La leche no depende solo del precio

Elías Amor Bravo economista 

¿Por qué el aumento del precio del acopio de la leche fresca no servirá para aumentar la producción de leche? Y ya va por la segunda vez en un año. Los comunistas no se creen la ley de la oferta y demanda, y cuando quieren poner en marcha alguno de sus mecanismos, se dan cuenta que no sale bien. Y no puede salir porque es muy ingenuo creer que la oferta depende del precio del bien. Vale para la explicación del mecanismo oferta y demanda que equilibra los mercados con la información de precios, pero de ahí a la realidad, hay un gran trecho que, al parecer, los comunistas ignoran.

Si en Cuba no se produce más leche no solo es por el precio. Por supuesto que, si el precio fuera más alto y el régimen pagase a tiempo y en condiciones, a lo mejor otro gallo cantaría. La producción de leche no aumenta por muchos motivos. Basta echar un vistazo a las numerosas quejas de los ganaderos sobre precios de la luz, insumos, tratamientos sanitarios, e incluso por los incumplimientos en los pagos de la leche de vaca vendida al régimen, son entre otros, las causas de la baja producción que impide atender las necesidades de la industria y lo que es peor, de la población. Y lo peor de todo es que piensan estos dirigentes que con subir el precio de acopio pueden lograr el objetivo. Se equivocan.  

Vayamos a una sencilla lección de Economía.

En cualquier manual de la ciencia, se señala que la oferta de cualquier bien puede representarse por medio de una función que establece la relación entre la cantidad de bien o servicio que los productores están dispuestos a ofrecer y su precio de mercado. Hasta aquí los dirigentes castristas asistieron a clase y aplicaron de forma directa la definición.

Y esta relación entre oferta y precio es cierta, y además positiva, lo que indica que cuando aumenta el precio, se tiende a ofrecer más producto o servicio, en tanto que ocurre lo contrario cuando el precio desciende. Pero hay que seguir leyendo y aprendiendo. La oferta no solo depende del precio, sino que los economistas, para establecer esta relación funcional, que después se pone en contacto con la demanda para determinar el precio de equilibrio, saben que precio y oferta se relacionan entre sí, porque el resto de las variables se mantienen constantes, el famoso supuesto ceteris paribus de los economistas.

Y ¿Qué son esas variables que se suponen constantes o dadas? Pues entre ellas hay algunas muy importantes, como el precio de los insumos, el precio de los bienes sustitutivos y las políticas económicas del gobierno, entre otras. De modo que, aun cuando para fines teóricos sea conveniente suponer que estas variables están dadas, lo cierto es que en la realidad cambian y su influencia sobre la oferta se deja sentir de modo especial. En Cuba, de forma más que evidente.

Por otra parte, la motivación principal de los productores al acudir al mercado y ofrecer su producto es muy evidente: la obtención de beneficios económicos. Por ello, un elemento fundamental de la curva de oferta que se debe tener muy en cuenta son los costes de producción, que se encuentran determinados por los costes de los insumos y la tecnología.  

La oferta se puede ver afectada por otros factores externos, como por ejemplo el clima (que si se ve fuertemente modificado puede destruir cosechas) o el descubrimiento de un yacimiento de un insumo.

Cuando se aborda el análisis de la oferta desde una perspectiva integral o general, y se tienen en cuenta los factores citados, se desprende que la influencia del precio puede quedar en cierto modo reducida de manera sensible. Y entonces, el instrumento de análisis pasa a ser los desplazamientos de la oferta que, a diferencia de los movimientos en respuesta a los precios, permiten explicar incrementos o descensos reales de la producción. Vayamos a los ejemplos prácticos.

Por ejemplo, un aumento en el precio de los insumos provoca un desplazamiento de la oferta lo que significa una reducción de la cantidad que se produce. En Cuba, tras la Tarea Ordenamiento, los ganaderos se encontraron justo con aumentos de los insumos que generaron no pocas protestas obligando al régimen a rectificar, cuando ya era tarde. Este comportamiento del precio de los insumos (energía, medicamentos, alambre de acero) incide de forma negativa en la producción.

