Fracaso de la Tarea Ordenamiento desde la perspectiva del sector exterior
Elías Amor Bravo, economista
La Tarea Ordenamiento fijó una devaluación del 2.300%
del peso cubano con respecto al dólar en el sector empresarial. De un cambio equivalente
de paridad, absolutamente irreal e imposible de sostener por más tiempo, a otro
de 24 CUP por un dólar, lo que cabría esperar sería un aumento intenso de las
exportaciones. Y por supuesto, una reducción de las importaciones. Dos meses y
medio después de la adopción de esta medida, y sin estadísticas oficiales que
permitan seguir y confirmar las tendencias, parece que lo segundo se ha confirmado
ante la ausencia de divisas en la economía, mientras que la capacidad
exportadora sigue inalterada.
Ni el sector empresarial estatal ni el privado han
sido capaces de orientar sus productos y servicios al exterior en estos meses. Para
los privados, ni siquiera el mecanismo establecido por el Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión
Extranjera, ha servido para estimular las ventas en el exterior. Cabría pensar
que este sistema, basado en la Resolución 315 del Ministerio de Comercio
Exterior y la Inversión Extranjera, y la Resolución 112 del Banco Central, que
ponía a disposición de los emprendedores privados con intención de exportar,
una serie de entidades especializadas, dependientes del estado, iba a tener algún
efecto positivo, con vistas a aprovechar el efecto benéfico de la devaluación
del peso.
Nada de esto ocurrió, y se tiene la impresión que las
37 entidades estatales autorizadas para realizar la intermediación comercial,
siguen contando las horas sin operaciones. Los comunistas cubanos deben llegar
a la conclusión de que una economía no se rige con decretos y resoluciones,
sino con la voluntad de los agentes privados.
Ni siquiera el estímulo para asignar las divisas
obtenidas en las operaciones de exportación a las entidades, contenido en otra
Resolución, la 114 del Ministerio de Economía y Planificación, permitiendo que
un 80% del ingreso en divisas obtenido en las exportaciones se quede para el
exportador, en tanto que el 20% restante tendría que ser entregado en moneda
nacional, ha ayudado a fomentar el comercio exterior cubano.
En suma, las denominadas reformas de Malmierca para
promover las exportaciones del sector privado, las cooperativas y trabajadores
por cuenta propia, a los pequeños agricultores que no son cooperativistas o
usufructuarios de tierras estatales, artesanos, creativos, no han funcionado a
pesar de la devaluación, los agentes privados no han sido capaces de sacar
provecho de cambios que, de antemano, se cuestionaron por su efectividad.
¿Por qué la devaluación no ha servido para exportar
más?
En primer lugar, porque el sistema ideado por el
régimen para las exportaciones es ineficiente, único a nivel mundial y no está
diseñado de forma adecuada. En general, las empresas, pequeñas medianas y
grandes, que se plantean las relaciones comerciales exteriores, las quieren llevar
a cabo por su propia iniciativa o mediante acciones coordinadas con otras
empresas, para iniciar los contactos, construir los canales y fijar las
condiciones económicas de las operaciones. Por otra parte, los compradores internacionales
no gustan de intermediarios porque asumen y con razón, que los costes son más
elevados. Quieren hacer negocios directamente con los productores. Además, la
participación del estado en estas actividades de comercio exterior suele ser
marginal y mucho menos, se fijan honorarios por la intermediación. Al tratarse
de un servicio público, no debería tener precio o tasa alguna. Es un
desincentivo para muchas empresas tener que contar con estos “intermediarios”
estatales.
En tal caso el papel del estado se debe dedicar a establecer
las condiciones favorables para que se desarrollen las relaciones comerciales.
La presencia estatal como “intermediario, comisionista” del comercio exterior,
lejos de ser vista como algo positivo, aparece como un ejercicio de control
ajeno a los principios de las empresas. Si se quiere apostar por ayudar a las
empresas cubanas en el comercio mundial hay que prestar atención a las cadenas
de valor las encargadas de gestionar de forma eficiente y competitiva las
relaciones inter empresas, sus encadenamientos y vinculación.
Un buen ejemplo del mal diseño y funcionamiento de
este sistema es su bajo nivel de utilización. Los últimos datos oficiales
ofrecidos por el gobierno situaban en poco más de 4.000 emprendedores privados
los que se habían interesado por el mismo (de alrededor de 600.000). Se
firmaron 800 contratos el 91% de importación) por importe de 22 millones de
dólares, lo que indica que se ha gestionado menos del 0,5% del total. El coste
de los servicios implicados en esta tarea es claramente superior al beneficio
obtenido.
En segundo lugar, no se exporta más por motivos
específicos de las empresas. Falta de competitividad, escasa orientación al
exterior, oferta orientada al mercado interno donde existe escasez y gran
demanda, bajos niveles de utilización de la capacidad productiva, problemas de
definición de la calidad y del suministro continuo. Si no se dispone de
recursos, es difícil colocar las producciones en el exterior. Por ejemplo, el “mapa de las
exportaciones” elaborado por el Ministerio para localizar las producciones para
las exportaciones y las empresas, parece que no ha prestado suficiente atención
a estas cuestiones. La última idea que se ha lanzado son polos productivos, identificados
como conglomerados que agrupan a empresas, campesinos independientes,
cooperativas, que tienen como objetivo exportar sus producciones y que deben
estar previamente certificados. En Cuba se han identificado 15 polos, pero las
exportaciones desde los mismos no parecen haber sido significativas.
En tercer lugar, la contradicción de medidas de
política económica frena en seco la exportación. La Tarea Ordenamiento
incorpora la referida devaluación del peso, que debería servir para estimular
la exportación, pero no lo ha hecho. La razón es que se ha perdido el efecto
competitividad como consecuencia de la decisión, simultánea, de incrementar los
salarios, otra de las medidas de la Tarea Ordenamiento. Los países devalúan sus
monedas para equilibrar su posición exterior, en momentos en que escasean las
divisas, pero no se incrementan los salarios hasta que las economías remontan y
empiezan a crecer. La subida de salarios y el aumento de los precios de
importación, que han sido de efectos inmediatos, han agotado los efectos de la
devaluación.
En cuarto, el fracaso de las políticas del régimen para
promover las exportaciones, tanto de la denominada Estrategia económica y
social, como de los Lineamientos y del Plan de Desarrollo hasta 2030 tiene su
explicación en la apuesta que se hace en todos estos documentos por las
exportaciones de servicios y no de bienes o mercancías. Se establece que, dada
la especialización productiva de la economía, hay que promover las
exportaciones de servicios de alta tecnología.
Parece que no se tenga una idea clara de qué llevar
al exterior porque la economía cubana tiene aún que recorrer un largo camino para
situarse en esas “exportaciones tecnológicas”. Las autoridades apuestan por las
potencialidades para la producción de “tecnologías de punta” en la Zona
Especial de Desarrollo Mariel y en el Parque Científico Tecnológico de La
Habana (ubicado en la Universidad de las Ciencias Informáticas) pero esto
tampoco parece que esté dando resultados.
En realidad, si las exportaciones cubanas al exterior
no funcionan es por culpa del bloqueo interno en las medidas del régimen para
la exportación de las empresas estatales y los emprendedores privados. Si se
liberaliza plenamente el mecanismo actual y se superan todas las trabas, vender
al exterior podría empezar a funcionar. Pero para ello hay que flexibilizar la
oferta y facilitar que los productores de todos los sectores puedan aumentar su
producción sin los límites y obstáculos actuales. Con el modelo social
comunista, es imposible.
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