¿Puede ser Correos de Cuba un gran grupo logístico?
Elías Amor Bravo economista
Una nota en Cubadebate ha hecho referencia a la apuesta
del gobierno comunista por hacer de Correos de Cuba “un importante operador
logístico y de comercio electrónico”. Parece que están comprometidos con este
objetivo, que lidera, como no podría ser de otro modo, la ministra de
Comunicaciones, Mayra Arevich.
Para muchos cubanos, la historia de Correos de Cuba, como
la de otros monopolios al servicio del régimen comunista, recuerda cartas abiertas,
textos tachados para que no se pudieran leer los mensajes, interrupciones del
servicio para los identificados como “gusanos”, paquetes abiertos y con los
envíos extraviados o sustraídos, ineficiencia general, mala calidad del servicio
con plazos eternos y numerosos datos negativos que deterioran la imagen de la
organización. Por suerte, estas prácticas, propias de los tiempos “revolucionarios”
han ido desapareciendo lentamente. No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que
lo resista.
Pero volviendo a la actualidad, a los dirigentes
comunistas, empeñados en sacar divisas de cualquier cosa que se mueva, les
llaman la atención las cifras de incremento de la actividad de mensajería en
Cuba. Nada más y nada menos que desde 2015 la actividad de Correos de Cuba pasó
de 435.771 envíos a 1.018.936 paquetes a finales de 2020. Es difícil encontrar
otros sectores de la economía cubana que hayan registrado en una evolución similar.
Además, como apunta Cubadebate, en lo que llevamos de
2021 se alcanzaron 1.051.936 envíos procesados, al tiempo que se redujeron los
plazos de entrega a 90 días en el primer trimestre. Además, en la mayoría de casos,
se trata de artículos de primera necesidad y alta demanda de la población, en
un contexto nacional sumamente complejo, en el que escasean los bienes más
necesarios y los cubanos siguen teniendo dificultades para comer todos los días.
No es extraño que el régimen haya dirigido el periscopio hacia este incremento
de actividad, teniendo en cuenta la procedencia del exterior de un porcentaje
muy destacado de la misma.
El Grupo Empresarial Correos de Cuba es un monopolio
del estado, que ejerce su actividad con un predominio absoluto sobre cualquier otro
tipo de organización o entidad. El sector, ciertamente importante en todos los
países del mundo, en términos de empleo y riqueza, en Cuba está absolutamente
controlado e intervenido por el estado, y el sector privado tiene una
participación reducida. Desde esta perspectiva, el objetivo del gobierno
comunista no arranca de las bases más adecuadas para experimentar esa
transformación que pretenden lograr. Casi siempre, los monopolios afrontan la
realidad desde una perspectiva racional para el monopolio que no es otra que
decir a si mismos, “si tenemos todo el poder en este sector, ¿por qué cambiar?”
Difícil lo va a tener la ministra del ramo para convencer a los trabajadores de
Correos de Cuba de este proceso de cambio. Lo más probable es que le hagan poco
caso.
En realidad, lo que ocurre es que en todos los países
del mundo, el sector logístico y de transportes, que incluye la mensajería,
pertenece al sector privado. Los antiguos “Correos” han sido privatizados en la
mayor parte de las economías, estableciendo acuerdos con cadenas de valor
internacional que mejoran notablemente la eficacia de las viejas empresas.
Conforme las economías incrementan su actividad y con ello los intercambios, el
sector ha tenido que ir adaptándose para afrontar ese incremento de actividad
que no se puede atender con métodos y procedimientos tradicionales.
La digitalización, por ejemplo, permite a cualquier
persona que envía un paquete a otro país, realizar un seguimiento desde su celular,
día a día, de dónde se encuentra. E incluso, hay mensajerías que pagan
indemnizaciones a los clientes cuando pasan más de unos días de los
establecidos en la entrega. Es un sector innovador, que está al servicio del
cliente, y que no responde a consignas políticas e ideológicas. La experiencia confirma,
además, que los trabajadores de este sector en todos los países, ya no realizan
las antiguas jornadas infinitas de trabajo ineficiente, sino que han visto
recortada su dedicación e incluso, avances muy significativos en el
teletrabajo, sobre todo desde que comenzó la pandemia del COVID-19.
Digamos que en este tema, como en otros muchos, los
comunistas cubanos llegan tarde y mal. Tarde
porque ya no existen países en el mundo que apuesten por un Correos estatal,
monopólico y único en la prestación de los servicios. Mal porque el trabajo eficiente
y productivo no se reduce con arengas o discursos, sino con actuaciones en digitalización
que sirven para acelerar al máximo posible el proceso y tratamiento de las mercancías,
(su forma manual), de los envíos postales, de paquetería y mensajería,
aumentando la eficiencia y calidad de los servicios.
