Las asambleas comunistas locales y la economía cubana
Elías Amor Bravo economista
Mal, muy mal irán las cosas en la economía cubana hasta que alguien no se decida a dejar de lado al partido único en la dirección de la economía nacional. No es lo suyo. Es como poner a la zorra a cuidar de las gallinas. Los comunistas, y más aún las asambleas municipales de ese partido, son una rémora para la economía cubana. No aportan soluciones. Hablan y hablan, sin mas. Deberían poner el punto y final a estas prácticas injerencistas en las que los dirigentes locales del partido único tejen y destejen a su antojo con los actores económicos, estatales y no estatales. Y así van las cosas. Un reportaje en Granma aborda esta cuestión con el título “Pensar y asumir el desafío productivo”
En dicho reportaje, en referencia a la asamblea local en Ciego de Ávila, se planteó la acuciante necesidad de producir más y con eficiencia, y se concluyó que este "es un reto que se puede conseguir por los militantes del partido en las asambleas de base municipales". Todavía hay gente que se cree los cuentos de hadas.
Los comunistas se reunieron para lo poco que saben hacer. Primero que todo, se abordó la situación de la producción cañera, que no da de comer a corto plazo, pero proporciona ingresos, y aquí el problema estaba en las reparaciones del central Ciro Redondo, o el necesario vínculo con la planta bioeléctrica. El primero con referencias a la responsabilidad derivada de la inercia de haber permanecido inactivo durante varias zafras a causa del proceso de modernización a que está sometido. La segunda, por no acabar de materializar la generación de electricidad, tan necesaria en el momento que vive el país.
Alguien señaló que “entre ambos no ha existido el hermanamiento necesario para que cada uno cumpla la función para lo cual están diseñados: el central entregar el bagazo y el agua condensada, y la planta aportar 60 megawatt al Sistema Electroenergético Nacional, le concederá electricidad y energía térmica (vapor) para que pueda seguir el proceso de fabricación de crudo". Y claro, denunciado el problema, viene la solución.
¿Qué solución? Ninguna. La zafra azucarera ya es historia. Habrá que esperar al año que viene. Eso sí, hubo tiempo para volver al cuento de la lechera apuntando que la zafra podría aportar al presupuesto del municipio unos 10 millones de pesos, cifra nada despreciable, más ahora, cuando la máxima dirección del país ha realizado reiterados llamados al fortalecimiento integral de los municipios y todas sus estructuras.
La cuestión es ¿Cómo conseguir esos 10 millones de pesos, con apenas un 16% de cumplimiento en su plan de azúcar de la última zafra? Tal vez lo mejor sería cerrar el Ciro Redondo, y dedicar los recursos económicos a otras actividades más productivas. Cierto que el central genera empleo, pero solo cuando está activo y sus efectos sobre la economía del territorio son poderosos cuando hay actividad, pero la cuestión es llegar a esos niveles de actividad y utilización de la capacidad productiva, y nadie en la asamblea comunista fue capaz de idear una sola propuesta para ello. A grandes males, grandes decisiones.
Por supuesto, “si no hay caña, no hay azúcar, no hay energía producida por la bioeléctrica, y dejamos de ahorrarle combustible al país”: Yo diría más aún, “sin azúcar no hay país”, una vieja consigna que los comunistas han olvidado fatalmente. Si desde hace tres años el Ciro Redondo no cumple con lo planificado y la sincronización con la bioeléctrica se ha retrasado en extremo, alguien debería pensar en otro tipo de soluciones. Nada es eterno. Si no hay soluciones al problema, que no las hubo, el problema tiene que desaparecer.
Dedicarse a abordar la cuestión de la insuficiencia de la producción cañera y sus índices por debajo de lo previsto en las últimas cinco contiendas fue asunto de conversación en otra asamblea del partido único celebrada en el sureño municipio de Colombia, de Las Tunas, en la asamblea de balance del PCC.