En segundo lugar, un descenso del precio de los productos sustitutos acaba provocando un desplazamiento de la oferta, es decir, un aumento de la producción. El problema de Cuba es que esos sustitutos de la leche no están claros, ya que existen notables restricciones para la elección por parte de los consumidores. De modo que los sustitutos de la leche en Cuba pueden acabar siendo cualquier tipo de producto que sirva para un desayuno frugal. Más difícil lo tiene la industria. Pero es que, además, con inflaciones en los alimentos de un 93,3% como señala la ONEI, no será fácil que los precios de los sustitutos bajen, por lo que el impacto sobre la oferta de leche no será positivo.

En tercer lugar, las políticas restrictivas de parte del gobierno provocan desplazamiento de la oferta, que se acaba traduciendo en una menor producción. Verbigracia, esto es lo que ocurre en la economía cubana donde el modelo social comunista es una traba que impide a los sectores de la economía funcionar libremente y producir lo que esperan para atender las necesidades del mercado. Es evidente que si hay menos leche es porque el régimen tiene su parte directa de responsabilidad.

Y, por último, los factores climáticos también han podido incidir en una menor oferta, lo mismo que las complicaciones para la compra por internet de la leche (si es escasa en los mercados físicos, qué más puede ocurrir) o las mejoras de la distribución comercial, que sigue estando en manos del acopio estatal con sus deficiencias tradicionales, permitiendo solo la comercialización de la parte no comprometida con el estado, que suele ser marginal. 

Pretender que el aumento del precio de compra de la lecha fresca a los ganaderos estimule la oferta sin prestar la debida atención al resto de factores, no va a dar resultados positivos. Además, el mecanismo de fijación de precios es complejo y combina elementos de calidad del producto que para muchos ganaderos va a suponer un esfuerzo económico adicional para cumplir los estándares.

Además, por si ello no fuera suficiente. las nuevas normas sobre incumplimientos de los acuerdos obligan al productor a indemnizar a la industria con un valor de 10 pesos por cada litro. Cuando la responsabilidad sea de la Empresa Láctea por el incumplimiento de la recogida de la leche en los lugares y horarios pactados, será esta quien indemnice al ganadero.

Quizás lo que debería hacer el régimen es percatarse que el control de precios y de las indemnizaciones desde el estado a los ganaderos o a la industria es la peor influencia que se puede ejercer sobre el sector, y que es mucho más eficiente dejar que oferta y demanda ajusten los niveles de oferta y demanda, sin una intervención estatal que acaba siendo un obstáculo para todos. 

Los nuevos precios no van a incrementar la producción de leche ni con destino a la industria, ni para la población. El excesivo intervencionismo del estado en el sector es una rémora del pasado que se tiene que eliminar.  Algunas de las medidas obligan a los propietarios de entre una y diez vacas a entregar 520 litros y 550 en tanto quienes tengan más de esa cantidad deben ir asumiendo cantidades superiores. ¿Es racional este sistema de compromisos cuando la producción de leche está condicionada, como hemos visto, por numerosos factores del entorno que escapan del control del productor?

Si el régimen reconoce que la leche es un producto vital para la población y no quiere importarla del exterior (o tal vez no puede, porque no tiene divisas para hacerlo) que deje libertad a los ganaderos y que la cantidad que se suministre al mercado no sea el excedente de los compromisos, como ocurre ahora, sino lo que el productor estime conveniente. Y que la distribución se realice mediante canales cortos que incorporen al producto el coste de su mantenimiento y conservación. Si esto ocurriera, el “vasito de leche” prometido por Raúl Castro hace 14 años sería una realidad.

Los ganaderos lo dijeron en la nota de Granma, “creo que el tema de la leche tuvo, desde el inicio, unos cuantos cabos sueltos. Se ha pensado que subiéndole unos pesitos a ese producto, o imponiendo tres precios diferentes, se iban a resolver los graves problemas de la ganadería, y que, de manera automática, iba a incrementarse la entrega a la industria, lo cual no es así. Para tener ganado, por lo primero que hay que preocuparse es por el agua y la comida en cantidades suficientes, los medicamentos, y eso no lo tiene claro todo el mundo”. Los ganaderos se quejan de “que se ha creado una tremenda burocracia y un papeleo muy grande alrededor del asunto”. Cuánta sabiduría hay en estas palabras.

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