejor permitir empresas privadas y
estatales que operen en un marco jurídico común, sin diferencias ni tratos
desiguales, o rebajar la presión tributaria y no tributaria que ejerce el
estado sobre la economía e ir reduciendo su peso en la misma a niveles
sostenibles?
Se podrían ofrecer más de 100 temas para que los comunistas
hablaran todo lo que quisieran sobre cómo mejorar la economía del día a día de todos
los cubanos. Se tiene la sensación de que pican muy alto la bola y se les puede
ir fuera del campo. Si no bajan a la realidad, perderán una gran oportunidad. Si,
alguno dirá que esos temas generales sirven para encuadrar otros más concretos
e inmediatos, pero no estoy de acuerdo, porque las “ineficiencias” de la
economía cubana tienen su origen precisamente, en esa desmedida atención por
las cuestiones generales y el olvido de los asuntos pequeños, pero realmente
importantes para la población.
Un último consejo. No hace falta hacer llamados, “a
la heroicidad, a la resistencia, brindando luces”. Todo esto es contraproducente. Lo que hace falta es producir
con eficiencia y competitividad, liberar las cadenas políticas e ideológicas
que atenazan la economía y olvidarse del bloqueo externo, porque no existe. Hay
mucho que hacer para superar las trabas de la economía, tanto, que con total
seguridad, habrá que emprender un camino nuevo. Más pronto o más tarde. No hay
alternativa.
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