¿Pueden funcionar los microcréditos en Cuba?
Elías Amor Bravo economista
No. No lo harán. No conviene formarse expectativas del anuncio realizado en Granma, según el cuál, el régimen comunista cubano ha autorizado a la Financiera de Microcréditos S.A., la concesión de microcréditos para, según dicen “atender las necesidades de los actores privados de lograr su inserción en el escenario económico del país”.
En estos términos se pronunció la directora de la entidad, Ayamis Losada, al presentar la nueva empresa que nace a partir de la transformación de la licencia de FIMELSA, una entidad no bancaria dedicada hasta ahora a la intermediación financiera dentro del territorio nacional.
La creación de una nueva institución financiera por parte del estado para conceder microcréditos a las mipymes y los trabajadores por cuenta propia y cooperativas, merece ser estudiada con detalle porque presenta algunos aspectos de interés y desde luego, rompe con la esencia de los microcreditos, tal y como fue concebida esta figura por su creador, Muhammad Yunus, a la sazón fundador de Grameen Bank en 1976, considerado el padre de los microcréditos. El tampoco estaría de acuerdo con el modelo ensayado por las autoridades comunistas. Veamos por qué.
La apuesta del régimen comunista cubano por los microcréditos sorprende.
Los microcréditos son préstamos muy pequeños a prestatarios pobres que suelen carecer de un colateral, un empleo fijo con ingresos regulares, o un historial de crédito verificable. ¿Es esta, tal vez, esta la naturaleza de los actores privados cubanos? No parece que sea así, y a priori parece que el régimen pretende canalizar esta financiación hacia determinados colectivos concretos. Beneficiar a unos respecto a otros, allí donde la arbitrariedad política es la norma, no parece lo más adecuado para fomentar los microcréditos.
Estos se integran en el ámbito de la gestión de las microfinanzas. En esta actividad se trabaja principalmente para emprendedores pequeños en países en desarrollo, a los que la mayoría de los bancos tradicionales califican como de riesgo crediticio demasiado grande debido a la ausencia de garantías para acceder al crédito normal. La gestión de microcréditos forma parte de la gestión bancaria, no hay una ruptura entre ambas. De hecho, se persigue que una correcta gestión del dinero sirva para que los pequeños productores crezcan. Una vez más hay que preguntarse ¿es así como el régimen contempla a los actores económicos privados?
Además, el microcrédito tiene como objetivo permitir a los emprendedores la oportunidad de invertir en medios de producción para mejorar su capacidad productiva, obtener ingresos y con ello, mejorar situación financiera y perspectivas de futuro. Eso los convierte, si asumen el pago de la deuda, en propietarios de activos, lo que les permite contraer nuevos préstamos con avales que estimulan su crecimiento. En Cuba, la constitución de 2019 declara que los medios de producción son propiedad colectiva del pueblo, ¿Cómo podrán acceder a la propiedad de los activos los emprendedores que se han endeudado y en qué condiciones? No está clara esta cuestión.
En concreto, el artículo 19 de la constitución establece que la propiedad de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción es la forma de propiedad principal, lo que significa que el sistema económico se rige por la voluntad arbitraria del régimen. Si ello es así, entonces los microcréditos no sirven para ayudar a financiar el desarrollo, por cuanto es imposible apropiarse de los derechos de propiedad privada sobre los medios de producción obtenidos con la financiación. Mientras que estas trabas sigan sin ser resueltas, no cabe esperar una normalización de la economía cubana. Además, el microcrédito se suele gestionar como una iniciativa sin ánimo de lucro, pero se tiene la sensación de que, en el caso cubano, Financiera de Microcréditos SA, una empresa privada, ha sido creada con el objetivo mercantil de ganar dinero con esta actividad, y, además, hacerlo en pesos cubanos y MLC.
Sorprenden otros aspectos, como por ejemplo, la premura con que la entidad va a empezar a prestar sus servicios, el 15 de diciembre y que, además, lo haga con alcance nacional, siendo llamativo que se permita conceder microcréditos en pesos cubanos (CUP) y en MLC. Al margen de los elementos que dificultan el logro de creación de patrimonio y riqueza, otro problema es que, con esta actuación, el régimen va a continuar apostando por una dualidad monetaria artificial que solo beneficia a la recaudación con destino a las arcas del estado. La dualidad crediticia, con sus problemas que no tardarán en aflorar.