En ese sentido, Correos y Aduana se contemplan por
los dirigentes como dos baluartes para obtener ingresos por divisas y mantener
controlada la economía como exige el modelo social comunista que rige el país.
Se trata de identificar lo que llega al país, de dónde procede, en qué consiste
y establecer impuestos, tasas y otras cargas, además de los precios del
servicio, sobre los productos y mensajes enviados. Otro instrumento más que la
diáspora pondrá al servicio del régimen, como ocurre con las remesas.
A Correos le interesa mejorar la calidad del servicio
que presta, sobre todo reducir las demoras que sufren los cubanos sobre todo
cuando esperan del exterior los artículos más habituales. Y sobre todo, poner
fin a numerosas irregularidades que históricamente han existido en el servicio,
como cartas abiertas, textos tachados, paquetes abiertos y con la mercancía
extraviada, etc etc. Por suerte esa
historia queda atrás, pero en la memoria de los cubanos, Correos,
Aduanas, bancos estatales configuran un universo que directamente controlado
por la seguridad del estado, cierran los espacios para la libertad económica y
la recepción habitual de los servicios.
De aquí, el consejo o recomendación a dar a Correos.
Antes de lanzarse a modernizar nada y a crear macro grupos estatales para captar
divisas, que se dediquen a limpiar la historia y a eliminar buena parte de las
dependencias, dificultades y limitaciones que ejerce el gobierno sobre sus entidades
que se detengan un instante y piensen en que es lo realmente importante.
Privatizar Correos de Cuba podría ser una decisión magnífica para dejar atrás
la amarga experiencia del pasado, y el paso siguiente, es ubicar a Correos en
alguna de las principales cadenas de valor logístico que funcionan a nivel
mundial. Para completar la operación, habría que potenciar el trabajo por
cuenta propia en el sector de la mensajería local, quedando el último tramo de
los envíos a cargo del sector privado. Con
este diseño, los envíos procedentes, de Estados Unidos, de España, Estados
Unidos, Panamá, Ecuador y otras naciones de la región podrían mejorar notablemente,
sin necesidad de asumir más gasto estatal y déficit, que es su correlato. El
régimen tiene que asumir que más estado
en este sector es una anormalidad histórica, y que tiene una oportunidad para
desarrollar operadores postales de los países de origen y los de paquetería
Courier, mediante contratos que fomenten la cooperación público y privada con
Correos de Cuba.
Por eso, en vez de ponerse a invertir cuantías
descabezadas en Correos, como hacen con la construcción de habitaciones de
hoteles, los dirigentes comunistas tienen que levantar el periscopio y mirar
más lejos, tanto que les gusta hablar de 2030. Ese año, según todos los
informes de prospectiva, la logística será una actividad global, digital e
interconectada. Mantener a Cuba alejada de las grandes tendencias del entono y
aislada por motivos políticos y recaudatorios, es inadmisible, y los que
pagarán esa decisión serán los cubanos, dominados en su vida por una colección
de monopolios estatales, ineficientes, poco operativos (ya se está viendo el
marco de colaboración con ETECSA una empresa que debería estar orientada a
atender las demandas de los clientes y no del gobierno) y que se nutren de las
rentas procedentes del exterior.
Y a la ministra insistir que nada funciona mejor en
una economía como consecuencia de la intervención del estado. Que el papel de
su Ministerio es crear un marco adecuado para el ejercicio de la actividad de manera
eficiente, con estándares de calidad internacionales y al servicio de los
clientes.
No es el Ministerio el que debe asumir la
transformación de Correos de Cuba en un Grupo Empresarial con funciones de operador
logístico y de comercio electrónico a nivel nacional. Eso lo hará mucho mejor
un operador privado, bien instalado en las cadenas de valor internacional, y
que se vincule después, de forma libre, con trabajadores por cuenta propia que
atiendan el servicio a nivel local, no solo a las personas en general, sino al
sector empresarial, que puede ser el que incremente de forma sostenida los
niveles de actividad del sector.
Solo será posible alcanzar la fortaleza del nuevo
modelo de logística y distribución si los cubanos observan que es útil, que atiende
sus necesidades y permite el desarrollo de la actividad económica privada. Cualquier
otra cosa suena a ensoñación comunista, y ya no hay tiempo para ello.
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