Murillo: de perdidos al río

Elías Amor Bravo, economista 

Murillo ha vuelto al primer plano de actualidad para hablar de lo que él considera que son efectos positivos de la unificación cambiaria. Insiste en los mismos argumentos, y claro, es su opinión, y por supuesto, respetable, pero si hubiera leído alguno de los cerca de 2.000 comentarios de la encuesta de Cubadebate, debería mantenerse en silencio con relación a los asuntos económicos y la Tarea Ordenamiento. Más o menos lo mismo que hace su jefe de filas, mucho más preocupado por quemarse con el estado y evolución de la economía. Se tiene la sensación que a Murillo lo han dejado solo, y que él no tiene otro remedio que defenderse atacando. Ya se verá si tiene éxito.

Los cubanos saben que Murillo no dice la verdad cuando afirma que la unificación monetaria y cambiaria es una medida fundamental para incentivar el desarrollo del sector productivo y empresarial del país. Raúl Castro nunca imagino que aquello de lo que se empezó a hablar en los llamados “lineamientos” podría acabar así. De hecho la unificación monetaria y cambiaria podría haber sido algo bueno para la economía, pero se tendría que haber hecho bien.

Quizás por ello, muchos están convencidos que antes, con las dos monedas, se vivía mejor, dentro de la precaria escasez que caracteriza a la economía cubana. Incluso hasta las empresas que han visto como sus balances se hacen insolventes de un día para otro, echan de menos los tiempos de la paridad ficticia, dólar, peso cubano y peso convertible.

Tampoco es cierto que en estos dos meses la unificación cambiaria haya servido para poner de manifiesto las innumerables distorsiones que existían en la economía nacional, que antes no se notaban y ahora, con el ordenamiento, se identifican como problemas y se crean condiciones para resolverlos. Murillo tampoco dice la verdad en este asunto.

Los problemas que estaban, han continuado, incluso peor, y la economía y sociedad cubana acostumbrada a convivir con ellos se ha visto conmocionada al comprobar que se podían eliminar, y que las cosas podrían ir a peor. Murillo debería hablar claro, identificar qué presiones internacionales están detrás de la Tarea Ordenamiento, si es que las hay, y sobre todo, porque se anteponen las decisiones del partido comunista a las necesidades de la población. Con enunciados de este tipo aseguraría mucho más su futuro político que con lo que está haciendo.

También es sorpresa que toda esta información proporcionada por Murillo haya salido de su cuenta en Twitter y luego después, la prensa oficial se encarga de continuar la difusión. El orden de factores, en este caso, sí que puede estar alterando el resultado, porque nadie duda que se trata de una acción de Murillo dirigida a sus colegas del Buró Político comunista que, después de la publicación de la encuesta de Cubadebate, es posible que lo estén dando por amortizado. Lo normal para un ministro con el poder que ha tenido Murillo no es andar enredando con las redes sociales, sino convocar una rueda de prensa o cualquier otro acto de tipo formal, que de buen seguro, lograría quorum de delegados de prensa internacional.

Pero de nuevo, volviendo al núcleo de la información, la unificación monetaria y cambiaria de la Tarea Ordenamiento, se podría haber implementado sin necesidad de enfangar los aspectos relativos a subsidios y gratuidades, salarios y pensiones o fijación de precios. El que abarca mucho, poco aprieta, y la apuesta por el centrifugado de tantos elementos en lo que debería hacer sido un proceso simple de  canje de moneda, ha llevado a Murillo a una situación crítica porque todos le culpan a él del fracaso. Liberarlo de sus funciones, puede ser un regalo, pensando en lo que puede venir a continuación.

Si se hubiera limitado a facilitar la salida de circulación del Peso Cubano Convertible (CUC), con su correspondiente plazo de seis meses de recogida, y el establecimiento de un único tipo de cambio de 1 dólar x 24 pesos cubanos (CUP), habría tenido mucho más éxito en reordenar la economía, y los resultados serían mucho mejores (por lo pronto, la inflación no tendría por qué haberse disparado de este modo). Actuando con prudencia y rigor, habría sido más alcanzable el objetivo de incentivar el desarrollo del sector productivo y empresarial del país, sin necesidad de llevar a muchas empresas a una situación de insolvencia.

Por el contrario, el sistema empresarial estatal y la mayoría de emprendedores privados, se han visto sacudidos por las decisiones del régimen con la Tarea Ordenamiento, dificultando la traslación de los costes de producción a los precios y con ello, limitando más aún la oferta  productiva.  La opinión general de las empresas es que ahora están en una situación mucho peor que antes, y la sensación de sálvese quien pueda, se ha extendido como la pólvora por la debilitada economía cubana. La mayoría de la gente también cree que ahora está mucho peor que a finales de 2020.

Murillo se felicita del ritmo de recogida de CUC que estaba en manos de la población, porque el proceso marcha a un ritmo superior a lo previsto; hasta la fecha se ha recogido el 57% del total. Como no va a ir rápido, si la gente lo único que quiere es deshacerse del CUC por cuanto ya no vale de nada. Otro mérito convertido en chapuza por un pésimo diseño del proceso de devaluación que ha acabado arrastrando al CUP a las debilidades que tenía el CUC y que ahora son visibles.

Y para colmo, Murillo dice que un importante logro de la Tarea Ordenamiento ha sido el incremento de la búsqueda de empleo y el hecho de que la mayoría lo encuentre donde se generen riquezas, citando que un 72% se ha empleado en el sistema empresarial. Ya hemos tenido ocasión de opinar sobre esta cuestión. Que la gente tenga que buscar un empleo, como sea, dice poco de una situación económica favorable, ya que indica que la situación económica está difícil y todos los miembros de la familia tienen que arrimar el hombro y aportar un salario. 

Esto es cualquier cosa, menos positivo. Sobre todo, si la mitad vuelve a sus casas sin un empleo, porque las direcciones provinciales no han sido capaces de facilitar la tarea de búsqueda. En contra de Murillo, este aumento de la población activa, que choca con las tendencias de los últimos años, no tiene nada de favorable, y buena prueba de ello es que menos del 35% de los que encuentran empleo lo hacen en las empresas, porque ese 72% se tiene que calcular sobre el 50% que consigue un puesto, que es la mitad de los que acuden a las direcciones provinciales.

Así que no tan deprisa. El único resultado del mercado laboral que cita Murillo deja mucho que desear. Los salarios más altos, además, ya se están corriendo por la inflación y pronto dejarán de tener atractivo. Por cuanto tiempo se podrán mantener las plantillas de las empresas estatales abultadas, eso no lo sabe Murillo. Tal vez porque él, no piensa estar cuando eso ocurra. De perdidos al río.

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