La irrupción de los microcréditos debería suponer un complemento a la financiera actual, que tan solo concede créditos a los trabajadores por cuenta propia, cooperativas y mipymes que hayan demostrado capacidad para la exportación, y solo para realizar compras mayoristas dentro del país, así como para pagos a entidades autorizadas a vender en el territorio nacional en estas monedas. Además, en MLC, se financian las producciones y servicios que tienen contratada su realización en exportaciones, en ventas a las cadenas de tiendas en MLC y a la Zona Especial de Desarrollo Mariel.
En esencia, se pretende con estos microcréditos en MLC que el dinero regrese en la misma cantidad y moneda en que entregó al estado a sus entidades, y para ello, la financiación concedida se abona íntegramente en la cuenta del proveedor de los servicios o productos.
En principio, los microcréditos no van a tener un importe máximo, y el mínimo podría ser 100.000 CUP o, en su caso, 500 USD. Para la entrega del dinero, no hay distinción, si se destina a capital de trabajo o inversión, y solo se procede a evaluar las características del proyecto, en tanto que se espera que el préstamo se devuelva lo antes posible: para MLC el plazo máximo, en un principio, será de 120 días, y en caso del CUP se negociará.
En ese sentido, no deja de ser curioso que el importe de los microcréditos y los plazos para su devolución dependen del nivel de financiación lograda en moneda extranjera, teniendo en cuenta que las empresas financieras obtienen el dinero a partir de gestiones comerciales con bancos. Desde esta perspectiva, parece evidente que el objetivo no es acompañar a los actores económicos que reúnan las condiciones establecidas, para que se dinamicen, el dinero aumente y se puedan incorporar otros emprendedores que requieran entrar al mercado, sino obtener más ingresos para el estado.
De modo que nos encontramos con una figura crediticia dirigida a los trabajadores por cuenta propia, que lo podrán hacer en las dos monedas, si bien teniendo en cuenta que en MLC se deberán cumplir al menos una de las tres condiciones siguientes: que se realicen ventas a las cadenas de tiendas en MLC, que se haga comercialización en la Zona Especial de Desarrollo Mariel, o que se realicen exportaciones.
El importe máximo se define en función de la naturaleza de los proyectos que se pretende financiar, pero los microcréditos se caracterizan por ser de importes más bien pequeños con retornos rápidos. En principio, no podrán destinarse a la compra en la red de tiendas en MLC. Y si se trata de un negocio nuevo, se puede pedir crédito en MLC para iniciar la actividad siempre que guarde relación con el proyecto que presente y las potencialidades que se puedan ver en el negocio que se inicia.
El pago del crédito se deberá realizar en la misma moneda que se solicitó, MLC o CUP. El plazo disponible y los intereses para devolver el microcrédito dependerán del tipo de moneda en que se formalice y de lo que pacten las partes, sin limitaciones en la normativa. El tipo de interés que cobra el banco por estos microcréditos vuelve a depender de la moneda en la que se solicita la financiación, en el caso del MLC se cobra un interés de hasta un 6,5% anual, mientras que para el CUP se tienen en cuentas las tasas más bajas establecidas por el BCC, según los plazos pactados.
Además de las tasas de interés, se cobran comisiones de hasta un 0,75% en el caso del financiamiento en MLC y hasta un 1% en el caso del CUP. Todas las obligaciones con la entidad financiera, ya sea comisiones o cualquier otro tipo, se pagan en la misma moneda en la que se recibió la financiación. Los microcréditos tendrán garantías, que pueden ser la cesión de ingresos, la pignoración de las cuentas y las notas de débitos. Algo que no se corresponde con la práctica habitual de estos instrumentos. En ese sentido, se siguen sin reconocer los derechos de propiedad (medios de producción) como garantías que se establecerán en la moneda correspondiente.
La gestión de los microcréditos en el régimen castrista tiene muy poco que ver con la naturaleza de este modelo en otros países. Sin garantías de construir patrimonio propio y respeto a los derechos de propiedad, el modelo social comunista lastra cualquier posibilidad de desarrollo económico por los actores privados, de modo que el sistema sigue dependiendo de empresas estatales moribundas y un sector presupuestado que lo invade todo. Ese es el problema principal de la economía cubana, que ni siquiera con microcréditos va a permitir a los actores privados crecer.
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