Las consecuencias sobre la economía del crédito al consumo

Elías Amor Bravo economista

En una economía en caída libre, como la cubana, con la inflación alcanzando niveles máximos y erosionando el poder adquisitivo de las rentas salariales y pensiones, lanzarse a un ciclo de crédito al consumo es un grave error. Y esto es lo que han puesto en marcha los dirigentes comunistas, con la autorización al Banco de Crédito y Comercio, desde el pasado 4 de noviembre, para otorgar créditos para comprar bienes del hogar. De ello, se hace eco Granma en una breve nota.

El periódico comunista denomina a estos créditos al consumo, “novedosa modalidad”, mostrando así el notable atraso que tiene el sistema bancario en Cuba, poco dado a este tipo de operaciones como consecuencia de las trabas impuestas por el modelo social económico comunista, enemigo de este tipo de prácticas. Ahora parece que no, y si se cree lo que dice Granma, la medida ha sido acogida favorablemente por la población, a pesar de la burocracia, documentación y numerosos trámites que se exigen en las operaciones de crédito.  Habría que pensar qué tensiones se pueden crear en la economía si la demanda de financiación supera la oferta. ¿Están acaso midiendo decisiones sobre los tipos de interés nominales? Lo dudo.

La novedosa modalidad consiste en algo tan habitual en el mundo como que el Banco de Crédito y Comercio concede los préstamos al consumo a las personas naturales y los nuevos actores económicos como las Cooperativas No Agropecuarias (CNA) y las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes). No se citan de forma expresa los trabajadores por cuenta propia, que vuelven a quedar al margen de las políticas del régimen, sin duda para propiciar y estimular su conversión en mipymes o CNA. Y los créditos deben ser superiores a 5.000 CUP, destinados en exclusiva a comprar bienes del hogar y efectos personales. No existe libertad de elección. Se trata de créditos finalistas que se toman o se dejan. Además, hay que tener en cuenta que esta cuantía es más del doble del salario mínimo, y tres veces la pensión más elevada del sistema.

La finalidad de los préstamos es la adquisición de muebles, equipos electrodomésticos, ropa y otros artículos a la venta en comercios minoristas estatales y no estales, y en este caso sí que se incluyen los negocios particulares de trabajadores por cuenta propia u otras formas de gestión. No caben otras opciones. El gobierno quiere dirigir la demanda de crédito de los ciudadanos de forma integral.

Concedido el préstamo, el importe se deposita en una tarjeta de débito Red, que puede ser de las asociadas a cuentas de ahorro o las utilizadas para el cobro de salario o jubilación. Cuando el cliente debe realizar el pago del dinero en los comercios se podrá utilizar los canales de pagos electrónicos existentes: Terminales de Puntos de Ventas (o POS) y los pagos en línea mediante las plataformas Transfermóvil y EnZona. Si no se cuenta con la tecnología para ello, se utilizarán los cheques de gerencia como medios de pago. Se exige en tal situación presentar en la sucursal la prefactura de la compra.

Y aquí viene lo mejor. Quienes deseen acogerse a estos préstamos deben acudir al banco para recibir asesoría sobre la documentación y los trámites a realizar para obtener el crédito, una opción que estará disponible para los mayores de 18 años, con ingresos lícitos y estables, ya sean trabajadores del sector estatal, agricultores, jubilados, personal en ejercicio por cuenta propia o nuevos actores económicos. Esta visita previa al banco tiene poco que ver con esa “novedosa modalidad” de la que habla el diario oficial comunista al referirse a estos préstamos.

Sucede que, en cualquier país del mundo, cuando alguien visita a un establecimiento comercial y quiere comprar bienes del hogar (electrodomésticos) y efectos personales (Tablet o un ordenador personal) descubre que, al elegir el producto y realizar la compra y proceder al pago, el mismo empleado del establecimiento le ofrece una serie de opciones, que van desde la compra al contado a la financiación, vía préstamo, de la operación. A nadie, en España o Italia, o República Dominicana, se le ocurre ir primero a su banco para solicitar un préstamo con el que, después, ir a comprar los artículos que necesita en una tienda o establecimiento comercial. El negocio se encarga de todo.

¿Por qué el régimen comunista cubano no quiere que los negocios ejecuten las operaciones de crédito y exige al cubano que vaya a los bancos a abrir la operación? La respuesta es simple. Primero, porque el objetivo no es estimular la venta a crédito y con ello facilitar el acceso de la población a determinados bienes por medio de la financiación, sino continuar “bancarizando” la economía, y obligar a los ciudadanos a dejar de realizar operaciones y transacciones en efectivo, que es el método más generalizado que existe en el país, y que seguirá existiendo. Lo más fácil sería hacer lo mismo que en el resto del mundo y permitir al consumidor formalizar la operación de crédito en el establecimiento.

La siguiente razón es la escasa preparación tecnológica del comercio cubano para este tipo de operaciones más propias del modelo económico de libre empresa y economía de mercado, en el que la libertad de elección es el principio que rige el comportamiento de los actores económicos.

Por otra parte, activar un ciclo de financiación a crédito en momentos convulsos como el actual, en que la economía cubana se encuentra colapsada por la notable acumulación de desequilibrios, es una decisión irresponsable, que puede resultar muy perjudicial para el objetivo de lucha contra la inflación. Habría que haber estimado si el efecto contractivo sobre la liquidez en manos del público es superior o inferior al aumento del gasto que puede tener lugar como consecuencia de los créditos. En una situación en que el poder adquisitivo se reduce por la inflación, puede ser un riesgo que las familias se endeuden para comprar determinados artículos que necesitan, y ello puede acarrear posteriormente un escenario de impagos que, en absoluto, sería beneficioso para la actividad económica.

De imprudencia en imprudencia, los dirigentes comunistas cubanos no saben qué hacer para salir del círculo vicioso de la economía y mueven fichas en el tablero sin ton ni son. Se tiene la impresión que este tipo de medidas “populistas” buscan reducir los elevados niveles de malestar social que sufre una población dispuesta a estallar el 15N. 

Por suerte, objetivamente, no hay que esperar mucha actividad de esta autorización al Bandec para dar préstamos a los ciudadanos. Un solo banco y con tantas condiciones para la tramitación, aseguran que el impacto real de esta medida será muy limitado y apenas servirá a Granma para escribir notas demagógicas que para cualquier otra cosa. La cuestión es no engañar a nadie y adoptar las medidas que realmente se necesitan para evitar el hundimiento de la economía.


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