Allí, al parecer la Empresa Agroindustrial Azucarera Colombia está teniendo los mismos problemas de falta de caña. Se instó a la militancia comunista a “buscar soluciones urgentes, en aras de respaldar con las cantidades suficientes de caña el desempeño del ingenio”. Nada más y nada menos que una capacidad diaria de 4.600 toneladas desperdiciada. Se consideró necesario que, de las 17.000 hectáreas dedicadas a la siembra del cultivo, se siembre más de las 5.000 actuales, en lo que parece haber influido lo mismo de siempre, que si la falta de combustible durante la campaña de primavera o las lluvias, en los meses de septiembre y octubre.
Las asambleas comunistas también tuvieron lugar en el norteño municipio de Sierra de Cubitas, en Camagüey, enfrentado al reto de aumentar la producción de alimentos para satisfacer las necesidades alimentarias de la población, así como un programa turístico en franco desarrollo. Los comunistas locales fijaron estas prioridades y conversaron sobre qué hacer, dedicando a sus militantes a las tareas a realizar en función del incremento de la producción agropecuaria. La eterna movilización en el campo que reduce los niveles de productividad y acaba siendo un problema en vez de una solución.
Aquí ni siquiera la entrada en función de cuatro de las siete máquinas de riego de pivote eléctrico central previstas en el valle cubiteño ha servido de nada. Otra vez, inversiones poco afortunadas que no producen los resultados esperados en las cosechas, básicamente por atrasos en el montaje de los tres sistemas restantes, problemas logísticos, naderías incomprensibles en el ámbito de la actividad económica normal, pero que en Cuba son la nota habitual por la pésima organización del sistema económico.
En Yateras, el territorio más montañoso de Guantánamo, la asamblea local comunista abordó la necesidad de recuperar la producción cafetalera de inmediato. Como si producir café fuera una cuestión de la noche a la mañana. Aquí los comunistas se centraron en las 38 cooperativas, de las que 35 se dedican al cultivo del grano, con un récord histórico de entrega por encima del medio millón de latas, y, sin embargo, en esta cosecha apenas llegarán a las 174.000.
¿Y esto a qué se debe? Pues muy sencillo: a las injerencias en el ámbito productivo que sufren los campesinos, y que están hartos de tantas consignas, órdenes, medidas y demás majaderías comunistas que les impiden dedicarse al trabajo y las funciones que ellos conocen, pero que desde la Delegación de la Agricultura no hacen más que exigirles más y más, sin tener en cuenta que con el café hay que ir pacientes. Los comunistas no deben perder los nervios. Y sobre todo, evitar experimentos, como esa idea de aprovechar la fuerza laboral de un politécnico para que contribuya a reforzar el sector, “y a enamorar a las nuevas generaciones de la tierra”. Qué tierno, pero qué ineficiente al mismo tiempo.
Finalmente en la asamblea comunista de del municipio villaclareño de Caibarién se abordó el cambio de las maneras de hacer de la militancia. Aquí el secretario de un núcleo de cuentapropistas, puso el dedo en la llaga al abordar un asunto muy interesante. Preguntó a los comunistas locales "¿Por qué algunos siguen viéndolos como enemigos y no como actores vitales de nuestra economía?" No es extraño. En su queja dijo que “hace unos días fui a discutir la afiliación al sindicato de mis militantes, e iba con temor por lo que se decía en la calle. Sin embargo, cuando les explique los beneficios de tal acción, todos decidieron sindicalizarse, porque comprendieron que ese era uno de los espacios que tenían para discutir los problemas que les atañen”. Mi consejo, que no se esfuerce. Que se dedique a su negocio, a ganar dinero, a generar empleo y riqueza, y que se olvide del partido único. Tiene mucho más futuro como próspero trabajador por cuenta propia que como militante local comunista. Este artículo de Granma lo confirma de sobra.
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